Todo tiene un propósito

Jesús G.

Cierto día un joven se detuvo a pensar por un momento: “¿cuál el propósito de mi existencia?“. Por su fe y principios inculcados en el seno familiar no se apresuró a dar respuesta. De igual forma, no la tenía.

Cierto día un joven se detuvo a pensar por un momento: “¿cuál el propósito de mi existencia?“. Por su fe y principios inculcados en el seno familiar no se apresuró a dar respuesta. De igual forma, no la tenía.

Así que acudió a la experiencia humana: grandes filósofos y escritores al parecer concurrían en una sola cosa, “tanto saben del tema que no saben nada”. Esta respuesta deja al joven en el mismo lugar de donde partió. Un poco intrigado, pero aún sereno decide seguir viviendo su día a día. De momento, existe una esperanza de hallar una respuesta, una que promete cubrir toda expectativa y que siempre estuvo allí, la misma estaba en su fe. Por largas noches debió ajustar su vista a las sagradas escrituras leyendo algo que su mente apenas alcanzada a graficar.

Es pues, que la imagen de un Dios terrible que no era como se lo habían enseñado, pero que en el trasfondo de todo determinaba una ley: el padre que ama a su hijo le corrige con vara de hierro, y por ella una gran variedad de versos algo peculiares como:

  • Porque lo que hago no lo entiendo, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.
  • Dios es un Dios de amor y de fuego consumidor.
  • La sabiduría trae aflicción.
  • Que el amor es sufrido y todo lo puede.
  • Que el hijo del hombre será la muerte de la muerte, y
  • Que por muchos errores que cometa el impío, el día que haga el bien su reputación no le será estorbo para su reconocimiento por su buena obra.

Con una vana comprensión de las escrituras podía decir este joven que sí creía en Dios, y aún más le conocía, era clara la naturaleza de este después de este recorrido por las escrituras. Sin embargo, ciertas experiencias parecieran hacerle vivir en carne propia ese primer verso que le llamo la atención.

Hacía lo que no debía hacer sabiendo que tal cosa estaba mal. Sin poder obviar la compresión de lo que sucedía, se dedicó a brindar ayuda a personas que la necesitaban, dando consejos y pudiendo ver que era muy bueno con ellos. Jóvenes, adultos, padres, novios, situaciones delicadas, espirituales, económicas, todos parecían tener un consejo en este joven.

Sin embargo, siempre había un sinsabor, una sensación de soledad y de depresión interpersonal, un ambiente que distaba mucho de las actitudes positiva de las cuales hablaba, y que al ser más experimentado con la comprensión de las realidades que vivían sus aconsejados, parecía que lo aislaban más y más y más en su interior a tal grado que llegó a pensar que todo lo que lo rodeaba era falso, interesado, y fingido. Creo que la historia se repetía, ahora bajo este verso la sabiduría trae aflicción consigo.

La vida transcurre sin dejar espacio para tiempo de espera. Un día una noticia lleva a este joven a llorar de verdad, un ser que para él era inestimable cae convaleciente de una enfermedad que desde sus inicios no dejaba esperanzas, en este capítulo de su vida entendería que el amor es sufrido, muchas noches sin lograr dormir, con un firme clamor, piedad para aquel ser querido que poco a poco se consumía en una cama y que como las muchas luces con cada segundo perdía su resplandor hasta que un muy mal día se apagó.

El joven, hizo lo que pudo, buscó consuelo en sus padres, pero estos estaban inconsolables, fue abrazado por sus amistades, pero estos eran fríos, pidió esmero de la ciencia, pero para ellos no había qué hacer. Incluso Dios parecía estar en silencio. Allí conocía este joven la impotencia, allí su vida murió.

Pasado los meses, era necesario levantarse, por los que estaban aún en vida, con esfuerzo y apoyo la vida sigue nuevamente su curso, esta vez con sonrisas sin peso, pero poco a poco retoma todo más sensibilizado y capaz de hacer cosas. Una bonanza llega su vida y hasta el amor apareció, pero este fue fugaz. Sin embargo, firme sigue su vida hasta que un buen día una noticia vuelve a ponerle todo de pies hacia arriba, un diagnóstico por una posible enfermedad que parecía haberle invadido no solo su cuerpo sino hasta los aspectos más simples de su vida. En aquel papel de laboratorio se lee “positivo para VIH-1”. La reacción es de inmediato que es un error, días después se comprueba que en efecto tratamos con una infección por VIH.
Ahora, por un momento, la realidad impacta en un país que parece estar siendo comido por una situación sin precedentes donde un tema político es más importante que la salud de la persona. En un país donde la salud es una prioridad pero que a la práctica dista mucho de los estándares de los que se habla, un país en donde poco a poco se degradan los principios inalienables de lo que significa ser humano, sin embargo, se hacen las diligencias y este joven logra consolidarse en medio de estigmas sociales presentes y logra avanzar en su situación. Por un instante y solo por un instante recordó la agonía y la firmeza de aquella persona amada que hacía tres años había perdido y siguió adelante, temblando, pero firme.

Hoy es un joven de 32 años que vive con VIH, aceptado por sus familiares y sus amigos, que no tiene límites más que los que se pone. Adjunto a la toma de una pastilla diaria que le garantiza la supresión del agente infeccioso, orientado a crear hábitos adecuados de comportamiento, alimentación, trabajo y descanso, más sensibilizado con una ferviente necesidad de ayudar a mis pares. En el silencio de su habitación se dijo: ‘Con la muerte bailaré’, y adquirió una determinación tal que muy pronto fue más contagiosa que su misma enfermedad.

En todo su entorno familiar ya no había tristeza, sino una ferviente necesidad de llevarse la vida por el pecho. Y allí cobra sentido la pregunta de muchos años atrás. Todo tiene un propósito. De no haber vivido todas esas experiencias, este joven no habría logrado consolidar su nueva realidad de vida y pudo entender que ahora, gracias a su fe como decisión personal, a su Dios como garante y fiel amigo, y a sus familiares y amigos, entendió que por muchos errores que cometa el impío, el día que haga el bien, su reputación no le será estorbo para su reconocimiento por su buena obra.

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