Las personas con el VIH que reportan haber sufrido, en el pasado o en la actualidad, violencia interpersonal tienen peores resultados en salud y una supervivencia menor que las personas con el VIH que no han sufrido violencia. Esta es la principal conclusión de un estudio canadiense cuyos resultados han sido publicados en la revista AIDS. De los 1.064 personas con el VIH incluidas en el estudio, un 36% informó de haber padecido este tipo de violencia, ya fuera de manera física, psicológica o sexual en el entorno familiar o comunitario.
El Informe mundial sobre la violencia y la salud define la violencia interpersonal como aquella infligida por otra persona o grupo pequeño de personas. Según el lugar donde se produzca, se diferencia entre violencia familiar, que abarca el maltrato infantil, la violencia contra la pareja y el maltrato de mayores en el hogar, y la violencia comunitaria, que incluye la violencia juvenil, los actos violentos azarosos, las violaciones y las agresiones sexuales por parte de personas extrañas, y la violencia en establecimientos como escuelas, lugares de trabajo, prisiones y residencias de mayores. La violencia interpersonal fue, en 2015, en todo el mundo, la segunda causa de muerte en hombres de 15 a 29 años y la octava en mujeres del mismo grupo de edad
Eventos pasados o actuales relacionados con la violencia interpersonal pueden provocar traumas o problemas psicológicos a largo plazo que afecten a la salud mental de la persona que ha sido objeto de la violencia. Esto puede suponer un problema grave en el contexto de la infección por el VIH donde los trastornos mentrales –como la depresión o la ansiedad– se han asociado con una menor adherencia al tratamiento y al seguimiento médico y con conductas no saludables.
Con el fin de arrojar un poco más de luz sobre esta cuestión, un grupo de investigadores canadienses quiso determinar los efectos de la violencia interpersonal sobre la salud a largo plazo de las personas con el VIH. Los investigadores realizaron un cribado de violencia interpersonal a más 1.000 pacientes y a aquellos con experiencias de violencia fueron derivados a los trabajadores sociales de la unidad de VIH para recibir counselling. Los investigadores realizaron un seguimiento de estos pacientes durante un periordo de 9 años desde el cribado de violencia interpersonal.
Del total de pacientes evaluados, un 36% indicó haber experimentado violencia interpersonal: un 21% en la infancia y 15% en la en la edad adulto. El porcentaje fue mayor en mujeres (46%) que en hombres (33%) siendo también más elevado en las mujeres entre las personas que revelaron haber sufrido violencia interpersonal en la edad adulta (25% frente a 12%). Además, el 71% de los participantes de procedencia de pueblos indígenas también comunicaron violencia interpersonal frente al 38% de personas blancas o el 20% de personas de ascendencia africana, caribeña o negra.
No se observaron diferencias en las tasas registradas de prevalencia determinadas enfermedades concomitantes al VIH –como cáncer, enfermedades cardiovascular, diabetes, molestias gastrointestianles o neuropatia–
entre las personas que habían sufrido violencia interpersonal y las que no. Sin embargo, los investigadores hallaron que las personas que comunicaron de episodios de violencia interpersonal en cualquier momento de su vida tenían, de manera significativa, más probabilidades de tener un consumo problemático de algunas sustancias (heroína, cocaína/crack o metanfetamina), de estar coinfectados por el VHC; una peor salud mental; y haber tenido pensamientos de autolesión o haberlo intentado.
A lo largo del estudio, se encontraron diferencias significativas entre aquellas personas que informaron haber tenido violencia interpersonal en su infancia frente al resto. El 40% de ellos había dejado de recibir atención del VIH en comparación con un 26% en los participantes que habían comunicado violencia interpersonal en la edad adulta y un 27% en aquellos que no notificaron ningún tipo de violencia. También diferían con respecto a la probabilidad de morir prematuramente (16%) en comparación con los otros dos grupos (8%). Las causas de muerte encontradas en personas con el VIH que comunicaron violencia interpersonal en su infancia se relacionaron con problemas de adicción a las drogas, dsalud mental o complicaciones con el VIH.
En general, en comparación con los que las personas con el VIH que no experimentaron violencia interpersonal, las que sí lo comunicaron tuvieron un 36% más de probabilidades de interrumpir la atención médica, un 81% más de probabilidades de experimentar un aumento de la carga viral (defenido como 500 copias/mL o superior), un 47% más de probabilidades de experimentar un descenso del recuento de CD4 por debajo de 200 células/mm3 y un 65% más de probabilidades de morir. Estos resultados fueron similares independientemente del género, grupo étnico-racial o nivel de educación.
En las conclusiones del estudio los investigadores indican que estos hallazgos se suman a otras evidencias del daño producido por la violencia interpersonal en la salud mental de las personas con el VIH, daño que es superior en aquellos que la han sufrido en la infancia. Estos datos, junto con los de otro estudio realizado en la misma clínica sobre la buena aceptabilidad que tiene el cribado de la violencia interpersonal en el seguimiento clínico de las personas con el VIH. El cribado de la violencia interpersonal ofreció la oportunidad de derivar a los pacientes a un trabajador social especializado en violencia interpersonal. El equipo de investigación anima a incluir el cribado de la violencia interpersonal en el seguimiento de los pacientes con el VIH con el objetivo de poder identificar a aquellas personas más vulnerables y conseguir que mejoren sus resultados en salud a largo plazo.
Fuente: Catie / Elaboración propia (gTt-VIH)
Referencias: Budd A, Krentz HB, Rubin LH, et al. Long-term consequences of interpersonal violence experiences on treatment engagement and health status in people living with HIV. AIDS. 2021
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