Muchos médicos y profesionales sanitarios en EE UU presentan altos niveles de estigmatización hacia pacientes con trastornos por consumo de sustancias (opioides, estimulantes, alcohol). Esto puede afectar a la atención de personas con el VIH y de aquellas en situación de vulnerabilidad.
Es necesario implementar programas de atención integrada que incluyan la prevención o el tratamiento del VIH junto con el abordaje de los trastornos por consumo de sustancias. Estas medidas tendrían un impacto positivo al reducir el estigma percibido por los pacientes.
Barreras al tratamiento por consumo de sustancias
La epidemia de sobredosis causa más de 89.000 muertes al año en EE UU (véase La Noticia del Día 18/04/2024). Aunque existen medicamentos y terapias eficaces, la mayoría de personas no recibe tratamiento.
Con frecuencia, la estigmatización por parte de los médicos hacia estos pacientes se identifica como una barrera que impide un tratamiento y seguimiento adecuados.
El estudio
Un equipo de la Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia (EE UU) realizó un estudio para medir la prevalencia e intensidad del estigma médico hacia los pacientes con trastorno por consumo de sustancias (TCS). Se analizó por tipo de consumo y en comparación con otras patologías, así como su relación con la práctica clínica.
El estudio fue una encuesta nacional con muestreo probabilístico, realizada entre octubre de 2020 y octubre de 2022. Participaron médicos de atención primaria, de urgencias y dentistas seleccionados aleatoriamente de asociaciones médicas y dentales de EE UU.
Se recopilaron datos de 1.240 participantes. El resultado principal fue el estigma auto-declarado de los médicos hacia personas con TCS, evaluado mediante la Escala de Actitudes hacia las Condiciones Médicas (MCRS). Los médicos respondieron a 11 afirmaciones sobre tres categorías de TCS: opioides, estimulantes y alcohol. También se comparó con la diabetes tipo II, la depresión y el VIH.
Se usaron modelos mixtos para comparar los niveles de estigma entre afecciones y grupos de médicos. También se evaluaron prácticas de detección, derivación y tratamiento.
La calificación más baja de estigmatización fue para la diabetes (media = 23,2; DE = 6,5). La más alta fue para los trastornos por consumo de estimulantes (media = 36,3; DE = 10,7).
El estigma hacia opioides fue mayor que hacia alcohol (TE = 0,49; IC95% = 0,42–0,57; p < 0,001). El estigma hacia estimulantes fue mayor que hacia opioides (TE = 0,11; IC95% = –0,04 a 0,19; p < 0,004).
Los médicos de urgencias mostraron más estigma que los de atención primaria (p <0,001). A su vez, los médicos de primaria puntuaron más alto que los dentistas (p <0,014).
Las puntuaciones más bajas se asociaron con la derivación de pacientes con TCS (TE = –0,37; IC95% = –0,66 a –0,07). También con el suministro de medicamentos para TCS por opioides (TE = –1,26; IC95% = –1,55 a –0,97) y estimulantes (TE = –0,73; IC95% = –1,02 a –0,44). Lo mismo ocurrió con la disponibilidad de servicios de consulta para alcohol (ES = –0,48), opioides (ES = –0,51) y estimulantes (ES = –0,59).
El estigma hacia los tres TCS fue mucho mayor que el relacionado con la diabetes, la depresión o el VIH. El estigma en torno a los estimulantes fue el más alto de todos.
Ese estigma puede deberse a la creencia, entre algunos médicos y parte del público, de que el TCS es una falta moral más que una enfermedad tratable. Esa actitud no es adecuada en ninguna profesión y resulta especialmente dañina en sanidad, porque impide tratar o incluso identificar el problema.
Implicaciones para el tratamiento y la prevención del VIH
El TCS no tratado, no reconocido o estigmatizado tiene implicaciones directas en personas con el VIH y en quienes corren más riesgo de adquirirlo. El consumo de sustancias puede llevar a conductas que aumentan la probabilidad de adquirir el virus o transmitirlo a otras personas.
Entre quienes ya viven con el VIH, si no se aborda, el consumo dificulta la adherencia al tratamiento antirretroviral.
Los estigmas sociales y profesionales también son barreras para que los pacientes busquen apoyo social y sanitario. Muchas personas ocultan su problema por miedo a no recibir un trato igualitario o un tratamiento adecuado. Este temor puede ser mayor en personas con riesgo de adquirir el VIH o que ya lo tienen.
La estructura de la atención sanitaria, con consultas de pocos minutos, es otro obstáculo para la detección y el tratamiento.
Las intervenciones frente al estigma del VIH, aunque tardaron, dieron frutos. Parte del éxito se debe a campañas como Indetectable = Intransmisible (I=I), que redujeron el estigma entre médicos al ofrecer pruebas científicas y estrategias de comunicación.
Argumentos a favor de la atención integrada
Existen tratamientos eficaces para el TCS. Para opioides, se usa la metadona desde hace tiempo. Más recientemente, se ha visto que la buprenorfina inyectable y la naltrexona de acción prolongada reducen el deseo de consumir y las muertes por sobredosis.
El consumo de estimulantes, como cocaína y metanfetamina, es más difícil de tratar. El manejo de contingencias ha mostrado ser prometedor, pero pocas clínicas lo aplican.
La atención integrada —que combina pruebas, tratamiento, prevención y retención— no solo mejora los resultados clínicos. También reduce el estigma percibido por los pacientes.
Cuando la atención está integrada, es más probable que se brinde ayuda simultánea en la prevención o el tratamiento del VIH y del TCS. Esto aumenta la aceptación del tratamiento y reduce el estigma.
Es fundamental ofrecer pruebas o evaluaciones tanto para VIH como para consumo de sustancias, y proporcionar atención sin estigmas.
En EE UU, los programas más completos los ofrecen las clínicas Ryan White y el Departamento de Asuntos de Veteranos, que proporcionan atención conjunta.
Conclusión
Contar con expertos en VIH y TCS en un mismo centro médico facilita la atención integrada. Además, los servicios móviles ayudan a reducir el estigma y a llegar a personas con dificultades de acceso al sistema sanitario.
Fuente: The BodyPro / Elaboración propia (gTt-VIH).
Referencia: Parish CL, Feaster DJ, Pollack HA, Horigian VE, Wang X, Jacobs P, et al. Healthcare provider stigma toward patients with substance use disorders. Addiction. 2025; 120(10): 2005–2019. https://doi.org/10.1111/add.70122
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