Un estudio arroja más luz sobre los mecanismos de la inflamación inmunitaria crónica en personas con el VIH

Esta inflamación persistente parece tener su origen en procesos inmunitarios que se producen antes de empezar el tratamiento antirretroviral, lo que refuerza la necesidad de su inicio temprano

Miguel Vázquez
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Un estudio reciente, cuyos resultados han sido publicado en la revista AIDS, ha revelado que, al contrario de lo que se pensaba, la inflamación persistente que experimentan algunas personas con el VIH es debida a los efectos provocados del virus durante la infección crónica no tratada.

Es bien sabido que el tratamiento antirretroviral es extremadamente eficaz en el control de la replicación del VIH, lo que permite a las personas disfrutar de una esperanza de vida similar a la de la población general (véanse La Noticia del Día 01/02/2022 y La Noticia del Día 02/12/2022). Sin embargo, en muchas personas –especialmente aquellas que inician el tratamiento después de que la infección crónica se haya establecido– se observa que el sistema inmunitario muestra una hiperactivación, dando lugar a una inflamación persistente en el organismo. Esta respuesta inflamatoria podría estar relacionada con una mayor incidencia de diversas comorbilidades no relacionadas con el VIH, como enfermedades cardiovasculares (véase La Noticia del Día 05/09/2018), diabetes y ciertos tipos de cáncer, así como con la mortalidad. Por este motivo, entender los procesos que hay detrás podría ayudar a desarrollar terapias para prevenir (o minimizar) la inflamación crónica, algo que repercutiría en un aumento de la calidad de vida de las personas con VIH.

Uno de los mecanismos postulado para explicar el motivo por el que la inmunidad específica frente al VIH fomentaría la inflamación se basa en la acción del denominado interferón-gamma, una citoquina antivírica. En su respuesta a posibles patógenos, las células-T responden liberando dicha citoquina, que a su vez podría activar la respuesta de los macrófagos (otras células del sistema inmunitario) que podría traer consigo la liberación de otras citoquinas que favorecen la inflamación.

Precisamente para poner a prueba esta posibilidad un equipo de investigadores decidió utilizar los datos procedentes de una cohorte de 99 personas del estudio A5321 de ACTG (siglas en inglés de Grupo de Ensayos Clínicos sobre el Sida), en el que se investigaron los reservorios de VIH de personas en tratamiento antirretroviral prolongado.

Las edades de las personas en el estudio oscilaban entre los 23 y los 74 años, y eran mayoritariamente varones (74%). En cuanto al origen étnico, el 49% eran de raza blanca, el 30% de origen hispano y el 18%, de raza negra. Todas las personas participantes habían experimentado una infección virémica y crónica por el VIH antes de iniciar la terapia antirretroviral, pero una vez dentro del estudio habían mantenido cargas virales indetectables (por debajo de 50 copias/mL) durante una mediana de 7 años (dentro de un intervalo de entre 4 y 15 años).

Para probar la hipótesis del estudio, se examinó la existencia de posibles relaciones entre las respuestas de las células-T específicas del VIH (determinadas a partir de los niveles de interferón-gamma) y los niveles de diversos biomarcadores relacionados con la activación inmunitaria o las respuestas inflamatorias (por ejemplo, la interleuquina-6, la proteína C reactiva o la forma soluble del clúster de diferenciación 14 [sCD14, en sus siglas en inglés, un marcador de translocación bacteriana y de activación de monocitos]). Todos estos parámetros se registraron en el momento de entrar en el estudio, pero también se dispuso de los valores previos al inicio del tratamiento antirretroviral, lo que permitió evaluar si las respuestas durante el tratamiento tenían alguna influencia sobre la inflamación con independencia de los niveles basales anteriores a empezar a tomar antirretrovirales.

El análisis no halló correlaciones significativas, lo que sugiere que, contrariamente a lo que se esperaba, las respuestas de las células-T específicas del VIH no contribuyen a la inflamación ni a la activación inmunitaria mientras se toma el tratamiento antirretroviral. Del mismo modo, se comprobó que tampoco había relación entre los niveles de anticuerpos frente al VIH y la inflamación o la activación inmunitaria. Además, no hubo indicios que apuntasen a que las respuestas inmunitarias específicas frente al VIH permitieran predecir las interacciones entre el tamaño del reservorio latente y la inflamación o la activación inmunitaria.

El análisis reveló una correlación relativamente débil entre los de ARN viral en plasma (con ensayos de PCR más sensibles que los de rutina) y la activación de las células-T CD8. Los autores especulan con la posibilidad de que unos niveles muy bajos de viremia (que normalmente pasarían desapercibidos con el seguimiento estándar) podrían provocar una activación creciente de las células-T CD8 al aumentar el tiempo de tratamiento antirretroviral. Sin embargo, también señalan que sería necesario realizar más estudios para confirmar este punto.

Entre las limitaciones del estudio, los autores señalan que el análisis se centró únicamente en la producción de interferón-gamma y no tuvo en cuenta otras respuestas de las células T específicas del VIH, que podrían desempeñar un papel importante en la inflamación y la activación inmunitaria.

No obstante, el equipo de investigadores afirma que sus resultados refuerzan la validez de una teoría anterior denominada “efecto legado”, que postula que los mecanismos patogénicos que se desencadenan antes de que una persona inicie el tratamiento antirretroviral serían los principales responsables de la desregulación inmunitaria. De ser cierta, esto supondría un argumento más para que las personas con el VIH pudieran acceder al tratamiento antirretroviral lo antes posible tras la infección.

Fuente:Aidsmap/Elaboración propia (gTt-VIH)
Referencia:Ward A et al. No evidence that circulating HIV-specific immune responses contribute to persistent inflammation and immune activation in persons on long-term ART. AIDS 36: 1617-1628, 2022. https://doi.org/10.1097/QAD.0000000000003301

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