En la XX edición de la Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI 2013), se presentó un estudio realizado por los Centros para el Control de Enfermedades de EE UU (CDC) en el que se determinó que la eficacia de los preservativos a la hora de prevenir el VIH en hombres gais que mantienen relaciones sexuales anales era del 70%.
Otro hallazgo digno de destacar en el estudio hecho público en la CROI 2013 es que el uso del preservativo el 100% de las ocasiones parece ser un objetivo difícil de cumplir a largo plazo, ya que apenas uno de cada seis participantes (16%) declaró haberlo conseguido a lo largo de los tres o cuatro años de duración de los estudios objeto del análisis.
Los expertos esperaban con interés estos datos, dado que el único estudio de gran tamaño efectuado para determinar este aspecto fue realizado en 1989 y contó con la participación de 2.914 hombres gais. Los resultados observados entonces fueron similares y, así, la incidencia de VIH entre los varones que declararon utilizar preservativos todas las veces fue un 70% menor que entre los que nunca los usaron. Por su parte, otro estudio posterior, de menor tamaño, arrojó una eficacia que estaba en torno al 75%.
Cabe destacar que estas cifras de eficacia por el empleo del preservativo son inferiores a las reflejadas en las relaciones vaginales (80-85%), un hecho que puede mostrar la mayor facilidad de transmisión del virus por vía anal, así como la mayor probabilidad de que el condón falle durante dichas prácticas sexuales.
El estudio realizado por un equipo de investigadores de los CDC efectuó un análisis retrospectivo sobre los datos de infección por VIH y uso de preservativo en dos estudios de EE UU en los que participaban hombres gais sin VIH al inicio de los mismos: VAX004 (el primer ensayo de eficacia de una vacuna contra el VIH, entre 1998 y 1999) y EXPLORE (llevado a cabo entre 1999 y 2001).
En el estudio EXPLORE, el 43% de los hombres afirmaron haber mantenido relaciones sexuales sin protección al menos una vez con una pareja con VIH (1.323 de 3.102), al igual que un 51% en el VAX004 (2.167 de 4.264). En conjunto, esto supuso un total de 3.490 hombres de 7.366 (47%). Se registraron 154 infecciones por VIH entre los hombres participantes en el VAX004 y 71 en el EXPLORE.
Entre todos los varones que practicaron sexo anal, aquellos que utilizaron preservativos el 100% de las ocasiones tuvieron una probabilidad un 70% menor de adquirir el VIH que los que nunca los usaron y un 68% menor que aquellos que declararon haberlos empleado a veces.
La eficacia del condón fue superior en el estudio EXPLORE que en el VAX004 (tanto en el caso de sexo receptivo como insertivo), lo que probablemente se debe a que en el EXPLORE se probaba una intervención conductual y, en consecuencia, podría haber contribuido a un uso más amplio y correcto de los preservativos que en el VAX004, en donde sí se tuvo en cuenta su empleo, pero no se realizó ninguna intervención al respecto.
El análisis también reveló que el uso ocasional de los preservativos no pareció ser mucho mejor que no utilizarlos en absoluto, en términos de infecciones por VIH. En conjunto, los hombres que dijeron que empleaban preservativos ocasionalmente apenas fueron un 4,4% menos propensos a adquirir el VIH que los que nunca los usaron, una diferencia que no fue estadísticamente significativa.
De hecho, en el ensayo VAX004 el empleo ocasional de los preservativos fue incluso menos eficaz que no usarlos nunca. Una posible explicación a esta aparente paradoja es que, probablemente, los hombres que nunca utilizaron condones estuvieran en una relación estable monógama.
En este sentido, como se mencionó con anterioridad, el uso constante del condón no fue una práctica frecuente y poco menos que el 16,4% de los usuarios afirmaron haberlos empleado en todas las ocasiones en el transcurso de los dos estudios, e incluso el 5% no los utilizó en ningún momento de dicho periodo. No cabe duda que esto constituye un indicativo claro de que es necesario disponer de nuevas opciones de prevención que puedan complementar el uso del preservativo y que se adapten a las diferentes necesidades individuales.
Este bajo porcentaje de empleo constante implica que el efecto del preservativo sobre la transmisión de la epidemia es menor que este 70%, puesto que no todos los hombres lo utilizan en todo momento (es decir, que este 70% sería la protección que cabría esperar si todos los hombres emplearan preservativo en todas las ocasiones, pero como se ha comprobado en el mismo análisis, esto dista de ser así).
Por otro lado, cabe tener en cuenta que, probablemente, hay un sesgo de deseabilidad en estos datos, es decir, que muchos hombres habrán afirmado utilizar condones todas las veces sin ser cierto, lo que tiene el efecto de subestimar la eficacia real en el subgrupo que en realidad los usó el 100% de las veces.
De todos modos, los científicos han afirmado que pretenden analizar más a fondo los datos a fin de extraer más información. Así, se prevé dividir el uso ocasional en distintas frecuencias de empleo para averiguar por debajo de qué nivel de uso del preservativo dejó de ser protector.
Fuente: Aidsmap.
Referencia: Smith D, et al. Condom efficacy by consistency of use among MSM: US. 20th Conference on Retroviruses and Opportunistic Infections, Atlanta, abstract 32, 2013.
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