Me explico: Él siempre fue una persona promiscua e inestable. Pues bien, aprovechando los momentos en que decidía terminar nuestra relación, en dos oportunidades tuve otra pareja, pero le seguí queriendo.
Hoy en día él y yo estamos separados, y seguro que la tristeza y la frustración es mutua, pero no puedo perdonarle este daño y no puedo evitar sentir que es un castigo que me causó la estupidez de querer a alguien que, en este momento, considero que nunca me quiso ni me valoro. Fueron demasiadas humillaciones, el sentimiento de soledad… Fui una tonta y, ahora, arrastro conmigo esto que no se cómo afrontar.
Tengo el apoyo de mi familia y de un par de amigas, aparte, tengo una hija por quien luchar, pero siento que mi mayor sueño de construir una familia y conseguir que alguien me quisiera, me lo negué por no tener la valentía de pasar página. Quizá soy muy dura, pero, muy dentro de mí, sé que fue él quien contrajo esa enfermedad y me quiso tan poco que no pensó en mi ni en su hija.
Ahora, siento que vivo por obligación y que perdí el norte de mi vida.