Fue un golpe muy duro, me infecté por no ser responsable, en ningún caso porque gay. Ya tomo tratamiento antirretroviral. Gracias a Dios, en Guatemala la terapia es gratuita y de por vida.
Tengo 30 años y, ahora, amo más que nunca la vida. Aconsejo a todas las personas con VIH que tengan una buena alimentación, realicen ejercicio y tengan una buena adherencia al tratamiento.
¡Ánimo! Aunque a veces cueste aceptar que tenemos VIH.