Un estudio publicado en BMC Infectious Diseases ha concluido que la lipodistrofia causada por el uso de inhibidores de la transcriptasa inversa análogos de nucleósido (ITIN) de primera generación sería irreversible. Los investigadores no han observado una relación entre cambios en la densidad del tejido adiposo y el tiempo transcurrido tras la interrupción del tratamiento con los ITIN zidovudina (AZT, equivalente farmacéutico genérico [EFG], Retrovir®, también en Combivir® o Trizivir®), estavudina (Zerit®), telbivudina (fármaco para tratar la infección por el virus de la hepatitis B) –conocidos todos ellos como análogos de timidina– o didanosina (Videx®).
La lipodistrofia causada por los ITIN de primera generación zidovudina, estavudina, didanosina y telbivudina es un efecto secundario ya conocido desde hace muchos años, hecho que llevó a la interrupción y sustitución de dichos tratamientos a medida que llegaban opciones terapéuticas de menor toxicidad. Dicha lipodistrofia era principalmente de tipo lipoatrofia (pérdida de grasa en extremidades y cara) y con cierta componente de lipohipertrofia, un efecto secundario que conlleva un aumento de la grasa visceral acompañado de una disminución de su densidad, lo cual incrementa el riesgo cardiovascular. Una de las grandes dudas que dejaron estos efectos secundarios es si presentarían cierto grado de reversibilidad tras años sin tomar los fármacos involucrados.
Para responder a este interrogante, los investigadores midieron los niveles de adiponectina (un biomarcador de la actividad de los adipocitos, las células del tejido adiposo) y la densidad del tejido adiposo subcutáneo y visceral de personas expuestas en el pasado a alguno de los fármacos antes descritos.
Un total de 848 personas con el VIH de una cohorte danesa participaron en el estudio. De ellas, 451 habían sido expuestas en el pasado a zidovudina, estavudina, didanosina y/o telbivudina. Las mediciones de densidad del tejido adiposo se llevaron a cabo por tomografía abdominal computarizada (en la cuarta vértebra lumbar) y los niveles de adiponectina se midieron a partir de análisis de sangre específicos. Las posibles asociaciones fueron establecidas usando modelos multivariable de tipo lineal y por regresión logística, tras ajustar los resultados por sexo, edad, consumo de tabaco, actividad física, origen, índice de masa corporal y área de tejido adiposo subcutáneo y visceral.
Las personas con historial de uso de análogos de timidina o didanosina presentaban una menor densidad del tejido adiposo visceral que aquellas no expuestas a dichos fármacos (p <0,0001) y el riesgo de tener una menor densidad de tejido adiposo visceral persistió a pesar de ajustar los resultados sobre la base de diversos factores de confusión (cociente de probabilidades ajustado [CPa]: 1,74; intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 1,14-2,67).
Los expuestos a análogos de timidina o didanosina también presentaron una menor densidad del tejido adiposo subcutáneo (p =0,0002), que, como en el caso anterior, se mantuvo al ajustar los resultados en el análisis de riesgo (CPa: 1,74; IC95%: 1,18-2,58).
Los investigadores no hallaron una asociación entre el tiempo tras la interrupción de los tratamientos basados en análogos de timidina o didanosina y la densidad del tejido adiposo visceral o subcutáneo, lo cual apuntaría a que la toxicidad causada por estos fármacos a nivel del tejido adiposo sería irreversible .
La exposición a análogos de timidina o didanosina se asoció a unos niveles de adiponectina inferiores en un 9% y a un mayor riesgo de tener niveles bajos de adiponectina (CPa: 1m74; IC95%: 1,10-2,76). Los niveles de densidad del tejido adiposo visceral y los de adiponectina presentaron una relación directamente proporcional, relación que no fue observada en el caso del tejido adiposo subcutáneo .
Entre las principales limitaciones del presente estudio se encuentran su diseño transversal, ciertas diferencias entre los grupos comparados y la falta de muestras histológicas para cotejar los hallazgos obtenidos en pruebas de tipo no invasivo. No obstante, la irreversibilidad de la lipodistrofia era algo esperable teniendo en cuenta los numerosos casos de personas que la siguen padeciendo pasados muchos años después de la interrupción de los tratamientos que se la causaron, algo que los médicos especialistas en VIH perciben en el día a día de sus consultas.
Dado el papel del tejido adiposo en la regulación del metabolismo y su impacto a nivel cardiovascular, sería importante un buen seguimiento cardiovascular de las personas con lipodistrofia por parte de los profesionales sanitarios que les atienden, especialmente teniendo en cuenta que este efecto secundario –y sus negativas consecuencias cardiovasculares– se va a mantener en el tiempo de forma indefinida .
Fuente: Infectious Disease Advisor / Elaboración propia ( gTt-VIH ).
Referencia: Gelpi M, Knudsen AD, Larsen KB, et al. Long-lasting alterations in adipose tissue density and adiponectin production in people living with HIV after thymidine analogues exposure. BMC Infect Dis. 2019;19(1):708.
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