En la XIII Conferencia de la Sociedad Internacional del Sida sobre Ciencia del VIH (IAS 2025), celebrada recientemente en Kigali (Ruanda) y de forma virtual, una de las expresiones de moda fue “integración”. En especial, se debatió sobre si este concepto permite cerrar la brecha en los servicios de VIH tras los recortes de financiación del gobierno de EE UU. Las opiniones estuvieron profundamente divididas entre quienes la defendían y las personas que se oponían a ella. No obstante, las conversaciones durante la conferencia evidenciaron que la mayoría de los participantes no tenían claro el modo en que debería implementarse.
Integración como respuesta a los recortes económicos
En el contexto de unos sistemas sanitarios enfrentados a unos retos agravados por los recortes en la financiación internacional, el concepto de “integración” de los servicios de salud ha emergido como una estrategia clave en la respuesta al VIH.
Este enfoque, promovido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), propone ofrecer a las personas una atención continua que incluya promoción de la salud, prevención, diagnóstico, tratamiento y cuidados paliativos a través de los distintos niveles del sistema de salud.
Con esto se pretende sustituir los programas “verticales” centrados en enfermedades específicas —como el VIH— por un sistema más cohesivo y eficiente. No obstante, a pesar de que se plantea como una solución prometedora también ha despertado numerosa controversia en la sociedad civil y profesionales de la salud.
Problemas en la integración en determinados contextos
En la conferencia se planteó el ejemplo de Uganda, donde el Ministerio de Salud decidió en 2025 integrar los servicios de VIH dentro de la atención general. Como parte del plan, se eliminaron los centros especializados en esta infección (y también en tuberculosis) y sus tareas fueron transferidas a la atención primaria. En consecuencia, se elaboró una guía práctica y se llevó a cabo la capacitación del personal de salud no especializado en VIH. Sin embargo, algunos expertos advierten que, sin una orientación adecuada de la OMS, esta transición podría comprometer la calidad de los servicios.
Un activista de Tailandia cuestionó que la integración, tal como se está implementando en muchos países, pretende mejorar la eficacia, pero en muchos casos no responde adecuadamente a las realidades de las poblaciones clave como hombres gais, bisexuales y otros hombres que practican sexo con hombres (GBHSH), personas trabajadoras sexuales o personas usuarias de drogas inyectables. Una integración sin un enfoque de equidad puede dejar sin respuesta las necesidades de comunidades que requieren confianza, confidencialidad y experiencia especializada.
Enfoque de equidad
Aunque la integración es ampliamente vista como beneficiosa, persisten preguntas fundamentales sobre su implementación y si es posible que se haga con un enfoque de equidad. Esta sería la opinión de una activista del VIH en Kenia, que afirmó que la descripción de la OMS sobre la integración no se ajusta a la realidad en las clínicas. Para esta persona, la integración se limita a la dispensación de antirretrovirales. En su intervención se mostró favorable a la integración, pero que brinde una atención adecuada desde una perspectiva holística.
Otra preocupación señalada fue el riesgo de crear disparidades que dejen detrás a las poblaciones rurales. Los hospitales en zonas rurales tienen pocas capacidades y es posible que la integración no tenga los recursos necesarios para estas comunidades. También se advirtió de que una implementación apresurada daría prioridad a la cantidad sobre la calidad de atención que realmente necesitan las comunidades.
Criminalización
Por otro lado, la criminalización de poblaciones clave, el estigma persistente contra las personas con VIH y los sistemas de salud con pocos recursos y sobrecargados presentan barreras significativas para una integración significativa.
En países donde existen problemas de criminalización del VIH, las poblaciones clave pueden mostrarse reacias a ser atendidas en centros de salud gubernamentales. En muchos casos se habían habilitado servicios en la comunidad (como clínicas móviles o centros de acogida) para evitar ser identificadas, criminalizadas o tratadas con hostilidad.
Si se fuerza a estas comunidades a volver a los centros de salud gubernamentales, probablemente se traduzca en que se pierda el seguimiento sanitario de estas poblaciones clave y vulnerables que vuelvan a la clandestinidad.
Experiencias positivas en el sudeste asiático
En la conferencia también se presentaron algunas estrategias de mitigación que han resultado prometedoras para las poblaciones clave en el sudeste asiático. En Vietnam, cuando los hospitales de distrito absorbieron servicios de organizaciones comunitarias, los usuarios necesitaban seguro social de salud. El proceso de inscripción requería documentos de identidad y registro de domicilio, lo que excluía a muchas personas que se inyectan drogas y trabajadoras sexuales. Sin embargo, cuando el gobierno financió determinadas intervenciones por parte de organizaciones de la sociedad civil y eliminó las primas del seguro de salud para grupos vulnerables, la cobertura del seguro social entre personas con VIH se disparó al 95%.
Por su parte, la Oficina Nacional de Seguridad Sanitaria de Tailandia apoya a organizaciones de la sociedad civil para que brinden servicios de VIH a poblaciones clave, con reembolso por servicio a través de “contratación social.” En Malasia, la expansión de programas de intercambio de jeringuillas y metadona tanto en clínicas públicas como en ONG entre 2006 y 2023 previno aproximadamente 12.000 infecciones.
La conclusión es que la integración tuvo éxito en estos contextos cuando se planteó un enfoque basado en la equidad.
Las comunidades deben liderar la integración
Muchos activistas manifestaron su sensación de que tanto las comunidades como el trabajo dirigido por la comunidad han sido dejados de lado en las conversaciones sobre integración, a pesar de su eficacia comprobada.
Argumentan que las redes de personas con VIH y poblaciones clave no solo deben ser incluidas en las discusiones sobre integración, sino que también deben recibir los recursos necesarios para que puedan realizar seguimiento, rastreo de contactos, grupos de apoyo y educación sobre el tratamiento a bajo costo, aprovechando su propia experiencia. Para ello es necesario garantizar que quienes se encuentran en puestos de toma de decisiones entiendan el valor de los servicios comunitarios.
Conclusión
La integración es un concepto que hace tiempo que se está planteando en las agendas de salud. Sin embargo, muchos activistas han mostrado su preocupación por que se esté implementando demasiado rápido como respuesta a los recortes de financiación. Consideran que la integración, bien concebida, puede mejorar el acceso y la eficiencia de los sistemas de salud. Sin embargo, si se implementa de forma apresurada, sin contar con la participación comunitaria ni prestar atención a las realidades sociales, puede convertirse en una nueva barrera para las poblaciones clave.
Como señalan múltiples voces desde la conferencia IAS 2025, el verdadero desafío es garantizar que la atención siga siendo accesible, de calidad, segura y digna para todas las personas, especialmente las más vulnerables.
Fuente: Aidsmap/Elaboración propia (gTt-VIH)
Referencias: Are integration and equity at odds? 13th International AIDS Society Conference on HIV Science, Kigali, symposium SY21, 2025.
Lives in the balance: Adapting advanced HIV disease programs amid a changing global funding landscape. 13th International AIDS Society Conference on HIV Science, Kigali, satellite SAT35, 2025.
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