Soy un chico gay, mexicano, de 22 años, con el VIH, matemático y muchas cosas más. Lo menciono pues lo anterior es solo parte de lo que soy mas no define quién soy.
Mi historia comienza con mi expareja. Fue él quien me pidió hacerme la prueba [del VIH] pues él había salido positivo. Los primeros días, luego de recibir mis resultados, fueron muy difíciles de sobrellevar. No podía comer, me sentía "sucio", pensaba que era mi culpa, odiaba mi cuerpo y ni siquiera podía verme al espejo, además de desarrollar enfermedades psicosomáticas.
Mi mamá me acompañó desde el primer momento, pero no podía evitar pensar que la había decepcionado, además, hay el cliché de ser gay y con el VIH. Poco a poco, con el tiempo fui comprendiendo las cosas, hubo muchos médicos y amigos en el proceso. Mis amigos me apoyaron, ninguno me rechazó. Por otro lado, algunos miembros del personal médico me decían que era mi culpa y me trataron muy mal. Yo no niego que tengo parte de la culpa, pues sí, en su momento, fue mi decisión mantener relaciones sexuales sin protección, pero eso no significa que yo sea una mala persona como ellos insinuaban.
A raíz del VIH, encontré fuerzas para seguir. Los comentarios [que me hacían], aunque hirientes, eran insignificantes, sabía que, luego de soportar eso, me darían mi tratamiento y podría seguir viviendo.
Actualmente soy uno de los mejores de mi clase, he participado en eventos nacionales y veo la vida de otra manera. Como muchos dicen, el saber que tenemos el VIH es una batalla diaria, pero también puede sacar cosas buenas de ti.
No me malentiendan, hay muchas cosas que me han pasado que son feas. Mi país pasa cotidianamente por el desabasto tanto de tratamiento antirretroviral como de otros medicamentos, lo que me hace vivir en constante angustia, además de pensar que nadie me querrá por tener el VIH.
Aún hay mucha serofobia en el mundo, pero, como diría Octavio Paz, “la mucha luz es como la mucha sombra, no te deja ver”. Personalmente, veo un panorama prometedor, pero, claro, debemos apoyarnos mucho entre nosotros, pues no estamos solos, aunque a veces nos sintamos así.
