Los humanos disponemos en tanto que vertebrados de una larga lista de huesos. Estos huesos nos dan forma y tamaño y nos permiten realizar las funciones básicas de la supervivencia. Durante los primeros años de vida, la estructura ósea se desarrolla hasta alcanzar su plenitud en la juventud. Entonces se estabiliza durante por lo menos una década. A partir de la cuarentena, los huesos pierden densidad, y menguan progresivamente con la edad. De hecho, las personas que alcanzan los 80 años tienen aproximadamente la mitad de densidad mineral ósea (DMO) que cuando son jóvenes.
Sin embargo, a lo largo de toda la existencia, el hueso está en continuo proceso de renovación de sus células (osteocitos). En ese proceso, los osteoblastos desempeñan un papel esencial en la generación de hueso nuevo, y los osteoclastos en la eliminación del sobrante.
Hay personas en las que la DMO es demasiado baja, lo que se diagnostica como osteopenia. Cuando la osteopenia es acusada, y hace que el hueso sea especialmente frágil y predispuesto a la rotura, se diagnostica como osteoporosis. Hay varios factores que parecen acelerar ambos fenómenos, como la edad, el sexo, la raza, y los hábitos de vida (la alimentación baja en calcio y vitamina D, el sedentarismo, el tabaco). En concreto, las mujeres de mediana edad (sobre todo postmenopáusicas) suelen tener un factor de riesgo superior a otros grupos de poblaciones, también las que viven con VIH (véase La Noticia del Día 12/04/06).
En las personas con VIH, los estudios apuntan a un mayor índice de osteopenia y osteoporosis, pero no hay conclusiones sobre cuáles podrían ser las causas: el VIH por sí mismo, el compromiso inmunitario, un síndrome de envejecimiento acelerado, o la toma de ciertos antirretrovirales, como tenofovir (Viread), que lo incluye en su prospecto (véase La Noticia del Día 19/05/05). En los últimos tiempos han aumentado los casos de osteonecrosis (muerte de las células óseas) de cadera en personas con VIH que han necesitado implantarse prótesis, pero los casos no se han relacionado con un fármaco concreto u otra causa.
De cualquier manera, los bifosfanatos son un tipo de fármaco muy utilizado para prevenir la rotura de huesos en personas con predisposición. Actúan inhibiendo la acción de los osteoclastos, lo que facilitaría, en teoría, una menor pérdida de masa ósea. Estos fármacos (como alendronato, risedronato, ibandronato, pamidronato, y zoledrónico) se suelen recetar a grupos de población muy amplios en su versión oral, también a personas con VIH en las que una densitometría ósea ha mostrado el riesgo de fractura de huesos.
Sorprendentemente, se acaba de saber que los bifosfonatos podrían estar detrás de un inusual aumento de casos de osteonecrosis mandibular (muerte de los osteocitos de la mandíbula) que empezaron a detectarse en EE UU desde 2003, según se publica en el número del 28 de junio de la revista JAMA. Pese a que a la mayoría de las más de 2.000 personas identificadas se les administraba altas dosis de bifosfonatos por vía intravenosa como parte de un tratamiento contra el cáncer, también hay algunos casos entre quienes tomaban bifosfonatos orales como prevención de la osteoporosis, lo que apunta a que se trataría de un efecto de clase. Esto ha llevado a la Agencia de la Alimentación y el Medicamento (FDA, en sus siglas en inglés) de EE UU a alertar sobre el uso de esta medicación, especialmente cuando se toma a altas dosis o durante periodos prolongados.
Las personas que desarrollan osteonecrosis mandibular asociada a los bifosfonatos tienen síntomas tales como sensación de pesadez o de entumecimiento en la mandíbula, dolor, sudores, infecciones, pérdida de diente y exposición del hueso.
Aunque todavía no se conocen las causas, algunos investigadores creen que la osteonecrosis en la mandíbula podría deberse a una excesiva supresión de los osteoclastos. Estas células deshacen el hueso existente, incluido el dañado o enfermo, como parte de la constante renovación ósea (resorción). La inhibición de los osteoclastos que parecen provocar los bifosfonatos podría conllevar la acumulación de hueso dañado, lo que a su vez conduciría a la osteonecrosis. Según los datos disponibles, además, las intervenciones dentales traumáticas (como las extracciones de dientes) podrían acelerar este proceso.
No obstante, la osteonecrosis mandibular se da también entre personas con VIH que no han tomado nunca bifosfonatos. Los problemas dentales, por ejemplo, se han relacionado con el uso prolongado de drogas inyectables (lo que en realidad podría deberse a una alimentación escasa y de mala calidad en los años de uso estas drogas, sobre todo si coinciden con la etapa de crecimiento óseo), pero también se dan casos en personas que no han tenido estas prácticas.
En conclusión, los problemas óseos (osteopenia, osteoporosis y osteonecrosis) parecen emerger como un creciente e importante desafío para el cuidado y la atención hacia personas con VIH. Se requieren más estudios para comprender mejor su etiología (el origen y las causas), definir estrategias de prevención y establecer posibles alternativas terapéuticas.
Fuente: Elaboración propia / NATAP.
Referencia:JAMA. June 28, 2006;295:2833-2836.
Suscríbete a los boletines
Utiliza este formulario para suscribirte en los diferentes boletines. Si tienes cualquier problema ponte en contacto con nosotros.
Al continuar, confirmas que has leído el aviso legal y aceptas la política de privacidad.