El cribado del cáncer de mama y de colon en personas con el VIH aumenta la supervivencia

En el cáncer de mama los beneficios se observaron en todos los grupos de edad. En el de colon fueron significativos entre los 50 y los 64 años

Francesc Martínez
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Un estudio realizado en EE UU entre 2009 y 2019 demuestra que las pruebas de cribado de cáncer de mama y de colon mejoran la supervivencia de las personas mayores de 50 años con el VIH.

El trabajo, publicado en agosto de 2025 en Health Affairs, incluyó a más de 175.000 personas con el VIH sin antecedentes de cáncer y con cobertura sanitaria continua a través de Medicare. Este es el seguro público de EE UU para mayores y para algunas personas jóvenes con discapacidad o enfermedades graves. Los resultados confirman la importancia de priorizar la prevención de comorbilidades en esta población, que tiene un riesgo mayor de padecer ciertos tipos de cáncer y de recibir diagnósticos tardíos (véase La Noticia del Día, 24/06/2025).

Evidencia concreta: beneficios en mama y colon

El estudio analizó dos cohortes. La primera con unas 41.000 mujeres elegibles para cribado de cáncer de mama mediante mamografía. La segunda con unas 134.000 personas candidatas a cribado de cáncer de colon, principalmente mediante colonoscopia. Para el análisis se usaron modelos estadísticos que tuvieron en cuenta factores sociodemográficos y comorbilidades.

En cáncer de mama los resultados fueron claros. La mortalidad se redujo a la mitad en los dos grupos de edad. Entre los 50 y 64 años, el riesgo de fallecimiento bajó un 47% (HR: 0,53). Entre los mayores de 65 años, la reducción fue del 53% (HR: 0,47). En cáncer colorrectal el beneficio fue evidente entre los 50 y 64 años, con una disminución de la mortalidad del 59% (HR: 0,41). En los mayores de 65 la tendencia fue positiva, pero con menos precisión, probablemente por el peso de otras enfermedades. Estos datos son relevantes porque la mayor parte de la evidencia previa procedía de estudios en población general. En este caso, el análisis se centró en una cohorte amplia y específica de personas con el VIH, muchas de ellas menores de 65 años, pero con acceso a Medicare por discapacidad.

Implicaciones clínicas y de equidad

Los resultados obligan a replantear cómo se priorizan las intervenciones preventivas en mayores de 50 años con el VIH. Los profesionales deben equilibrar la lista creciente de comorbilidades —hipertensión, diabetes, depresión, hepatitis virales— con los cribados oncológicos. Como no es posible abordarlo todo a la vez, se recomienda priorizar en función de tres criterios: probabilidad de éxito, impacto esperado y viabilidad logística. Bajo esta lógica, la mamografía sobresale por su eficacia y facilidad de aplicación. En el cribado de colon conviene elegir la técnica más viable en cada caso, desde un test de heces hasta una colonoscopia.

La edad y la expectativa de vida también cuentan. En mayores de 65 años con fragilidad marcada puede ser preferible recurrir a pruebas menos invasivas y centrarse en medidas de beneficio inmediato, como controlar la tensión arterial, vacunar o apoyar el abandono del tabaco. Pero el hallazgo de un beneficio claro en cáncer de mama a todas las edades respalda mantener el cribado rutinario más allá de los 65 años cuando la situación clínica lo permita. La investigación también refleja la dimensión de equidad. La cohorte incluía a muchas personas afroamericanas y latinas, con alta tasa de doble cobertura Medicare–Medicaid y elevada carga de problemas de salud mental o consumo de sustancias. A pesar de estas barreras, el cribado fue eficaz, lo que indica que su aplicación sistemática puede reducir desigualdades históricas en desenlaces oncológicos.

Una estrategia pragmática para la consulta

Los hallazgos apoyan una estrategia práctica en la consulta. Para una persona de 56 años que llega por primera vez a una unidad del VIH, los pasos prioritarios serían: iniciar el tratamiento antirretroviral y, de forma paralela, realizar un cribado de cáncer de mama (si corresponde por edad y sexo) y una prueba factible de cribado colorrectal. A este plan se añadiría un “paquete inicial” con vacunas pendientes, detección de factores de riesgo cardiovascular, cribado de depresión y consumo de sustancias, y evaluación de hepatitis virales.

El impacto del cribado no depende solo de recomendarlo. Es clave garantizar que la persona complete la prueba y reciba seguimiento. Para ello son útiles medidas de apoyo como programar la cita, entregar kits de test de heces en la consulta o derivar a un profesional de apoyo social.

Conclusión

El estudio confirma que el cribado de cáncer de mama y de colon salva vidas en personas con el VIH mayores de 50 años, incluso en contextos de alta vulnerabilidad. Ante la complejidad de múltiples comorbilidades, el mensaje es claro: conviene priorizar intervenciones de alto impacto y factibles, entre ellas el cribado oncológico. A largo plazo, reforzar estas prácticas preventivas puede prolongar la vida y reducir desigualdades en la atención sanitaria.

Fuente: The Body Pro / Elaboración propia (gTt-VIH).

Referencia: Yu X, Carter M, Gao D, Nguyen N, Xu Y, Silverberg MJ, Chiao E, Kuo YF. Screening benefits for breast and colorectal cancer-specific survival among Medicare enrollees with HIV. AIDS. 2025 Aug 19. doi:10.1097/QAD.0000000000004325. PMID: 40838544.



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