Precaución sobre el uso de EPO para tratar la anemia

Joan Tallada
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Se asocia con mayor riesgo de fallecimiento en personas con cáncer

El pasado jueves, Amgen, una empresa de biotecnología estadounidense, hizo público un comunicado en el que afirma que su fármaco para la anemia Aranesp® aumenta el riesgo de fallecimiento en el tratamiento de personas con cáncer, un hallazgo que podría afectar a otras presentaciones del mismo principio activo.

Aranesp® es un medicamento que contiene eritropoyetina (EPO), forma sintética de una proteína natural del organismo que se utiliza para estimular la producción de glóbulos rojos. En España comercializan EPO los Laboratorios Esteve, Roche y Janssen-Cilag.

EPO está autorizada para su uso en personas que experimentan anemia como efecto adverso de un tratamiento de quimioterapia contra el cáncer. EPO también se emplea en ocasiones para tratar otras anemias, como la causada por zidovudina en la terapia del VIH o por ribavirina en personas que se tratan la hepatitis C junto con interferón pegilado. Aunque el hecho de que EPO sea un medicamento muy caro y que la indicación no esté oficialmente aprobada supone que el número de personas con VIH y hepatitis C que reciben EPO para mitigar la anemia sea mucho menor del que lo necesitan, algo que han denunciado repetidamente los activistas en tratamientos. De hecho, muchos clínicos prefieren bajar la dosis de ribavirina antes que intentar conseguir EPO, por los obstáculos existentes o porque no creen que valga la pena.

Los nuevos datos sobre incremento de riesgo de fallecimiento en personas con cáncer que tomaban EPO podría poner en cuestión la demanda de uso de EPO en personas coinfectadas. Sin embargo, habría que distinguir entre un paciente con cáncer y una persona con hepatitis C, ya que ni la situación de salud ni el pronóstico son los mismos.

De entrada, parece que las personas que han tenido más problemas con EPO han sido las tratadas con altas dosis. El pasado noviembre, un estudio publicado en la revista The New England Journal of Medicine asoció el tratamiento agresivo con EPO  (en este caso Procrit®) en personas con disfunción renal con un riesgo superior en un 34% de experimentar problemas cardíacos o fallecimiento en comparación con quienes recibían una terapia menos agresiva.

En cambio, en el estudio de Amgen, al que hacemos referencia al inicio, se ha utilizado EPO no para paliar los efectos de la quimioterapia, sino para tratar el cáncer mismo, con resultados desalentadores. Unas mil personas con cáncer activo (es decir, la enfermedad no estaba remitiendo) y que no seguían quimioterapia ni radiación tomaron EPO (o bien placebo) para comprobar si ello disminuía la necesidad de las transfusiones de sangre.

El estudio no halló que EPO redujera la necesidad de transfusiones pero sí aumentó el número de fallecimiento al final de las 16 semanas en una cantidad estadísticamente significativa. Se desconocen más detalles, ya que Amgen no ha proporcionado otros datos sobre la investigación, y se ha limitado a incluir en su comunicado que en esta población “la relación riesgo/beneficio del uso de Aranesp® es en el mejor de los casos neutral y tal vez negativa”.

Representantes de la compañía han insistido en que estos datos son muy específicos de un grupo de pacientes, en los que habría que analizar si quienes tomaron el fármaco tenían más factores de riesgo de progresión de la enfermedad por cáncer, y que por ello los resultados no se pueden extrapolar a otras poblaciones con otras dolencias.

Insisten en que el uso de EPO a las dosis aprobadas para alcanzar niveles estándares de hemoglobina sigue siendo seguro y que no hay razones para renunciar a su uso.

Es improbable que este anuncio de Amgen vaya a cambiar radicalmente la percepción de que los médicos tienen sobre la utilidad de EPO. Si acaso, se evitará el empleo de dosis elevadas en personas que cuenten con factores de riesgo o tengan un estado de salud muy comprometido.

Fuente: Reuters Health / The New York Times / Elaboración propia.
Referencia : Singh A. K et al. Correction of Anemia with Epotin Alfa in Chronic Kidney Disease. N Engl J Med 2006; 355:2085-2098, Nov 16, 2006.

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