La interleuquina 2 ofrece un ‘rescate del sida’ rápido, pero sus efectos no siempre son duraderos

El uso de interleuquina 2 (IL-2, un fármaco estimulante del sistema inmunitario) junto con la terapia antirretroviral (TARV) convencional puede provocar que el nivel de CD4 aumente más rápido de lo habitual en personas diagnosticadas cuando sus recuentos son muy bajos, y puede ayudar a prevenir la aparición de enfermedades asociadas con el sida en los primeros meses de uso, según ha revelado un estudio italiano.

Gus Cairns

La IL-2 es una citoquina (proteína moduladora del sistema inmunitario) presente de forma natural que puede elaborarse también artificialmente. Provoca un aumento notable de los recuentos de células CD4 en la mayoría de las personas que la toman, al alargar la vida de éstas. Esto ha sido objeto de dos ensayos prolongados en personas con VIH (ESPRIT y SILCAAT), cuyos informes se esperan para 2009.

Estos ensayos se pusieron en marcha en un momento en el que se consideraba que el empleo de IL-2 podía constituir una alternativa a la terapia antirretroviral, o al menos un modo de retrasar su inicio. Sin embargo, la interleuquina 2 produjo unos desagradables (e impopulares) efectos secundarios, similares a la gripe, en varias personas que participaron en los ensayos. Por otro lado, al mejorar la tolerabilidad de los fármacos antirretrovirales, ha disminuido el entusiasmo por la IL-2 como alternativa a la TARV a largo plazo.

No obstante, podría utilizarse de otras maneras, incluyendo un método de emergencia para potenciar a corto plazo los recuentos de CD4 en personas que los tengan muy bajos, a fin de reducir el riesgo de que aparezcan infecciones oportunistas hasta que la terapia antirretroviral haya reforzado el sistema inmunitario lo suficiente como para evitar ese riesgo. Ésta fue la estrategia que decidió probar Camilla Tincati, junto con un equipo de colaboradores de dos clínicas del VIH de Milán (Italia).

Tincati trabajó con 73 pacientes recientemente diagnosticados que iniciaron la TARV. A las dos semanas, las personas participantes fueron distribuidas de forma aleatoria para continuar con esta terapia de forma normal (40 pacientes) o para recibir, además, IL-2 (33 pacientes). Los pacientes que tomaron IL-2 recibieron tres ‘ciclos’ de la misma que consistieron en diez dosis de tamaño medio administradas en forma de inyección subcutánea, una vez al día, a lo largo de dos semanas, con un descanso de una semana. Esta tanda de tratamiento se repitió tres veces durante los primeros tres meses bajo el mismo.

Se realizó un seguimiento del progreso de los pacientes a lo largo de 18 meses después del primer ciclo trimestral de tratamiento con IL-2. Las personas que no consiguieron recuperar más de un 30% del recuento inicial de CD4 tras seis meses recibieron otras tres tandas adicionales de interleuquina 2 entre los meses 6 y 9.

Los pacientes presentaron un nivel basal de CD4 bajo, con un promedio de recuento de 48 células/mm3 en el caso de los que tomaron TARV y de 61 células/mm3 en el de aquéllos que recibieron IL-2. Veintisiete (67,5%) de los pacientes en terapia antirretroviral y quince (45,5%) de los que tomaron IL-2 evidenciaron enfermedades definidoras de sida al inicio del estudio. Todos los participantes respondieron a la TARV con un descenso de las cargas virales.

La terapia con interleuquina 2 ofreció un grado notable de lo que Tincati y su equipo de colaboradores denominaron ‘rescate de CD4’. Al final de los tres meses, y de tres ciclos de IL-2 en el caso de los pacientes que la recibieron, el aumento medio del recuento de CD4 en los pacientes que sólo recibieron TARV fue de 20 células/mm3 (quedando su nivel medio en 68 células/mm3), mientras que en los pacientes que además tomaron IL-2, el aumento fue de 145 células/mm3,y su nuevo recuento medio de 206 células/mm3.

Sin embargo, los aumentos en los recuentos de CD4 no duraron. Al final de los seis meses, el promedio del incremento de CD4 fue idéntico en los dos grupos de pacientes: 59 células/mm3. Dicho con otras palabras, mientras que los pacientes del grupo que recibió TARV experimentaron un lento incremento de CD4 de 107 células/mm3, los pacientes del grupo con IL-2 mostraron, en realidad, un descenso apreciable de CD4 en el segundo trimestre y, al final de este periodo, el promedio de recuentos de CD4 en el grupo que recibió interleuquina 2 se situó en 120 células/mm3.

Concluidos los 18 meses, los pacientes del grupo que tomó TARV presentaron un recuento medio de CD4 de 145 células/mm3 (aumento de 97) y los del grupo que recibió IL-2, de 168 células/mm3 (aumento de 107), una diferencia no significativa.

No obstante, la respuesta a interleuquina 2 varió considerablemente de un paciente a otro. Tincati y su equipo dividieron el grupo de pacientes que tomaron la interleuquina en 23 (70%) personas que ‘respondieron’ a la misma y 10 (30%) que ‘no respondieron’. En ambos casos, los participantes presentaron un aumento inicial de CD4 en el primer ciclo: un incremento de 161 células/mm3 en el caso de las personas que respondieron y de 95 células/mm3 en el de las que no respondieron, lo que implica que incluso estos últimos pacientes tuvieron un aumento inicial muy superior al observado en aquéllos que sólo recibieron TARV.

Sin embargo, aunque el aumento de CD4 se mantuvo bastante bien en el caso de los que respondieron a IL-2 (hasta 61 células/mm3 a los seis meses y hasta 135 células/mm3 a los 18 respecto al inicio), no fue el caso de los que no respondieron (sólo 28 células/mm3 más a los seis meses y 74 células/mm3 a los 18 meses, lo que significa que acabaron con unos recuentos de CD4 ligeramente inferiores a los de los pacientes que sólo recibieron TARV). Los posteriores ciclos de tratamiento con IL-2 no produjeron ningún otro aumento significativo de CD4 en las personas que no respondieron.

De todos modos, la terapia con IL-2 pareció reducir de forma apreciable el peligro de padecer nuevas enfermedades definidoras de sida en los primeros meses de terapia. Aunque se diagnosticaron nuevas enfermedades asociadas con el sida en seis pacientes (15%) que recibían TARV, sólo se produjo un diagnóstico entre los pacientes que tomaban IL-2 (3%). Si bien esta diferencia no llegó a tener significación estadística (p= 0,06), el equipo de investigadores comentó que “el hallazgo de una menor proporción de pacientes que desarrollaron enfermedades definidoras de sida sugiere que [la estrategia de potenciación con IL-2] puede ser eficaz, lo que, a su vez, se traduciría en un beneficio clínico más temprano”.

Referencia: Tincati C, et al. Clinical effect of interleukin-2 (IL-2) immuno-adjuvant treatment in HIV+ advanced naïve patients. Ninth International Congress on Drug Therapy in HIV Infection, Glasgow, Abstract P1, 2008.

Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).

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