Según los resultados de un estudio publicado en la edición del 6 de julio de la revista Annals of Internal Medicine, los hombres que utilizan fármacos para el tratamiento de la disfunción eréctil tienen más probabilidades de desarrollar enfermedades de transmisión sexual que aquéllos que no los emplean. El análisis, realizado a partir de los datos de más de 1,4 millones de hombres estadounidenses mayores de 40 años, subraya la importancia de que los profesionales de la salud proporcionen información adecuada sobre prácticas de riesgo y sus medidas de prevención a los pacientes a los que prescriben este tipo de fármacos, haciendo especial hincapié en los de mayor edad.
La disfunción eréctil es un trastorno sexual caracterizado por la imposibilidad de alcanzar o mantener una erección satisfactoria para poder completar una relación sexual. En hombres con VIH, se ha observado una elevada incidencia de esta afección: algunos estudios han calculado que entre un tercio y tres cuartas partes de los varones seropositivos padecen este trastorno (véase La Noticia del Día 14/12/2009). En esta población de pacientes, aunque las causas exactas de este problema no se conocen con exactitud, se ha sugerido que puede deberse a la propia infección por VIH, el tratamiento antirretroviral (sobre todo, los inhibidores de la proteasa), y otros factores de riesgo presentes en la población general, como la edad, desórdenes hormonales y/o psicológicos.
Para tratar la disfunción eréctil, existen medicamentos eficaces de prescripción que requieren un empleo cuidadoso en hombres con VIH que toman tratamiento antirretroviral como consecuencia de las posibles interacciones medicamentosas. Los más comúnmente prescritos son sildenafilo (Viagra®), vardenafilo (Levitra®) y tadalafilo (Cialis®). Aunque se trata de medicamentos de prescripción médica, es habitual su adquisición a través de prácticas inadecuadas o ilícitas, como por ejemplo la compra en la farmacia sin receta, en el mercado negro o por internet. La venta fraudulenta implica, en muchos casos, la falsedad del medicamento y su uso inadecuado, lo que podría suponer un riesgo para la salud del paciente.
Se ha sugerido que el aumento de la actividad sexual que proporcionan estos medicamentos podría ir acompañada de un incremento del riesgo de infecciones de transmisión sexual (ITS), entre las cuales figura el VIH, la clamidia, la gonorrea, el herpes o la sífilis. No obstante, existen pocos indicios sobre el riesgo de ITS en hombres que utilizan medicamentos para tratar la disfunción eréctil. Los estudios acerca del comportamiento sexual han mostrado que las tasas de ITS, incluida la de VIH, están aumentando en personas mayores –de igual forma que en la población general–, y que aquéllas de más de 50 años tienen menos probabilidades que las más jóvenes de usar preservativos o de realizarse la prueba de detección del VIH. Una encuesta llevada a cabo en EE UU a médicos de atención primaria reveló que éstos rara vez o nunca dialogaban con sus pacientes mayores o de mediana edad sobre la posibilidad de reducir los factores de riesgo sexual.
Estudios pequeños efectuados en hombres que practican sexo con hombres (HSH) han asociado el uso de los medicamentos para la disfunción eréctil con comportamientos de alto riesgo y tasas elevadas de ITS. Sin embargo, ningún estudio anterior ha examinado la relación entre este tipo de fármacos y el riesgo de infecciones de transmisión sexual en una muestra grande y representativa de hombres de edad avanzada.
En el estudio cuyos resultados ahora se publican, los investigadores examinaron los historiales médicos de 44 grandes compañías aseguradoras estadounidenses desde 1997 a 2006. Para todos los beneficiarios varones, mayores de 40 años, que habían utilizado medicamentos para la disfunción eréctil, los autores del estudio recopilaron datos clínicos relativos a un año antes y un año después de la primera prescripción del fármaco. Cada paciente al que se prescribió medicación para la disfunción eréctil se emparejó con 5 varones que no tomaban este tipo de fármacos seleccionados de forma aleatoria de la misma base de datos y para los que se recopiló información clínica relevante por un período similar de dos años.
El análisis final incluyó a 33.968 hombres que tomaron medicamentos para la disfunción eréctil y 1.376.838 varones que no los emplearon. Los resultados muestran que los hombres que tomaron este tipo de medicación tuvieron tasas más elevadas de ITS que aquéllos que no la recibieron el año antes de tomarla (214 frente a 106 casos anuales por cada 100.000 personas; p =0,003) y el año después [105 frente a 65 casos al año por cada 100.000 personas; p= 0,004]. La infección por VIH, seguida de clamidia, fueron las ITS que, con más frecuencia, se comunicaron en ambos grupos de hombres.
Dado que la prevalencia de ITS no varió de forma visible tras la introducción del fármaco para la disfunción eréctil, los autores del estudio sugieren que la diferencia apreciada entre los dos grupos probablemente sea un reflejo de las prácticas sexuales de alto riesgo entre los hombres que tomaron dicha medicación. Por otro lado, los datos recopilados no permiten extraer conclusiones sobre si los fármacos para la disfunción eréctil incrementan, por sí mismos, el riesgo de contraer una ITS, una cuestión que los investigadores intentarán desvelar en un futuro estudio.
En sus conclusiones, los autores afirman: “Aunque las ITS son poco comunes en hombres mayores –del orden de 1 por cada 1.000 individuos–, nuestro estudio ha hallado tasas entre 2 y 3 veces más elevadas en varones que utilizan medicación para tratar la disfunción eréctil, tanto antes como después de recibir por primera vez este tipo de fármaco”.
Además, los investigadores señalan que, puesto que los pacientes mayores que reciben medicación para la disfunción eréctil podrían estar en una situación de mayor vulnerabilidad y riesgo de tener o adquirir una ITS, los profesionales de la salud que prescriben y dispensan estos medicamentos deberían ofrecer a sus pacientes counselling sobre prácticas de sexo seguro y pruebas de cribado de infecciones de transmisión sexual.
Fuente: ScienceDaily / Elaboración propia.
Referencia: Jena A, Goldman D, Kamdar A, et al. Sexually Transmitted Diseases Among Users of Erectile Dysfunction Drugs: Analysis of Claims Data. Ann Intern Med. 2010; 153: 1-7.
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