Desde julio del 2019 me venía haciendo mis pruebas y el sábado pasado 8 de febrero decidí irme a hacer la tercera prueba [del VIH], que salió positivo. No les voy a negar que me puse triste y que me dolía tan solo de pensar en mi madre, pero tuve el valor de tomar las cosas con calma. Mis amigos me felicitan por ser maduro, la cuestión es que es tu vida y la tienes que amar aún más en estos momentos. Es el momento de ponerte tú primero.
Me pasa que a veces me dan ganas de llorar y de preguntar por qué a mí, si lo único que estaba haciendo era amar a una persona. Pero he sido fuerte por mí y por las personas que me rodean. Decidí ese sábado hacerme la prueba porque tenía muchos dolores de cabeza y malestares de garganta. Cuando la doctora me dijo que yo esperaba estos resultados sin saber que era positivo, le dije que sí. Y estoy dispuesto a enfrentarlo y a amarme aún más.
Cuando fui a la clínica, me hicieron una prueba normal, pero exigí una prueba de laboratorio confirmatoria porque ya tenía resultado positivo, y sí, me dio positivo. Le agradezco mucho a la doctora que me diera muchas razones de vivir y me contara que todo pasaba por un motivo.
Ese martes empecé el tratamiento y sé que los efectos secundarios intentaron dominarme, pero yo tengo el control de mi cuerpo, no el virus. He tenido dolores de cabeza, fiebre, náuseas, sueño y mareo, pero –saben– no hemos de darnos por vencidos, porque solo es temporal, ya regresaremos a la normalidad. Tomen mucha agua y coman mucho para que los efectos secundarios no sean tan pesados.
Vivan felices, agradezcan a aquellos que decidieron apoyarlos. Pienso esperar un poco de tiempo para decírselo a mi familia y quizá eso me duela, pero hoy más que nunca debo ser fuerte y no dejar mi vida en el olvido, porque ahora ella me necesita a mí. Así como un día yo necesité de ella.
Ánimos a todos, gracias al tratamiento podemos ser felices. ❤️
