Un artículo publicado en The Lancet Infectious Diseases alerta sobre la creciente incidencia de la gonorrea y, especialmente, sobre el avance de cepas resistentes a múltiples antibióticos. El texto señala que para hacer frente a este reto son fundamentales tanto el desarrollo de nuevos tratamientos como las estrategias de profilaxis adaptadas a cada región.
Una amenaza creciente para la salud pública global
La creciente amenaza de la resistencia antimicrobiana en Neisseria gonorrhoeae -la bacteria responsable de la gonorrea, también conocida como gonococo- ha encendido las alarmas de la salud pública global.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) actualizó en 2024 su lista de patógenos prioritarios y tuvo en cuenta a este microorganismo por dos razones distintas: su resistencia a los antibióticos de la familia de las fluoroquinolonas y su capacidad para desarrollar resistencia a antibióticos de la familia de las cefalosporinas de tercera generación.
Se trata de un problema que avanza con rapidez: en muchas regiones del planeta, como por ejemplo algunas regiones africanas o del Pacífico Occidental (véase La Noticia del Día 30/09/2024) aumentan los casos difíciles de tratar y se dispara la incidencia de la infección, poniendo en riesgo los objetivos internacionales de una reducción del 90% de los nuevos casos de gonorrea antes de 2030. Frente a este escenario, la investigación científica y las estrategias de prevención se convierten en la clave para evitar que la gonorrea se consolide como infección intratable.
Una historia de resistencias en cascada
Desde las sulfonamidas hasta las quinolonas, pasando por tetraciclinas y macrólidos como la azitromicina, el gonococo ha desarrollado resistencia a múltiples familias de antibióticos. Hoy la preocupación se centra en la ceftriaxona, última opción de tratamiento en muchos países.
La expansión de cepas con porcentajes de resistencia que ya se mueven entre el 8% y el 27% en China, Camboya y Vietnam constituye un aviso serio. Cada vez que emerge un nuevo mecanismo de evasión, la curva epidemiológica tiende a dispararse, como muestran los registros de los últimos cinco años: la prevalencia mundial de gonorrea no deja de subir. Si nada cambia, el objetivo de pasar de 82 millones de casos anuales en 2020 a apenas 8 millones en 2030 va camino del fracaso.
Nuevos tratamientos en camino
A pesar del panorama pesimista, surgen indicios alentadores. Dos nuevos antibióticos -zoliflodacina y gepotidacina- han completado sus ensayos clínicos de fase 3 con resultados de no inferioridad frente a ceftriaxona y azitromicina. Zoliflodacina, administrada en una única suspensión oral de 3 g, logró tasas de curación equiparables a las del grupo comparador en el tracto urogenital. Por su parte, gepotidacina mostró, de forma inesperada, una eficacia superior a la del régimen convencional en infecciones rectales, aunque rindió menos en localizaciones faríngeas, cuestión pendiente de confirmación en estudios de mayor tamaño.
Más allá de estos progresos, un hallazgo básico abre otra puerta: investigadores europeos identificaron un compuesto capaz de activar toxinas endógenas que matan selectivamente al gonococo. El desarrollo del fármaco todavía está en fases iniciales, pero evidencia que existen rutas bioquímicas inexploradas con potencial terapéutico. Disponer de varios fármacos con mecanismos independientes sería un paso prometedor para frenar las cepas resistentes a todos los antibióticos disponibles que ya han comenzado a ser detectadas.
Prevención: doxiciclina como profilaxis
En paralelo, se explora el uso de la doxiciclina como profilaxis postexposición (PEP, en sus siglas en inglés). Ensayos recientes —como DoxyVAC y DoxyPEP (véase La Noticia del Día 22/02/2023)— evaluaron la toma de dos comprimidos de 100 miligramos de doxiciclina dentro de las 72 horas posteriores a una relación sexual sin preservativo. Ambos redujeron la incidencia de clamidia y sífilis, pero ofrecieron resultados divergentes frente a gonorrea: eficacia clara en un estudio y menos clara en la otra.
La explicación probable radica en la elevada resistencia a las tetraciclinas detectada en las cepas europeas, fenómeno que también se refleja en un estudio realizado con mujeres en Kenia, donde la adherencia fue baja y la resistencia alta. Estas variaciones subrayan la necesidad de adaptar las intervenciones a la realidad microbiológica local y vigilar los posibles efectos de la PEP sobre la selección de nuevas resistencias.
Evitar un futuro sin tratamientos efectivos
El caso de Neisseria gonorrhoeae ilustra cómo la resistencia puede vaciar de contenido incluso las mejores estrategias sanitarias. Si la capacidad de tratamiento se erosiona, la infección no solo generará complicaciones individuales -enfermedad inflamatoria pélvica, infertilidad, aumento del riesgo de transmisión del VIH-, sino que también impactará sobre los sistemas de salud y la economía por los costes derivados de una atención más compleja y prolongada.
Por ello, las inversiones en investigación y desarrollo de antimicrobianos resultan urgentes: incentivos que faciliten la llegada al mercado de moléculas innovadoras, estudios que evalúen combinaciones o secuencias terapéuticas y vigilancia en el laboratorio del patógeno para detectar rápidamente nuevos focos de resistencia. De igual modo, es imprescindible reforzar la prevención con educación sexual; promoción del uso del preservativo; mejora del acceso al diagnóstico y tratamiento precoces y programas de reducción de daños que contemplen con rigor la profilaxis antibiótica.
Con una respuesta coordinada -que combine ciencia, salud pública y compromiso político- todavía es posible frenar el avance de la gonorrea con multirresistencia a antibióticos. Sin una acción coordinada de las diversas estrategias, la resistencia avanza más rápido que la innovación terapéutica. Ello será determinante para alcanzar los objetivos para el año 2030 o, al menos, para evitar que se conviertan en inalcanzables a medio plazo.
Fuente: Elaboración propia (gTt-VIH).
Referencia: The Lancet Infectious Diseases. Stopping gonorrhoea’s descent towards untreatability. Lancet Infect Dis. 2025;25(5):471. doi:10.1016/S1473-3099(25)00251-8
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