IAS: La consulta regular con el dietista se muestra eficaz en la prevención de la dislipidemia asociada a TARGA

Una consulta de 20 minutos con el dietista cada tres meses podría ser suficiente para reducir los aumentos de lípidos asociados con los fármacos que emergen tras el comienzo de TARGA, según pequeño ensayo de reparto aleatorio que se presentó en la IV Conferencia de la IAS en Sydney el pasado miércoles.

Edwin J. Bernard

Se recomienda un cambio de dieta como intervención de primera línea en la dislipidemia

Muchas personas que comienzan TARGA observan cómo sus niveles de colesterol total crecen, al tiempo que también lo hacen los tipos más dañinos de lípidos, como el colesterol LDL y los triglicéridos. En ciertos casos, estos aumentos son lo bastante altos como para merecer tratamiento con fármacos hipolipemiantes con el objetivo de disminuir el riesgo de enfermedad cardiovascular.

Por otro lado, las directrices sobre dislipidemia estadounidenses recomiendan cambios en los hábitos de vida, por ejemplo mejora de la dieta, como intervención de primera línea para la dislipidemia asociada al VIH, pese a que existe muy poca evidencia sólida que apoye este enfoque en personas con VIH.

Los investigadores de este estudio, que trabajan en el Hospital Clínicas de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul, en la ciudad brasileña de Porto Alegre, ya habían analizado con anterioridad el ejercicio aeróbico junto con una dieta baja en grasas en personas que tomaran TARGA y que estuvieran experimentando dislipidemia y cambios en la grasa corporal. Sin embargo, dicha investigación tuvo una duración corta, y aunque la intervención mejoró la calidad de vida de los pacientes, no se observaron en realidad cambios significativos en los niveles plasmáticos de lípidos.

Diseño del estudio

Con la intención de evaluar el efecto de la orientación e intervención dietéticas en los lípidos de la sangre en personas naive a los tratamientos que empezaran terapia antirretroviral por primera vez, se llevó a cabo un reparto aleatorio de 90 personas que iban a comenzar TARGA entre dos grupos de tamaño equivalente.

Al inicio del ensayo, los dos grupos recibieron asesoramiento nutricional para reducir el consumo de carbohidratos simples así como de grasas saturadas y “trans”, y para aumentar el consumo de carbohidratos complejos y de fibra. También al inicio se tomaron mediciones de índice de masa corporal, proporción cintura/cadera y perfiles de lípidos, que se repitieron cada tres meses. Además se pidió a los 90 participantes que recordarán todo lo que habían comido en las 24 horas previas al inicio del estudio, y también a los seis y a los 12 meses de su puesta en marcha.

Las 45 personas que formaban parte del grupo llamado de intervención dietética contaron además con una consulta breve, de 20 minutos, con un dietista cada tres meses. La consulta incluía asesoramiento nutricional a partir de las directrices del Programa Nacional de Educación sobre el Colesterol (NCEP, en sus siglas en inglés), del Departamento de Salud y Asuntos Sociales de los EE UU, que están pensadas para ayudar a los participantes a alcanzar un equilibrio ideal de macronutrientes y conseguir los objetivos que marcan las directrices del NCEP en relación al colesterol total, el colesterol HDL y el LDL y los triglicéridos.

Con el objetivo de determinar adecuadamente el efecto de esta intervención en los cambios de los lípidos asociados a TARGA, los investigadores sólo incluyeron en sus análisis final a aquellos en los que la carga viral se mantuvo indetectable (<50 copias/ml) a los seis y a los 12 meses. Según explicó el Dr. Eduardo Sprinz, ésta era la manera que tenían los investigadores de excluir a los participantes en los que no hubo adhesión a TARGA. Ello implicó la retirada de cinco individuos del grupo control y dos individuos del grupo de intervención.

Otras tres personas tampoco completaron el protocolo de doce meses: dos en el grupo control y uno en el de intervención dietética. Al final, el análisis reunió a 42 participantes en el grupo de intervención dietética y 38 en el grupo control. Al inicio del estudio, no hubo diferencias significativas entre los dos grupos en cuanto al sexo (60% y 63% de mujeres), edad mediana (37 y 38 años), el porcentaje de fumadores (26% y 29%), el índice de masa corporal (23 y 24), la proporción cintura/cadera (0,86) o el recuento de CD4 (173 y 181 células/mm3).

Se observan cambios significativos en los lípidos

Entre el inicio y el final a los 12 meses, los participantes en el brazo de intervención tuvieron una caída significativa en el promedio diario de ingesta calórica (de 2.655 Kcal/día a 2.289 Kcal/día), mientras que quienes estaban en el grupo control vieron cómo su ingesta aumentaba de 2.600 Kcal/día hasta 2.814 Kcal/día (p<0,001).

Igualmente, la ingesta diaria de grasas descendió del 31% al 21% del total de calorías ingeridas en el grupo de intervención pero se mantuvo inalterado en el grupo de control (p<0,001).

Tanto el índice de masa corporal como la proporción cintura/cadera permanecieron estables en el grupo de intervención pero aumentaron en el grupo control (diferencia en el IMC entre grupos: p<0,001; diferencia en la proporción cintura/cadera entre grupos: p=0,046).

Entre el momento inicial y a los doce meses, no se alteró la media de los niveles de colesterol total y de colesterol LDL en el grupo de intervención mientras que la media de los niveles de colesterol total aumentó en el grupo de control desde 150mg/dl [3,88mmol/l] a 189mg/dl [4,89mmol/l], mientras que en este mismo grupo los niveles de colesterol LDL ascendieron de 85mg/dl [2,20mmol/l] a 106mg/dl [2,74mmol/l] (p<0,001 para todas las diferencias entre grupos).

En cuanto a los triglicéridos, éstos bajaron a los 12 meses en el grupo de intervención dietética desde 134mg/dl [1,51mmol/l] a 101mg/dl [1,14mmol/l]. En cambio, en el grupo control, el aumento de los triglicéridos a los doces meses varió de 134mg/dl [1,51mmol/l] hasta 158mg/dl [1,78mmol/l] (p < 0.001).

Se recomienda asesoramiento nutricional periódico para todas las personas que inicien TARGA

El Dr. Sprinz dijo que, puesto que tanto él como sus colegas habían documentado en este estudio el impacto de los cambios en la dieta sobre los niveles plasmáticos de lípidos, “este tipo de intervención nutricional se mostró eficaz para prevenir cambios en el perfil lipídico de personas con VIH que inician TARGA”.

Añadió que una única “intervención nutricional rutinaria no había sido suficiente para controlar la lipidemia asociada a TARGA”, y que una intervención breve trimestral sí que lo fue.

Llegó a la conclusión de que ofrecer este tipo de asesoramiento es seguro y eficaz y que debería incorporarse en el cuidado clínico de las personas que empiezan TARGA”, “y no”, subrayó, “tras el desarrollo de dislipidemia.”

Referencia: 
Lazzerati R et al. Dietary intervention when starting HAART prevents the increase in lipids independently of drug regimen: a randomized trial. Fourth IAS Conference on HIV Pathogenesis, Treatment and Prevention, Sydney. Abstract WEAB303, 2007.

Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).

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