Las comorbilidades frecuentes relacionadas con la edad aparecen a menudo de 5 a 10 años antes en las personas seropositivas
La tasa de mortalidad entre las personas con el VIH ha disminuido desde 1996, tras la disponibilidad generalizada de la terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA). Diversos estudios han demostrado que la esperanza de vida de las personas con el VIH sigue acercándose a la de la población general (véase La Noticia del Día 29/05/2023). No obstante, a pesar de que muchas personas seropositivas están clínicamente bien, las comorbilidades frecuentes relacionadas con la edad aparecen a menudo de 5 a 10 años antes. Asimismo, las condiciones conocidas como síndromes geriátricos también son diagnosticados antes a muchas personas con el VIH.
La fragilidad representa un estado de vulnerabilidad para la salud, que se produce en respuesta a una amplia variedad condicionantes como el físico, cognitivo, social, emocional o económico. Los síndromes geriátricos que incluyen fragilidad, deterioro cognitivo, sarcopenia, caídas y movilidad disminuida, deterioro sensorial y polifarmacia se producen con frecuencia y más temprano en el caso de personas con el VIH.
La fragilidad conduce a un mayor riesgo de situaciones adversas
En la población mayor seropositiva se ha demostrado una prevalencia de fragilidad que puede llegar a ser el doble que la de la población sin el VIH y con un desarrollo precoz a edades más tempranas. El fenotipo de fragilidad de Fried es la herramienta más utilizada para el diagnóstico de la fragilidad y se basa en 5 criterios funcionales: debilidad, baja resistencia al esfuerzo, lentitud, baja actividad física, y pérdida de peso. Las personas frágiles, en definitiva, son aquellas que cumplen tres o más criterios, las prefrágiles las que cumplen uno o dos criterios y los sujetos no frágiles o robustos los que no cumplen ninguno.
Clínicamente, la fragilidad conduce a un mayor riesgo de situaciones adversas como caídas, cognición deteriorada, pérdida de independencia, hospitalización y muerte, independientemente de la métrica utilizada (véase La Noticia del Día 03/02/2020). Además, la fragilidad comparte síntomas con la sarcopenia –enfermedad que produce pérdida de masa, fuerza y funcionamiento de los músculos en los adultos mayores–, como la reducción de la fuerza muscular, la masa y los cambios morfológicos.
De hecho, las personas que viven con el VIH tienen una probabilidad más de seis veces superior que la población general de sufrir sarcopenia. Los primeros signos de pérdida de masa muscular están presentes en la mediana edad, incluso con carga viral indetectable y un recuento normal de células CD4. En conjunto, hay una fuerte interacción entre la sarcopenia, la fragilidad y el declive funcional.
Prevención y manejo de la discapacidad y las comorbilidades
En el caso de personas que vivan con el VIH diagnosticadas como frágiles, los objetivos terapéuticos son la prevención y el manejo de la discapacidad y las comorbilidades, así como la evaluación y el tratamiento de los síndromes geriátricos. En la población general se recomienda la detección anual de fragilidad después de los 70 años, mientras que, según las últimas directrices de la Sociedad Clínica Europea contra el SIDA (EACS), en las personas con el VIH se recomienda la detección anual de la fragilidad a partir de los 50 y a quienes les sea diagnosticada se les remitiría a una evaluación geriátrica en profundidad.
La geriatra española Fátima Brañas, del Hospital Infanta Leonor de Madrid, indicó la necesidad de que los médicos ampliaran su enfoque respecto a la atención del VIH y las comorbilidades e incluyeran la fragilidad y el deterioro funcional en el abordaje de los pacientes mayores con el VIH, prestando más atención a los problemas que afectan a la vida cotidiana de las personas y a su calidad de vida (véase La Noticia del Día 09/11/2023).
La fragilidad es reversible
Cualquier evaluación que sugiera fragilidad puede impulsar al personal médico a tomar algunas medidas básicas pero valiosas: comprobar que todas las comorbilidades se están tratando de forma adecuada, realizar una revisión de los medicamentos para gestionar la polifarmacia y comprobar que la persona está recibiendo los nutrientes dietéticos que necesita –la pérdida de masa muscular a menudo contribuye a la fragilidad, por lo que comer un número suficiente de proteínas resulta importante–.
Una diferencia clave entre fragilidad y discapacidad es que la fragilidad es reversible. Pero la única intervención que ha demostrado ser eficaz para revertir la fragilidad es la actividad física, por lo que apoyar a las personas para que sean más activas puede ser lo más importante que pueden hacer los profesionales sanitarios. Otros aspectos relevantes que pueden prevenir la aparición de la fragilidad en personas con el VIH son la alimentación saludable, dormir todos los días 7 horas, acudir a consulta médica con regularidad y mantener una buena adherencia al tratamiento antirretroviral.
Fuente: Elaboración propia (gTt-VIH)
Referencia: Kehler S, Milic, J, Guaraldi G, et al. Frailty in older people living with HIV: current status and clinical management. Published online 2022 Nov 30. doi: 10.1186/s12877-022-03477-7