Ahora puedo ver con otros ojos la vida y puedo escuchar, ayudar, abrazar y llorar con quien tiene una necesidad o está pasando por este proceso. Me doy cuenta que a algunas personas les resulta más difícil poder asimilar esta nueva manera de vivir, pero para eso estamos, para ayudar quienes están empezando, para darles un empujoncito y que puedan salir adelante.
El problema no es el estigma, ni la discriminación, somos todos y cada uno de nosotros, que necesitamos amarnos y saber muy bien quiénes somos, que valemos mucho y que somos sumamente importantes en esta vida.
Con esto cambiaremos nuestro alrededor y los dardos no nos harán ningún daño. Por lo tanto, es bueno abrir los ojos al VIH y agradecer a Dios el que nos haya hecho diferentes.
Hoy, tú marcas la diferencia.