A fin de evitar la transmisión sexual, basta con tomar medidas para que nuestra sangre y fluidos sexuales no entren en contacto con la sangre o mucosas de otra persona.
La práctica de sexo más seguro con o sin preservativo, según el grado de riesgo, y el no compartir material de inyección o aseo que impliquen contacto con la sangre son medidas muy eficaces. Una adhesión adecuada a una terapia antirretroviral también reduce el riesgo de transmisión, pero siempre debe acompañarse de otras medidas.
El VIH se transmite por vía sexual mediante la penetración vaginal, anal y oral sin protección; por vía sanguínea, compartiendo jeringuillas, material de uso personal cortante que contenga sangre o utilizando utensilios no esterilizados para tatuajes o piercings. Asimismo, se transmite de madre a hijo, durante el embarazo, el parto o la lactancia.
El VIH no se transmite por dormir en la misma cama, compartir la comida y utilizar el mismo inodoro, ni por dar la mano, abrazar o besar a una persona infectada. Tampoco se transmite por trabajar, ir a la escuela o practicar deporte junto a personas infectadas, ni a través de la picadura de un mosquito. La saliva, la orina, el sudor y las lágrimas no presentan un riesgo de transmisión del VIH. El líquido preseminal puede contener virus pero no en cantidad suficiente como para transmitirlo.
En cambio, la sangre (incluida la sangre menstrual), el semen, los fluidos vaginales y la leche materna sí pueden transmitir el VIH.
Puedes aprender más sobre la transmisión del VIH pinchando aquí y descargándote la ficha Infovhital nº 64.
