Según un estudio español, cuyos resultados han sido presentados en la XIX Conferencia Europea del Sida (EACS 2023), las personas con el VIH con un diagnóstico de COVID-19 presentaron un 35% más de riesgo de sufrir un evento cardiovascular grave en el año siguiente, en comparación con el resto de la población con el VIH. El aumento de riesgo se concentró en tres tipos de problemas cardiovasculares: trombosis, insuficiencia cardiaca y otros trastornos cardiacos, incluidos los aneurismas. Sin embargo, el estudio español que realizó estos hallazgos también observó que las personas con el VIH con diagnóstico de COVID-19 no presentaron tasas más elevadas de infarto de miocardio o ictus.
Existen distintos estudios que muestran que las personas diagnosticadas de COVID-19 en la población general corren un mayor riesgo de sufrir un acontecimiento cardiovascular grave, como por ejemplo infartos. Sin embargo, aunque se ha comprobado que las personas con el VIH no vacunadas frente al SARS-CoV-2 presentan un riesgo algo mayor de ser hospitalizadas y morir por COVID-19, lo cierto es que no hay muchos datos sobre el riesgo de cardiopatías tras un diagnóstico de COVID-19 en personas seropositivas.
Este aspecto resulta especialmente relevante, ya que las personas con el VIH tienen un mayor riesgo cardiovascular de por sí (véase La Noticia del Día 04/11/2022). Este mayor riesgo puede deberse a la propia infección por el VIH, a lo que se sumarían otros factores como determinados efectos secundarios del tratamiento (como la dislipemia) o el hecho de que hábitos de vida que favorecen este riesgo (como el fumar) son más frecuentes en esta población.
En consecuencia, un equipo de investigadores españoles decidió determinar el riesgo de eventos cardiovasculares en personas con el VIH tras un diagnóstico de COVID-19. Para ello, recopilaron los diagnósticos de COVID-19 en la base de datos de la cohorte PISCIS entre marzo de 2020 y julio de 2022. Al mismo tiempo, recogieron los eventos cardiovasculares en la base de datos PADRIS (que recopila datos sobre la utilización de servicios sanitarios en Cataluña).
En el análisis se tuvieron en cuenta los siguientes eventos cardiovasculares: disritmia, enfermedad cerebrovascular (ictus o hemorragia cerebral), cardiopatía isquémica (incluyendo el infarto de miocardio o la angina de pecho), trastornos trombóticos (como trombosis venosa profunda o coágulos de sangre), insuficiencia cardíaca, enfermedad cardíaca inflamatoria, enfermedad vascular periférica, aneurismas u otros trastornos como paro cardíaco.
Finalmente, se incluyeron datos de 4.199 personas con el VIH con dinagnóstico de COVID-19 y otras 14.004 sin COVID-19. La mayor parte de los participantes eran hombres (82%), con una mediana de edad de 45 años en el grupo con COVID-19 y de 48 años en el grupo sin COVID-19. Se observó que aproximadamente el 3% de las personas tenía recuentos de CD4 por debajo de 200 células/mm3 (un factor de riesgo de una progresión grave de la COVID-19) y la mediana del recuento de CD4 fue de 688 células/mm3 en el grupo con COVID-19. El 90% de las personas tenía una carga viral del VIH indetectable.
El 40% de las personas con COVID-19 y el 36% de las personas sin COVID-19 presentaban al menos una comorbilidad asociada a un mayor riesgo de evolución grave de la COVID-19. Las más habituales fueron enfermedad hepática crónica (11%), cáncer sanguíneo (13%) o dislipidemia (10%). No se observaron diferencias sustanciales entre los brazos del estudio en cuanto a la prevalencia de ninguna comorbilidad, excepto la hipertensión arterial, que fue más común en las personas que no tuvieron la COVID-19 (11% frente a 6%).
La tasa de diagnósticos cardivasculares previos al diagnóstico de COVID-19 fue del 11,8%, frente al 10,5% en el grupo que no tuvo COVID-19.
Entre las personas diagnosticadas de COVID-19, el 7% fueron hospitalizadas y 25 requirieron cuidados intensivos tras la hospitalización. El 13% de las personas diagnosticadas de COVID-19 se infectaron al menos dos veces por el coronavirus.
A lo largo de una mediana de 243 días de seguimiento, se comprobó que 211 personas con diagnóstico de COVID-19 y 621 sin diagnóstico de COVID-19 experimentaron un evento cardiovascular. Esto equivale a una tasa de incidencia de 70,2 y 56,8 por 1000 persona-años en los grupos con y sin COVID-19, de forma respectiva.
A continuación, se realizó un análisis multivariable teniendo en cuenta distintos factores, como los demográficos, los relacionados con el VIH, el diagnóstico de COVID-19 y las comorbilidades asociadas a COVID-19. Se comprobó que el diagnóstico de COVID-19 se relacionó con un riesgo un 35% superior de experimentar cualquier tipo de acontecimiento cardiovascular (cociente de riesgo ajustado [CRA: 1,35]; intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 1,13-1,60). Este mayor riesgo se observó en todos los subgrupos de población. No obstante, fue especialmente pronunciado en aquellas personas con el VIH diagnosticadas de COVID-19 que padecían enfermedad pulmonar crónica o enfermedad renal crónica. Se observó un aumento del riesgo incluso al dejar fuera del análisis a las personas con enfermedad cardiovascular previa.
Los eventos cardiovasculares registrados con mayor frecuencia fueron la cardiopatía isquémica (1,6% de todas las personas diagnosticadas de COVID-19), la insuficiencia cardiaca (1%) y el ictus (0,9%). Sin embargo, hay que señalar que los únicos eventos cardiovasculares que se produjeron con mayor frecuencia en las personas con COVID-19 fueron los trastornos trombóticos, la insuficiencia cardiaca y otros trastornos cardiacos como los aneurismas. Así, no se apreciaron diferencias significativas entre los dos grupos en lo que se refiere a las tasas de otros eventos como disritmia, enfermedad cerebrovascular, cardiopatía inflamatoria, enfermedad vascular periférica o cardiopatía isquémica.
Los autores del estudio concluyen que, entre las personas con el VIH que se están recuperando de la COVID-19 (incluso en los casos en que no haya habido una hospitalización), debería prestarse especial atención a su salud cardiovascular. También es importante asegurarse de que las personas con VIH se vacunen frente a la COVID-19 y se mantengan al día con las dosis de refuerzo, teniendo en cuenta que se trata de una población que ya presenta un mayor riesgo de cardiopatías.
Fuente: Aidsmap/Elaboración propia (gTt-VIH)
Referencia: Martin Iguacel R et al. Risk of major cardiovascular events after COVID-19 in people with HIV: the prospective PISCIS cohort study. 19th European AIDS Conference, Warsaw, abstract PS3.01, 2023.
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