VIH, el sexo y tú

La sexualidad es una parte fundamental del ser humano, por lo que tener sexo y relaciones sentimentales en tu vida será tan o más importante después de un diagnóstico de infección por VIH.

Vivir bien y estar sano si se tiene el VIH incluye también estar en un buen estado emocional, por lo que no sería bueno para ti que dejases de tener contacto humano ni que dejases de sentir placer. Si lo hicieras, podrías acabar aislándote o deprimido, lo que podría acabar dañando tu salud.

Descubrir que tienes el VIH puede producir un cambio en la manera en que abordas el sexo, aunque no siempre es así necesariamente. Podría suceder que tu interés por el sexo disminuya o desaparezca por completo por un tiempo o de manera continua; pero podría ocurrir justamente todo lo contrario. Estas circunstancias pueden deberse a las variaciones naturales del apetito sexual y conviene que una persona esté preparada para tratarlas.

Cuando una persona descubre que tiene VIH es posible que se sienta diferente respecto a sí misma. La experiencia puede ser tan traumática como para provocar el abandono de la actividad sexual, al menos temporalmente, y afectar a otros aspectos de la vida. Muchos, al saber que tienen VIH, se sienten menos atractivos física y sexualmente y pierden la confianza para entablar citas amorosas o relaciones sexuales. Algunas personas deciden no tener sexo mientras asumen su estado para el VIH, mientras esperan a que el tratamiento haya sido eficaz y tengan carga viral indetectable, o hasta que sientan que vuelven a tener deseo sexual.

Algunas personas con VIH pueden desarrollar actitudes muy negativas hacia ellas mismas y hacia el sexo. Podrían sentirse culpables por la manera en que practicaron (o están practicando) el sexo y preocuparse por el riesgo de transmitir a otras personas una enfermedad crónica y estigmatizante. También pueden sentir rabia hacia la persona o personas a las que culpan de haberles transmitido el VIH.

Un diagnóstico de VIH puede aumentar también los sentimientos negativos respecto a la propia identidad. El VIH se ha empleado como arma política y moral para criticar y estigmatizar a los grupos más afectados, como los hombres gais y las personas usuarias de drogas inyectables.

Es importante que tengas presente que el VIH, aunque crónica, es una infección, como un resfriado o una gripe, que no debe implicar ni un juicio moral ni un castigo. También es común sentir ansiedad ante la posibilidad de infectar por VIH a las parejas sexuales y ello puede ocasionar una disminución del apetito o de la capacidad sexual. No deberías dejar de tener sexo por el simple hecho de tener el VIH, hay muchas maneras de velar por tu salud y evitar la transmisión.

El sexo puede ser muy placentero, puede acercarte a otras personas y satisfacer tus deseos. Esto es una razón de peso para que continúes disfrutando de ello tan a menudo como a ti te apetezca. Pero aparte de eso, hay otros beneficios conocidos del sexo: es relajante, ayuda a dormir mejor, puede ser un buen ejercicio físico, puede aliviar el dolor, mejorar la circulación y bajar los niveles de colesterol.

Es importante que preguntes cualquier duda o resuelvas cualquier ansiedad que tengas acerca del sexo y el VIH lo antes posible y puedas seguir disfrutando de esta actividad esencial. Puedes hablar del tema con tu médico o equipo de salud en tu centro sanitario, ellos están allí para ayudarte con estas preguntas, darte información o pueden derivarte a alguien con experiencia en este tema.  También puedes intentar hablar acerca de lo que sientes y experimentas con tu pareja, con una persona cercana de confianza o con personas que hayan pasado por la misma situación.

También puede generar ansiedad tener que explicar que se tiene VIH a las parejas sexuales, pasadas, actuales o futuras. Ésta puede ser una tarea desalentadora y te puedes plantear si quieres o no quieres explicarlo a tus parejas y a cuáles de ellas.

Piensa cómo y cuándo vas a explicar a alguien que tienes VIH y cómo vas a reaccionar si esa persona te rechaza. A pesar de que muchas personas con VIH mantienen relaciones duraderas con parejas seronegativas, o relaciones con parejas ocasionales, lo cierto es que también hay gente rechaza a las personas con VIH. Esto puede ser doloroso (y en ocasiones podría incluso poner en riesgo tu integridad personal) y por ello es importante que desarrolles una estrategia que te permita abordar esta circunstancia en caso de que se produzca.

Un número considerable de personas con VIH tienen parejas seronegativas. Muchas parejas practican sexo con protección en todo momento, pero para otras esto resulta difícil o simplemente prefieren hacerlo sin protección. Si la persona de la pareja que tiene el VIH toma tratamiento antirretroviral y tiene carga viral indetectable, el riesgo de transmitirle el virus a su pareja si tienen relaciones sin protección es nulo. Indetectable es igual a intransmisible.

En ocasiones, los desequilibrios de poder en una relación pueden hacer que, aunque uno de los miembros de la pareja quiera practicar sexo seguro, el otro insista en no utilizar condones. Nadie debería obligarte a tener relaciones sexuales sin preservativo si no es lo que quieres.

El VIH puede también provocar que en una relación se pierda intimidad sexual. Cuando esto ocurre, puede ser muy útil encontrar otras maneras no sexuales de disfrutar de la intimidad de la pareja.

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Fuente: Aidsmap (Entidad certificada por The Information Standard, perteneciente al Servicio Nacional de Salud Británico [NHS]).

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