Nuevo modelo de atención farmacéutica hospitalaria para personas con el VIH

Se establecerían tres niveles de prioridad en función de diversas variables para intensificar la atención entre quienes más lo necesitan y reducirla en quienes se considera menos necesaria

Francesc Martínez
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Un estudio llevado a cabo por investigadores españoles, publicado en la revista Farmacia Hospitalaria, ha construido un modelo de atención farmacéutica especializada que adaptaría la actividad del servicio a cada paciente en función de unos criterios de prioridad que vendrían definidos por diversas variables de tipo demográfico, social y sanitario.

En los últimos años, el número de pacientes con el VIH atendidos en hospitales españoles ha crecido de manera ininterrumpida. Este hecho ha repercutido –como no podía ser de otra manera- en la actividad de los servicios de Farmacia Hospitalaria, lo que llevó a una serie de investigadores de dicho ámbito a tratar de diseñar un modelo de atención capaz de optimizar los recursos intensificando la atención farmacéutica en los casos más prioritarios y relajándola en aquellos en los que se prevé menos necesaria.

El estudio, de tipo multicéntrico y transversal, fue llevado a cabo por un panel de expertos en Farmacia Hospitalaria especializados en el VIH.

En una primera fase los investigadores realizaron una revisión de la literatura científica publicada al respecto, que les llevó a establecer tres grupos de pacientes con el VIH en función de lo prioritaria que se consideraría la atención farmacéutica especializada. Posteriormente se contó con una muestra de 215 pacientes para definir las diversas intervenciones a llevar a cabo en cada uno de los tres grupos. Por último, se probó el modelo en una nueva muestra de 205 pacientes para comprobar su utilidad y aplicabilidad.

Las variables incluidas para clasificar a los participantes según los tres niveles de prioridad fueron variables de tipo demográfico (edad, nivel educativo, etc.); de tipo sociosanitario (estilo de vida, presencia de deterioro cognitivo, relación profesional sanitario-paciente, apoyos económicos y sociales); de tipo clínico (comorbilidades, hospitalizaciones, etc.) y relacionadas con la medicación (polifarmacia, tipo de tratamiento antirretroviral, interacciones, adherencia, niveles de satisfacción, etc.).

En función de dichas variables el 10% de la muestra fue clasificada como de máxima prioridad (prioridad 1), el 30% como de prioridad 2 y el 60% como de prioridad 3 .

El panel de expertos estableció en su modelo que todas las personas con el VIH independientemente de su nivel de prioridad debían recibir una visita de atención farmacéutica al inicio del tratamiento antirretroviral. Tras esta primera visita, en pacientes con prioridad 1 la siguiente visita debería realizarse a los 6 meses y en pacientes con prioridad 2 o 3 debería llevarse a cabo anualmente a excepción de dos casos: decisión profesional o niveles de puntuación altos en el cuestionario de clasificación de la prioridad (a pesar de haber sido clasificados como de prioridad 2 o 3).

Las diversas intervenciones de atención farmacéutica para cada uno de los tres grupos de prioridad fueron clasificadas como de “seguimiento farmacoterapéutico”, “entrenamiento y formación de pacientes” o “coordinación con el resto del equipo multidisciplinar”.

Las intervenciones de “seguimiento farmacoterapéutico” incluirían la revisión y validación del tratamiento antirretroviral; monitorización de la adherencia; revisar la medicación concomitante; etc. En los casos de mayor prioridad se buscaría establecer canales de comunicación adecuados con el paciente y sus familiares, así como una mayor monitorización de los efectos secundarios y de las adecuadas derivaciones y concertaciones de visitas con otros profesionales.

En lo relativo a las intervenciones de “entrenamiento y formación de pacientes”, en ellas se evaluarían los conocimientos del paciente; se le facilitaría el acceso a cursos online de formación para personas con el VIH y se le ofrecerían consejos para el manejo de efectos adversos, prevenir la transmisión del VIH y hábitos de vida saludables, entre otros. Para aquellos pacientes de mayor prioridad, además, se desarrollarían herramientas especiales para fortalecer factores críticos relativos al tratamiento y a la progresión de la infección.

Por último, en el grupo de intervenciones descritas como de “coordinación con el resto del equipo multidisciplinar” se incluirían protocolos de derivación entre los diversos especialistas, coordinación con organizaciones comunitarias y un circuito especial para el manejo de efectos adversos, interacciones, adherencia y errores de medicación. Como en los casos anteriores, este grupo de intervenciones contendría aspectos añadidos para aquellas personas con el VIH clasificadas como de mayor prioridad, que orbitarían alrededor de una mayor coordinación con servicios sociales, psicológicos y/o psiquiátricos.

El modelo establecido en el presente estudio puede ser útil como herramienta para una optimización de recursos de atención farmacéutica y para centrar las intervenciones en quienes más las necesitan. Cabrá esperar a ver los resultados de su implementación en futuros estudios que permitan validar la eficacia del modelo.

Fuente: Elaboración propia ( gTt-VIH ).

Referencia: Morillo-Verdugo R, Martínez-Sesmero JM, Lázaro-López A, et al. Development of a risk stratification model for pharmaceutical care in HIV patients. Farm Hosp. 2017;41(3):346-356.

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