EACS 2025: Expertos reclaman estrategias de cribado del cáncer adaptadas a personas con el VIH

Se observan bajas tasas de detección precoz incluso en personas con el VIH con factores de riesgo conocidos

Francesc Martínez
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Los resultados presentados en la XX Conferencia Europea del Sida (EACS 2025), celebrada recientemente en París (Francia), subrayan una preocupación creciente en el ámbito de la salud pública: las personas con el VIH requieren estrategias de detección del cáncer específicas y personalizadas.

Diversos estudios multicéntricos han evidenciado que el cáncer de próstata tiende a diagnosticarse antes y en estadios más avanzados en hombres con el VIH; que las mujeres con antecedentes de inmunosupresión presentan un mayor riesgo de cáncer anal y cervical y que el cribado del cáncer de hígado sigue siendo insuficiente incluso entre quienes presentan factores de riesgo. En conjunto, las conclusiones apuntan a una brecha en la prevención oncológica que exige una respuesta adaptada al perfil inmunológico y clínico de la población con el VIH.

Cáncer de próstata: aparece antes y de forma más agresiva en hombres con el VIH

El cáncer de próstata es el tumor más diagnosticado en varones en Europa, pero su detección depende en gran medida de la práctica del test de antígeno prostático específico (PSA, en sus siglas en inglés), que varía según los países. Este marcador, aunque útil, tiene limitaciones: no todos los cánceres con PSA elevado son agresivos, y algunos tumores pueden pasar inadvertidos si el PSA es bajo. En hombres mayores con el VIH, algunos estudios han evidenciado una mayor probabilidad de recibir diagnóstico de cáncer de próstata avanzado (véase La Noticia del Día 19/03/2024).

En Alemania, un estudio realizado en 16 clínicas del VIH identificó a 161 hombres con este diagnóstico. La edad promedio al detectar el cáncer de próstata fue de 61 años, una década antes que en la población general. Además, el 26% de los participantes presentaba ya metástasis y en casi seis de cada diez casos el tumor se clasificó como de alto riesgo de progresión. Los hombres con recuentos de CD4 inferiores a 500 células/mm³ mostraron una probabilidad significativamente mayor de desarrollar enfermedad metastásica.

Pese a que la supervivencia libre de progresión no varió entre quienes recibieron cirugía, radioterapia o vigilancia activa; la supervivencia global fue menor entre los tratados con radioterapia tras ajustar los resultados por edad y estadio del VIH. Aunque la mayoría de fallecimientos no se debió directamente al cáncer, los investigadores recomiendan iniciar el cribado de los niveles de PSA desde los 45 años en varones con el VIH y evaluar más a fondo los valores superiores a 3 ng/ml, en consonancia con las nuevas guías alemanas.

Mujeres con el VIH: mayor vulnerabilidad a cánceres anogenitales

El cáncer anal y el de cuello uterino comparten una causa común: la infección persistente por el virus del papiloma humano (VPH). En mujeres con el VIH el riesgo se multiplica debido a la alteración inmunitaria, pero la percepción de amenaza y la participación en programas de detección en dicho colectivo siguen siendo bajas.

En un estudio prospectivo del Hospital Universitario de Padua (Italia), los investigadores ofrecieron el cribado de cáncer anal a 331 mujeres con el VIH. Sin embargo, el 45% lo rechazó.

Las razones más frecuentes para el rechazo de la prueba de cribado fueron la ausencia de relaciones sexuales anales o de actividad sexual reciente, la creencia de no estar en riesgo o el simple rechazo al procedimiento. Entre quienes aceptaron, se realizaron pruebas de detección del VPH y citologías anales. En caso de positividad a alguna de las pruebas, se indicó la realización de una anoscopia.

De las 144 mujeres con resultados positivos a las pruebas de cribado, prácticamente un 6% obtuvo el diagnóstico de cáncer anal y dos tercios presentaban genotipos del VPH de alto riesgo de malignización. Tener una edad avanzada y/o un recuento nadir de CD4 bajo se asociaron con un riesgo mayor.

