Afortunadamente, yo no presento ninguna de estas patologías, por lo que me resultó un poco extraño que me lo confesara así de golpe. El mismo día que me declaró sus sentimientos, me informó de toda la verdad. Como yo también estaba deseando declararle mi amor, ni siquiera hice caso de lo que me había contado; pero, ¡ojo!, no porque no lo considerara importante, sino porque no pensé que fuera para nada un obstáculo para nuestra relación.
Todavía recuerdo como si fuera ayer su expresión. Como yo enseguida empecé a hablar de lo nuestro, de lo que sentía y demás, él me recordó lo que me había contado y me preguntó que si no me importaba. Yo le volví a decir que no, que sabía que era algo relativamente grave, pero él estaba por encima de un simple virus. Se quedó extrañado y no terminaba de creérselo. Pero con el paso del tiempo se ha dado cuenta de que es cierto.
Ahí no queda todo. Yo por esa época había dejado la carrera de Derecho y me encontraba un poco desorientada en cuanto a mi futuro profesional, por lo que había decidido dejar de estudiar y tomarme un año sabático. Sin embargo, despertó en mí un gran interés por aprender acerca de las anteriormente citadas patologías. Después de mucho pensar e informarme escogí la carrera de Enfermería, para así aprender los cuidados que debería proporcionar a mi pareja en el caso desfavorable de que se presentara un empeoramiento de su salud.
Actualmente, estoy en mitad de carrera, nos hemos comprado un piso y estamos haciendo planes de boda. Con este testimonio pretendo dar ánimo a las personas que, al igual que mi pareja, se sienten (o han sentido) discriminados, abandonados, desahuciados… por culpa de esta infección.
Os recuerdo que, aunque no lo parezca, quedan personas sensatas en el mundo. Cuando alguien se enamora, un mísero bicho no supone ningún impedimento para llevar a cabo una bonita historia de amor.