De pronto, me dijo que había tenido un día fatal y que encima había llegado al ambulatorio un "sidoso" al que había tenido que curarle una herida en el culo –¡encima!–, que se había puesto tres guantes (porque esta gente le da un asco…), y que, cuando ha acabado, sin querer, ha tocado con el guante una pulsera que tenía –¡qué asco!– y que la tirado. ¡Buah!
Por cortesía hacia la demás gente, tuve que mirarla algún rato más. No podía creerlo; no pude dormir en toda la noche.
¡Esto sigue siendo un calvario! Mi pareja me dice que es que soy muy cerrada con la gente, que tengo una coraza, que no me fío.
¡Qué rabia!