Tres años no parecen mucho, en comparación con otras personas luchadoras que llevan más de 10 años. La idea es que todos estamos afrontando la misma situación.
El VIH representa en mi experiencia una montaña rusa, unas veces me siento fuerte y otras veces débil. Lo ideal sería mantenerse siempre fuerte.
Mi historia ha sido un parteaguas para el rumbo que he estado tomando para mí. Siempre tuve la idea de que la sociedad veía a las personas homosexuales como promiscuas. Eso ha sido un gran golpe para mí, porque no quería que las personas me vieran de esa forma e hice todo lo posible porque así fuera.
No tuve muchas parejas sexuales. A decir verdad solo tuve una y no conocía a la persona pues ni su nombre me sabía.
Ahora sólo quiero que las personas vean que no somos un peligro para la sociedad. Somos como ellos, pero con la única diferencia de tener que tomar un medicamento que permita controlar un virus. De ahí en adelante somos humanos y cometemos errores como todos.
Hoy estoy aquí para decirles a todas esas personas recién diagnosticadas que no están solas. Aceptemos esta etapa de nuestra vida y sigamos hacía adelante. La VIH-DA continúa para todos nosotros.