A los dos años de haberlo dejado decidimos retomar la relación. Aunque no era el padre de mis hijos, hacia el papel del padre que mis hijos no tuvieron. Esa era una de las mayores causas para querer volver con él, brindarles un hogar a mis hijos. Sin embargo, a veces las cosas no salen como las planeamos.
Hace dos años que me diagnosticaron el VIH. Cuando llevábamos un mes de haber vuelto me confesó que se había hecho unas pruebas porque llevaba meses sintiéndose mal y tenía un mal presentimiento. Por mi cabeza jamás pasó la posibilidad de que pudiera ser VIH.
A la semana me llamo llorando y pidiéndome perdón. Le habían diagnosticado VIH y era muy probable que también lo tuviera yo.
Sentí que el mundo se me venía encima y que todo había acabado para mí. No podía mirar a mis hijos sin lágrimas en los ojos, pero por ellos tengo que continuar y salir adelante como siempre lo he hecho.
A veces me parece mentira que esto me esté sucediendo, tener que llevar esta enfermedad sin que tu familia lo sepa para no darles el disgusto…
Vivimos en un mundo donde pensamos que estas situaciones nos son ajenas, sin pensar que están a la orden del día y con la persona que menos te llegas a imaginar. Solo puedo sacar el lado positivo de todo esto y vivir mi vida al máximo y dar lo mejor de mí como madre y como persona.
La vida nos cambia en cuestión de segundos y antes doy gracias a Dios por haberme dado cuenta a tiempo y poderlo controlar.
Lo único que lamento de todo esto es que creo que me tocará quedarme sola. Lo digo porque soy incapaz de estar con alguien sin que sepa que tengo esto, puesto que está en contra de mis principios y de mis sentimientos, y nadie que esté sano querrá estar con alguien como yo.
Solo procuro vivir mi día a día lo mejor que puedo y ser feliz por mis hijos.
