CROI 2024: La crisis de los opioides en EE UU ha alcanzado a las personas mayores con el VIH

Jordi Piqué
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Un estudio ha revelado que la población de edad avanzada con el VIH tiene más probabilidades de que se le prescriban opioides y de desarrollar trastorno por consumo de estas sustancias

Las personas con el VIH de 65 años o más tienen una mayor probabilidad de que se les prescriban opioides y de recibir un diagnóstico de trastorno por consumo de opioides en comparación con los adultos mayores sin el VIH en EE UU. Este es el principal hallazgo de un estudio presentado en la Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI 2024), celebrada recientemente en Denver (EE UU).

Aproximadamente 2,5 millones de personas adultas en el país norteamericano padecían trastorno por consumo de opioides en 2021, y sólo el 22% recibía medicación, como metadona, para tratarlo. Se calcula que entre 1999 y 2021 se han producido 645.000 muertes por sobredosis de opioides en EE UU, ya sea por opioides prescritos –como fentanilo– o bien fiscalizados –como heroína– . El endurecimiento de las restricciones en la prescripción de opioides en los últimos años ha provocado que, con frecuencia, las personas con trastorno por consumo de opioides a las que previamente se les habían prescrito busquen opioides ilícitos por su cuenta y riesgo.

En EE UU, el porcentaje de adultos mayores de 65 años con el VIH no ha dejado de crecer desde el año 2000, hasta alcanzar casi el 15% de todas las personas con este virus en 2021. El consumo problemático de opioides en esta población mayor se asocia a efectos adversos tales como sedación, deterioro cognitivo, caídas, fracturas y estreñimiento.

Para arrojar más luz sobre esta cuestión, un equipo de investigadores de diversas universidades estadounidenses llevó a cabo un estudio para evaluar las tendencias en cuanto a consumo de opioides prescritos y los trastornos por dicho consumo en adultos mayores (de 65 años o más) con el VIH respecto a sus iguales sin el VIH entre 2008 y 2019.

Los investigadores crearon cohortes transversales anuales utilizando una muestra representativa a nivel nacional del 20% de los beneficiarios de Medicare (aseguradora pública para personas mayores de 65 años o con alguna discapacidad en EE UU) de pago por atención médica recibida de 2008 a 2019.

Un total de 124.488 beneficiarios del seguro médico con el VIH fueron emparejados con 373.464 beneficiarios sin el VIH, en función de factores como la edad, el sexo, la raza/etnia y el estado de residencia. La mayor parte de la muestra estaba formada por hombres (68% en 2008 y 74% en 2019), con un reparto equitativo entre blancos y negros en 2008 (41% cada uno), pero con más blancos en 2019 (49%). El grupo de edad más representado en todos los años fue el de 65 a 69 años (en torno al 47-48% de la muestra total durante el periodo de estudio).

Los investigadores estaban interesados en comprobar si a las personas de la muestra se les había prescrito al menos un medicamento opioide y se les había diagnosticado un trastorno por consumo de opioides. Además, querían saber si había alguna prescripción de opioides que cumpliera una serie de criterios que los definieran como de “alto riesgo”.

Respecto a las diferencias en cuanto al consumo de opioides en función del estado serológico frente al VIH, pese a las disminuciones de su prescripción a lo largo del tiempo, un mayor porcentaje de personas con el VIH recibió, al menos, una prescripción de opioides entre 2008 y 2019, desde un máximo del 43% en 2010 hasta un mínimo del 32% en 2019. En cambio, la prescripción a personas sin el VIH osciló entre un máximo del 36% en 2010 y un mínimo del 25% en 2019. Durante el periodo de estudio, las personas con el VIH tuvieron entre 1,3 y 1,4 veces más probabilidades de recibir una prescripción de opioides que las personas sin el virus.

A la par, las personas con el VIH tenían muchas más probabilidades de que se les diagnosticara trastorno por consumo de opioides durante el periodo de estudio (entre el 2% y el 5%) en comparación con las personas sin el VIH (entre el 0,6% y el 2%).

Lo mismo sucedió cuando los investigadores analizaron los criterios de prescripción de opioides “de alto riesgo”. Así, las personas con el VIH eran significativamente más propensas a recibir dos o más prescripciones superpuestas de opioides durante más de una semana (cociente de probabilidades [CP] para el periodo de estudio: 1,4 – 1,7); a alcanzar o superar los 90 mg de dosis diaria total equivalente en miligramos de morfina (MME, una medida de la potencia de la dosis de opioides) (CP: 1,5 – 1,7); a alcanzar o superar los 90 días consecutivos de prescripción de opioides con receta (CP: 1,5 a 1,7); a utilizar medicación como metadona o buprenorfina, que suele prescribirse para el trastorno por consumo de opioides (CP: 2,7 – 7,5); y a ser hospitalizados o acudir a urgencias a causa de los opioides (CP: 2,5 – 3,6).

Aunque el estudio no incluía datos sobre el número de personas con un diagnóstico de dolor crónico o trastornos del dolor, lo que puede ser considerado como una limitación, arroja luz sobre un fenómeno constante y preocupante como es el consumo de opioides en personas adultas mayores con el VIH.

A modo de resumen, se puede concluir que las personas beneficiarias de Medicare con el VIH en EE UU tienen más probabilidades de que les sean prescritos opioides, de ser diagnosticados de trastorno por consumo de opioides y de recibir prescripciones de opioides de “alto riesgo” en comparación con los beneficiarios sin el VIH, siendo estas tendencias consistentes en los datos de todos los años.

Como conclusión, los investigadores indican que los hallazgos del estudio pueden ayudar a orientar la gestión del consumo de opioides entre esta población vulnerable.

Fuente: Aidsmap / Elaboración propia (gTt-VIH).

Referencia: Shiau S, et al. Prescription Opioid Use and Disorder Among Older Adults with HIV in the US From 2008-2019. Conference on Retroviruses and Opportunistic Infections, Denver, poster 995, 2024.

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