Un artículo publicado por un grupo de investigadores españoles de Hospital Clínic de Barcelona en Infectious Diseases and Therapy ha concluido que hay una notable falta de evidencias clínicas específicas relativas a la infección por el SARS-CoV-2 (virus causante de la COVID-19) en personas con el VIH. De forma destacable, estas personas –junto a otros grupos de personas inmunodeprimidas– han sido sistemáticamente excluidas de los ensayos clínicos de las vacunas y tratamientos desarrollados frente a la COVID-19, lo que hace que el nivel de evidencia para el uso de estas intervenciones en personas con el VIH sea, en general, bajo.
La pandemia de COVID-19 ha afectado ya a más de 200 millones de personas a nivel mundial. En un esfuerzo global sin precedentes se ha logrado administrar unos 6.000 millones de dosis de la vacuna –con una importante brecha en función del nivel de ingresos de cada país–. También se han desarrollado algunos antivirales y antiinflamatorios. Sin embargo, todas estas terapias tienen un elemento en común: la infrarrepresentación en sus estudios de las personas con el VIH u otras condiciones médicas que se asocien a inmunosupresión. En todas estas investigaciones se ha vetado la participación de estas personas o, en algunos casos, tras mucha presión por parte de organizaciones comunitarias, se ha logrado la inclusión de pequeños grupos de personas con el VIH (pero en cantidades insuficientes para poder obtener evidencias con la significación estadística deseable).
Estos hechos llevaron a los autores del presente artículo a analizar la literatura científica disponible para establecer los niveles de evidencia para las intervenciones de prevención y tratamiento en personas con el VIH en el campo de la COVID-19, guiar recomendaciones e identificar aquellas áreas clave que deberían ser investigadas.
En el campo de la prevención –abarcado principalmente por las vacunas desarrolladas – destaca el bajo número de participantes con el VIH en los ensayos clínicos. Las personas con el VIH y niveles de CD4 inferiores a 350 células/mm3 fueron priorizadas en las estrategias de vacunación y –sobre la base de lo observado con otras vacunas – se ha tenido en cuenta su acceso a dosis adicionales para potenciar su respuesta. En el caso de las personas con el VIH y niveles de CD4 más altos, las evidencias existentes indican que su respuesta a la vacuna sería similar a la observada en la población general.
Las evidencias y los datos teóricos existentes no hacen prever problemas de seguridad específicos relacionados con las vacunas frente al SARS-CoV-2 en personas con el VIH. En general, se considera adecuado priorizar el acceso a las vacunas en función de su disponibilidad, aunque en general se prefiere optar –como en la población general– por las de ARN por sus mayores tasas de respuesta en los ensayos clínicos. Aunque hasta ahora no se han hallado evidencias al respecto, se encuentran en marcha ensayos clínicos para establecer si los antirretrovirales podrían jugar algún papel en la prevención de la infección por el SARS-CoV-2.
En el campo del tratamiento de la COVID-19, de nuevo, las evidencias publicadas son pocas. En general, los autores consideran que el tratamiento frente a la COVID-19 debería proporcionarse a personas con el VIH de forma similar a las personas sin el VIH. Lo que sí debería, según los investigadores, tenerse en cuenta es un buen análisis de las potenciales interacciones entre los antirretrovirales y los fármacos frente al SARS-CoV-2 antes de prescribirlos, especialmente en personas que toman potenciadores farmacocinéticos tales como ritonavir (especialidad farmacéutica genérica [EFG], Norvir®, en diversas coformulaciones) o cobicistat (Tybost®, en diversas coformulaciones). Aunque no se han hallado evidencias, el suero de personas convalecientes y determinados anticuerpos monoclonales podrían tener –como en la población general– utilidad en personas con el VIH y SARS-CoV-2.
En sus conclusiones, los investigadores apuntan que las consecuencias psicológicas de las medidas de distanciamiento social y confinamiento deberían ser evaluadas de forma particular en personas con el VIH, especialmente sobre su potencial papel negativo en la adherencia al tratamiento antirretroviral.
También dan apoyo a la priorización de las personas con el VIH y recuentos bajos de células CD4 en las estrategias de vacunación y a tenerlos en cuenta también para la administración de dosis adicionales (como se ha hecho en el contexto europeo). Por último, ponen de manifiesto la necesidad de incluir a las personas con el VIH y a otros grupos de inmunodeprimidos sistemáticamente excluidos de los ensayos clínicos en el campo de la COVID-19 en dichos ensayos para contar con evidencias científicas específicas de alta calidad que permitan individualizar las estrategias preventivas y terapéuticas en relación con la COVID-19 en estos grupos poblacionales.
Fuente:Elaboración propia (gTt-VIH).
Referencia:Díaz NA, de Miguel R, Agüero F, et al. Prevention and Treatment of SARS-CoV2 Infection in People Living with HIV: The Need for Specific Data. Infect Dis Ther. 2021 Oct 28:1–13. doi: 10.1007/s40121-021-00547-y. Epub ahead of print. PMID: 34709579; PMCID: PMC8552207.
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