Es algo que nadie quiere, un resultado positivo, ni yo tampoco. Pero os puedo asegurar que, tras saber el resultado (que ya me esperaba por las prácticas sexuales que practicaba), me he quedado realmente aliviado. Y digo aliviado porque hasta hace cuatro días que decidí hacérmelas, llevaba años sin hacerme ninguna analítica por miedo, por temor, por pavor a ser VIH positivo, por pensar que mi esperanza de vida se iba a reducir, por lo que diría la sociedad, por el miedo a cómo lo iban a afrontar mis familiares y amigos.
Llevaba como más de dos años preocupado, intranquilo y era infeliz, me angustiaba saber que podía ser positivo al VIH y no contar con el apoyo de nadie.
Fue mi mejor amiga quien, tras varias conversaciones, me convenció de hacérmelas [las pruebas del VIH]. Ya me he informado de cómo es esta enfermedad y la verdad es que, hoy en día, no es como hace 20 años. Solo es una enfermedad crónica que, con buenos hábitos saludables y con tomar medicación diariamente, como el que se cepilla los dientes cada noche, se llevará de maravilla.
Pronto empezaré el tratamiento con los médicos, y lo deseo. Deseo estabilizarla y ser indetectable y así ya recuperar, como estoy haciendo, la felicidad, que antes me impedía el miedo y esa incertidumbre de no saber si soy positivo o negativo.
Con esto quiero decir que no os vengáis abajo cuando os digan si sois VIH positivos. No os lamentéis ni os preguntéis cómo ni cuándo ni por qué. En su día tuvisteis un accidente en el plano sexual, igual que yo, y todos somos mayorcitos y hay que ser consecuentes.
Mucho ánimo, haceros la prueba y los que estáis angustiados, descansaréis como jamás lo habréis hecho, sea para bien o sea para mal el resultado.
Un abrazo a todos, y aquí me tenéis como amigo. Sed felices.