Estudio de Países Bajos

En paralelo, un estudio neerlandés analizó más de dos décadas de pruebas de cribado a nivel del cuello uterino en 2.764 mujeres con el VIH. En total, se detectaron 246 casos de lesiones precancerosas y dos carcinomas invasivos. Los hallazgos mostraron una clara relación entre la duración de la supresión virológica y la incidencia de cáncer de cuello de útero: las mujeres con menos de dos años de control virológico tenían tasas de lesiones precancerosas hasta diez veces superiores a las de quienes llevaban más de cinco años con carga viral indetectable. Además, los recuentos de CD4 bajos, tanto históricos como recientes, se vincularon estrechamente a las lesiones más avanzadas.

Los autores concluyeron que los programas de detección deben centrarse en mujeres jóvenes, recién diagnosticadas o con inmunosupresión marcada. Es importante, a su juicio, reforzar la frecuencia del cribado y la educación sanitaria sobre el riesgo de cáncer anal, incluso sin antecedentes de sexo anal.

Cáncer de hígado: cribado desigual y escasa adherencia a las guías de práctica clínica

El cáncer hepático constituye otra amenaza relevante en personas con el VIH, especialmente cuando coexiste la infección por el virus de la hepatitis B (VHB). Las guías europeas de 2024 recomiendan realizar -entre quienes tienen el VIH y el VHB- una ecografía hepática semestral entre aquellas personas con cirrosis o factores de riesgo adicionales, como tener una edad superior a los 45 años, presentar coinfección por el virus de la hepatitis D (VHD) u otros factores de riesgo conocidos.

Un amplio estudio en 48 centros de España, Alemania y Polonia evaluó el cumplimiento de estas recomendaciones en 1.308 personas con el VIH y el VHB. Aunque más del 80% tenía el virus de la hepatitis bajo control y la mitad presentaba alto riesgo según la escala PAGE-B, solo el 28% había realizado pruebas de cribado.

La disparidad entre países fue notable: en España, la tasa alcanzó el 72% entre quienes tenían cirrosis, pero descendió al 15% en los que no la presentaban; en Alemania, los porcentajes fueron del 48% y 35% respectivamente.

Los resultados reflejan una falta de homogeneidad en la aplicación de las guías de práctica clínica y una preocupante infrautilización del cribado en personas sin cirrosis pero con factores de riesgo conocidos. Los investigadores subrayan la necesidad de integrar protocolos automatizados en las consultas del VIH y hepatología para mejorar la vigilancia y detectar de forma precoz los casos de cáncer hepático.

Conclusiones

En conclusión, los estudios presentados en la EACS 2025 confirman que la relación entre el VIH y el cáncer sigue siendo un reto clínico complejo. Los bajos recuentos de CD4, la supresión virológica reciente o incompleta y la falta de percepción de riesgo en determinadas poblaciones son factores que obstaculizan la detección precoz. Los expertos coinciden en que los programas de cribado deben ajustarse al perfil inmunológico, intensificarse en grupos vulnerables y acompañarse de estrategias educativas que promuevan la participación activa de las personas con el VIH en la prevención del cáncer.

Fuente: Aidsmap / Elaboración propia (gTt).

Referencias: Monin MB et al. Prostate cancer in people living with HIV (PLWH): results from a large retrospective multicentre analysis in Germany. 20th European AIDS Conference, Paris, abstract PS06.3, 2025.

Mazzitelli M et al. Anal cancer screening in a cohort of women with HIV: uptake and outcome from a prospective study. 20th European AIDS Conference, Paris, abstract PS06.2, 2025.


Jongen V et al.
Outcomes of cervical cancer screening among women with HIV in the Netherlands. 20th European AIDS Conference, Paris, abstract PS06.1, 2025.


Berenguer J et al.
Hepatocellular carcinoma screening in HIV/HBV coinfected individuals: insights from Spain, Germany, and Poland. 20th European AIDS Conference, Paris, abstract PS05.1, 2025.



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