Disfunción sexual en personas con VIH

Un estudio asocia esta alteración con una peor adhesión al tratamiento antirretroviral

Pedro Pérez
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Ya fuera por la existencia de otras prioridades más perentorias o bien por una asociación acrítica entre SIDA y sexualidad, el hecho es que el problema de la disfunción sexual (DS) en personas con VIH se ha ignorado durante demasiado tiempo.

En la breve historia de la epidemia, la sexualidad de la persona con VIH sólo se ha considerado relevante en tanto concernía a la posibilidad de transmisión del virus. Así las cosas, han tenido que pasar años para que ciertos sectores dentro del colectivo médico y científico acepten que las personas con VIH también tienen derecho a una vida sexual satisfactoria.

Los pocos estudios realizados hasta la fecha indican que los pacientes con VIH presentan una mayor incidencia de disfunción sexual (problemas de libido, erección, orgasmo, etc.). Aunque la depresión y el tabaquismo (factores de riesgo más frecuentes en la población con VIH) contribuyen a explicar esta mayor incidencia, se trata de un problema complejo en el que pueden influir factores psicológicos y emocionales, alteraciones endocrinas, la neuropatía periférica y autónoma, así como los efectos secundarios de la terapia antirretroviral o la propia actividad del VIH.

Si bien habitualmente algunos médicos tienden a subestimar los síntomas y efectos secundarios referidos por los mismos pacientes, es bien conocida la relación entre la autopercepción de las personas con VIH y su adhesión al tratamiento. Por este motivo, si aquellos pacientes que presentan alguna DS interpretasen que se trata de un efecto secundario de la terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA), entonces cabría esperar una menor adhesión al tratamiento.

Un estudio reciente dirigido por la doctora Maria Paola Trotta, del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas en Roma (Italia), publicado en el número de mayo de 2008 de la revista AIDS Patient Care and STDs, ha arrojado algo de luz sobre esta cuestión. En particular, su objetivo ha sido evaluar la prevalencia de la DS referida por los pacientes de una gran cohorte italiana e identificar los factores relativos a esta alteración, con especial interés por la posible relación entre disfunción sexual y adhesión a la TARGA.

Los participantes en el estudio (612 personas con VIH que llevaban recibiendo TARGA durante más de un mes) contestaron, por medio de cuestionarios anónimos cumplimentados por ellos mismos, a 16 preguntas relativas a su estado emocional, físico y sexual. La mayoría (72%) eran hombres y la media de edad era de 37 años, con un recuento medio de CD4 de 543 células/mm3.

Se les pidió que informasen sobre si habían padecido algún episodio de DS en las cuatro semanas anteriores. Del total de los 612 participantes, 125 (21%) manifestaron algún grado de disfunción sexual y el 6% refirió DS entre moderada y grave. La declaración de disfunción sexual se asoció de forma independiente a la de empeoramiento de los parámetros vírico-inmunitarios (cociente de probabilidades [CP]: 3,90; intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 1,08-14,18), a una mayor puntuación en la escala de efectos secundarios (CP: 1,13; IC95%: 1,05-1,22) y a la declaración de acumulación anómala de grasa (CP: 4,33; IC95%: 1,55-12,11). Además, las personas con una pobre adhesión presentaron un riesgo de disfunción sexual más elevado (CP: 3,44; IC95%: 1,30-9,08).

Esto es, aquéllos que afirmaron tener más efectos secundarios a causa de la TARGA, así como los que declararon presentar acumulación de grasa en el abdomen, fueron más proclives a referir disfunción sexual.

Por el contrario, aquellas personas que manifestaron encontrarse en peor estado emocional no fueron más propensas a referir una disfunción sexual. Ni el uso de drogas ni el consumo elevado de alcohol se asoció a disfunción sexual, como tampoco lo hizo el nivel de CD4, la edad, la combinación específica de TARGA o la duración de ésta.

Uno de los principales resultados de esta investigación apunta a que las personas con VIH que padecen disfunción sexual tienden a ser menos adherentes a la TARGA, ya que las que declararon tener disfunción sexual, especialmente si ésta era moderada o grave, también tenían mayor probabilidad de referir una peor adhesión a la medicación antirretroviral. Los autores encontraron que las personas con disfunción sexual eran proclives a responsabilizar de ello a los fármacos. Por esta razón, el equipo de Trotta plantea como hipótesis que la disfunción sexual reduce la motivación para observar una correcta adhesión a la TARGA.

El alcance del estudio, sin embargo, presenta algunas limitaciones, ya que, al carecer de una herramienta de medición objetiva, no distingue entre diferentes tipos de DS, ni tampoco puede excluir que la disfunción referida por los participantes se deba, en realidad, a la presión psicológica asociada con el miedo a transmitir el virus o a revelar el estado serológico. Por otra parte, tampoco se tiene en cuenta el uso de antidepresivos, cuyo empleo puede afectar a la actividad sexual.

Los expertos concluyen que “la disfunción sexual percibida por las propias personas con VIH tratadas con antirretrovirales representa un problema relevante y se encuentra asociada con una adhesión insuficiente a la TARGA”. Y añaden: “La detección de problemas en la actividad sexual, la información sobre la práctica del sexo seguro y los esfuerzos para mejorar y mantener la adhesión al tratamiento deben desempeñar un papel crucial en el manejo del paciente con VIH.”

Fuente: AIDSmeds / Elaboración propia.
Referencia: Trotta MP, Ammassari A, Murri R, Marconi P, et al. Self-Reported Sexual Dysfunction Is Frequent Among HIV-Infected Persons and Is Associated with Suboptimal Adherence to Antiretrovirals. AIDS Patient Care and STDs. April 1, 2008; 22(4): 291-299. doi:10.1089/apc.2007.0061.

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