Soy un chico calificado por varias personas como brillante. A mis 25 años tengo un pregrado, especialización y maestría, pero siento que esa luz se está apagando lentamente.
Mi recuento de CD4 siempre ha sido bueno, mi carga siempre ha sido indetectable, pero la frustración más grande es el rechazo. Sí, el rechazo.
En enero de éste año conocí a un chico en mi ciudad natal. Lo calificaré como el amor de mi vida. Viajamos, vivimos cosas maravillosas… estábamos dispuestos a todo. Pero él no conocía mi diagnóstico. En alguna ocasión sabía tenía que hablarle sobre mi diagnóstico, pero tenía muchísimo miedo de hacerlo puesto que en varias ocasiones tocamos el tema y su temor era demasiado evidente.
Guardé silencio hasta que en alguna ocasión a él le dio una gripa y me pidió hacernos exámenes. Creí era el momento de divulgar el diagnóstico.
Su reacción fueron llanto, insultos, juicios… Adelantó sus pruebas como corresponde y tal como mis médicos siempre me dijeron, él no corre ningún riesgo. Sin embargo, él no lo entendió y me abandonó.
Menos de un mes después ya tenía otra pareja. Nunca he experimentado tanto dolor en mi vida, es un dolor que ahoga el alma y cercena el espíritu.
Hizo algunas apariciones hacía un poco más de un mes y envió mensajes pidiendo perdón por cómo me trató. Manifestó que tenía sentimientos divididos. Le invité a pensar y le volví a escribir. Mis médicos han estado interesados en exponerle que mi diagnóstico va fabuloso, pero se han abstenido por negativa de mi parte.
Al parecer continúa con esa relación por las fotos que he visto de ellos juntos. Siento y sé que el virus no es ninguna amenaza ni para él ni para mí, pero perder a la persona que amo, sentir su rechazo, su negativa a caminar este camino juntos parece llevarme al dolor más profundo de mi vida y del que ya siento no poder escapar.