Tras una hora de espera, el doctor me llamó por mi nombre, me miró con una cara de tristeza y pensé ¿qué pasa?,¿por qué me mira así? Y seguía feliz, me reía, hasta que él me dijo que fuera así de feliz siempre. Le miré y le pregunté: ¿qué pasa? ¿por qué miras así? El doctor me preguntó si tenía a alguien de confianza para contar mis cosas. Le dije que no.
Hasta que me dijo que salí positivo [al VIH]. Entonces, mi mirada bajó y pensé en qué podría haber fallado. Vi el resultado [positivo al VIH]. Tenía ganas de llorar. Pensé que todo el esfuerzo que hice hasta entonces para mi familia no valió nada. Regrese a mi cuarto, lloré mucho y dije que trabajaría, que daría todo de mí para que mi madre y mi familia tuvieran a lo menos unas cosas que agradecerme.
Mi vida fue un infierno desde los 15 años, cuando mi familia supo que yo era gay. Si les cuento esto será muy triste, así como otras personas como yo lo viven. Y ahora he salido positivo al VIH. Pero esta enfermedad no me vencerá fácilmente, pondré todo mi esfuerzo, más de lo que puse, para que mi madre se sienta orgulloso de mí.
Yo vivo con el VIH y mi meta es salir adelante hasta donde pueda.