Yo estaba casado y entablé una verdadera amistad con ella; éramos confidentes y amigos.
Durante esta amistad, tuvimos un par de encuentros en que nos dimos cuenta de que había algo más que amistad entre nosotros, pero ninguno quería reconocerlo.
Hace poco más de un año, decidí divorciarme, porque vi que mi vida no tenía sentido, y me cobijé en la que ahora es mi pareja. Después de aguantar mis penas, me confesó que hacía poco se había enterado de que tenía el VIH.
Mi primera sensación fue la de pensar en ella, en cómo ayudarla, pero, la verdad, estaba muy pez en el tema, así que me puse a mirar en internet y os encontré a vosotros.
Se me olvidaba deciros que, por supuesto, ella me dijo que debía hacerme las pruebas, cosa que hice y me salieron negativas.
Como amigo de mi actual pareja, decidí que, fuese como fuese, tendría que hacerle ver que, aún siendo mala la enfermedad, había esperanza.
Pero, lo que empezamos como amistad, hoy en día es una relación de pareja estable, donde hay muchísimo amor y cariño.
Respecto al sexo, es verdad que hay cosas que no podemos hacer, pero eso no significa que no lo disfrutemos. Puedo decir que nunca he gozado tanto, que la quiero muchísimo y que seguiré hasta que me muera haciéndola feliz.
Hemos hecho planes de futuro y, si es posible, formaremos una familia, porque, en la actualidad y gracias a los avances, se puede conseguir. Ella le preguntó a su médico, y éste le dijo que lo único que debía hacer era cambiarle la medicación y que nos facilitaría alguna clínica donde estuviesen informados realmente sobre los embarazos en mujeres con VIH. La verdad es que no nos han puesto problemas.
No sé si mi relato servirá para algo, pero la verdad es que puedo decir que se puede ser muy dichoso en esta situación.
Un saludo y gracias a todos los que, con sus esfuerzos, hacen que la gente con VIH pueda ser feliz.