Exhorto a todos mis hermanos de sangre a que no tengan miedo

R.M.A.

Este año creí que lo terminaría solo, que mi camino lo recorrería solo mi sombra y yo. Eso hasta que una noche me llegó el mensaje que cambió mi vida radicalmente: ¡Hola! Nunca sospeché que ese mensaje, esas cuatro letras tuvieran tanto impacto. Hoy por hoy amo con toda mi verdad y mi ser a un hombre que sé que llegó para quedarse.

Es trabajador, estudioso, ama la vida y ha cambiado mi propia forma de verla. Temía decirle que convivo con algo que me acompañará siempre. Pero cuando se lo dije, me miró a los ojos y pude ver a través de ellos que su alma me decía que se quedaría conmigo bajo cualquier circunstancia, incluida esta condición.

Lo amo, ahora sé que puedo ser feliz con él y siento dicha de amarlo, es más inteligente que yo y no me molesta que lo sea porque la vida se ha encargado de hacerlo un hombre maduro.

Nos llevamos bien, ambos estudiamos y tenemos un futuro prometedor y sobre todo nos hemos prometido una vida juntos y quizá más adelante podamos ser los guías de algunas almas (hijos).

Estoy tan feliz… solo le pido al creador y a la vida que me dé tiempo para seguirlo haciendo feliz porque él se merece todo lo bueno que a un ser humano le pueda pasar en esta travesía llamada vida. Es mi ángel guardián, es el canto de los niños, es lo único que quiero ver y la única voz que quiero escuchar, cuando lo miro sé qué hay un infinito, que existe un paraíso. Es un caleidoscopio de cualidades y de sentimientos que en mi causa.

Sé que parece más una carta de amor, porque lo está leyendo, pero es un exhorto a todos mis hermanos de sangre a que no tengan miedo, que podemos ser felices, que la vida ya no nos puede joder más y que si así fuera, existen personas que son un salvavidas, como mi novio, y que es la prueba clara de que el amor no tiene cara, ni rostro, ni forma.

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