Las personas en situación de sinhogarismo o que carecen de una vivienda estable difieren en cuanto a los tipos de atención asociada al VIH que prefieren, y aunque una mayoría se inclinan por la flexibilidad, casi una tercera parte desean ser atendidas siempre por el mismo profesional sanitario. Los servicios de telemedicina, que muchas clínicas han adoptado debido a la COVID-19 no fue una opción popular entre esta población. Esta es la principal conclusión de un estudio estadounidense presentado en la XI Conferencia de la Sociedad Internacional del Sida sobre la Ciencia del VIH (IAS 2021), celebrada la semana pasada de forma virtual debido a la pandemia de COVID-19.
El sinhogarismo y la falta de una vivienda estable constituyen factores de riesgo para que las personas con el VIH mantengan la vinculación con la atención y el cuidado de su infección, suponen una dificultad para mantener la carga viral indetectable y comportan un mayor riesgo de muerte. Los profesionales de salud pública temen que la pandemia de COVID-19 pueda conducir a resultados aún peores para esta población. Durante la pandemia, se han agravado en EE UU los retos médicos y socioeconómicos a los que se enfrentan las personas con el VIH en situación de sinhogarismo o que no tienen una vivienda estable. De forma simultánea, las ordenanzas de salud pública estadounidenses han reducido la capacidad de los servicios en persona al tiempo que han acelerado la adopción de la telemedicina.
Las personas con el VIH en San Francisco registran unos buenos resultados de tratamiento en general. Así, el 75% de todas las personas con el VIH tienen una carga viral indetectable. Sin embargo, este porcentaje se reduce a solo el 39% entre las personas que se hallan en situación de sinhogarismo. En 2019, el 18% de los nuevos diagnósticos de VIH se produjeron entre personas en una situación de falta de hogar o sin un alojamiento estable.
Un equipo de investigadores de la Universidad de California en San Francisco (EE UU) realizó un estudio en forma de encuesta -en la que se pidió a los participantes que escogieran entre diferentes opciones- con el objetivo de evaluar las estrategias dirigidas a mejorar las tasas de inclusión en los servicios de atención médica de las personas con el VIH en situación de sinhogarismo o sin una vivienda estable.
El estudio incluyó a 59 personas que participan en el programa POP-UP (Positive-health Onsite Program for Unstably-housed Populations) de la clínica de VIH situada en el pabellón 86 del Hospital General de San Francisco, así como 56 personas que accedieron a la atención primaria tradicional y tenían una carga viral detectable reciente. El pabellón 86 atiende a población especialmente vulnerable. La mayoría de las personas que acuden no tienen seguro médico privado o dependen de Medicaid (aseguradora pública para personas con ingresos bajos) o Medicare (aseguradora pública para personas mayores de 65 años o personas con alguna discapacidad). Más de un tercio de estas personas se hallan en situación de sinhogarismo o no tienen una vivienda estable.
Lanzado en enero de 2019, el programa POP-UP cuenta con una clínica de baja exigencia, que está abierta para visitas sin cita previa los días laborables por la tarde. En ella se ofrece atención primaria integral, que incluye atención psicológica, reducción de daños relacionados con el consumo de sustancias y recogida de medicamentos en el centro. Un asesor de pacientes les facilita el acceso a servicios como la gestión de casos, la asistencia en materia de vivienda y la ayuda para obtener la cobertura de un seguro. Asimismo, los participantes en el programa reciben tarjetas regalo de una tienda de comestibles como incentivo por acudir a la clínica, realizarse las pruebas de laboratorio y mantener la carga viral del VIH indetectable. Los participantes elegibles para el programa no están recibiendo terapia antirretroviral o la están tomando, pero presentan una carga viral de 200 copias/mL o más y tienen un historial de ausencias a las citas de atención primaria.
El equipo de investigadores ya había informado anteriormente –en la Conferencia Internacional del Sida 2020 (AIDS 2020) – sobre cómo el programa POP-UP ayudaba a las personas a mantener su compromiso con la atención del VIH, a seguir el tratamiento antirretroviral y a lograr la supresión viral. Pero eso fue antes la aparición de la pandemia de COVID-19. Los investigadores señalaron a finales del año pasado que los pacientes del pabellón 86 tenían un 31% más de probabilidades de tener una carga viral detectable después de que la ciudad impusiera su orden de permanencia en casa y la clínica cambiara a la telemedicina en marzo de 2020. Pero POP-UP mantuvo sus puertas abiertas incluso cuando muchos otros servicios de salud de la ciudad cerraron, y el compromiso con la atención del VIH y la supresión viral no disminuyeron.
La selección de los participantes del estudio se realizó entre julio y noviembre de 2020. Se analizó a 840 personas, se consideró elegibles a 146 y finalmente 115 completaron la encuesta. La mitad de los participantes eran de raza blanca, el 34% eran latinos y el 20% eran de raza negra (los porcentajes correspondientes en la población de la ciudad de San Francisco son: 53% blancos, 37% latinos y 6% negros). Más de tres cuartas partes eran hombres cis, el 6% eran mujeres cis y el 11% eran mujeres trans. Cuatro de cada 10 afirmaron haber vivido recientemente en la calle. Aunque la mayoría (76%) tenían teléfono, el 56% indicaron que lo había perdido o se lo habían robado recientemente. Más de la mitad declararon que consumían metanfetamina a diario.
Los investigadores identificaron las diferentes preferencias de atención señaladas en la encuesta por los participantes. Aunque el 68% de las personas se mostraron partidarias de una atención flexible, el 32% afirmaron que preferían ser atendidas por el mismo profesional médico.Las personas encuestadas prefirieron las visitas sin cita previa a las programadas, y se mostraron más partidarias de la atención en persona antes que las consultas por vídeo o por teléfono. Muchos dijeron que les gustaría que hubiera un centro clínico adicional además de la sala 86 (situada en el distrito de la Misión, de mayoría latina). Todas las personas encuestadas se mostraron partidarias del uso de incentivos como tarjetas regalo de supermercados, para alentar que se acudiera a recibir atención.
Otro estudio estadounidense anterior analizó la implementación de una intervención de baja exigencia para población en situación de sinhogarismo o vivienda precaria con el objetivo de reducir daños vinculados al uso de drogas intravenosas, ofreciendo también la opción de recibir profilaxis preexposición al VIH -PrEP- (véase La Noticia del Día 15/06/21).
Como conclusión, los investigadores señalaron que si se implementan modelos de servicio para clínicas públicas de VIH que incluyan opciones para una atención incentivada en persona, la continuidad del profesional sanitario y la flexibilidad del servicio se logrará mejorar la vinculación con la atención del VIH de las personas y se reducirá la disparidad en la supresión viral para las personas con el VIH que se hallan en situación de sinhogarismo o que no tienen una vivienda estable.
Fuente:Aidsmap / Elaboración propia (gTt).
Referencia:Imbert E et al. Preferences for care engagement among people with HIV experiencing homelessness or unstable housing: a discrete choice experiment. 11th IAS Conference on HIV Science, abstract no OAD0603, 2021.
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