La baja capacidad física en personas con VIH podría estar relacionada con un envejecimiento prematuro

Un adecuado seguimiento de la salud ósea y realizar ejercicio físico podrían evitar la pérdida de dicha capacidad

Francesc Martínez
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Un estudio publicado en Journal of Acquired Immune Deficiency Syndromes ha concluido que las personas con VIH de mediana edad con mala condición física presentarían reducciones de la masa muscular, de la densidad mineral ósea y de los niveles de algunas hormonas similares a las observadas en personas no infectadas de igual condición, pero mayor edad.

Gracias a la evolución de la terapia antirretroviral, el pronóstico de las personas con VIH es hoy en día muy bueno, con prácticamente la misma esperanza de vida que una persona no infectada. Sin embargo, existen una serie de complicaciones asociadas al envejecimiento que, en personas con VIH, tienen lugar de forma prematura. En esta línea, un estudio relativamente reciente mostró que la pérdida de masa muscular en pacientes con VIH se producía a una velocidad superior a la detectada en la población general (véase La Noticia del Día 30/03/2012).

Para ahondar en los conocimientos relativos al envejecimiento prematuro asociado al VIH, investigadores de la Universidad de Colorado (EE UU) evaluaron la posible relación entre la capacidad funcional de personas de mediana edad con VIH y una serie de factores asociados al envejecimiento. Entre ellos se hallarían la acumulación de grasa, la pérdida de fuerza, la disminución de la densidad mineral ósea y la disminución de la producción de factores hormonales tales como el factor de crecimiento insulínico tipo 1 (IGF-1, en sus siglas en inglés) y la proteína de unión al IGF tipo 3 (IGFBP-3, en sus siglas en inglés).

El estudio incluyó a personas con edades comprendidas entre los 45 y los 65 años. Todas tomaban antirretrovirales y tenían una carga viral inferior a 200 copias/mL. Dado que el diseño fue de tipo caso-control, los datos de 33 personas con VIH y baja capacidad física fueron contrapuestos a los de 48 controles con VIH y elevada funcionalidad física. La clasificación de capacidad física o funcionalidad alta o baja se efectuó sobre la base de los resultados de pruebas estandarizadas.

Los participantes tenían una edad media de 53 años y un recuento medio de CD4 de, aproximadamente, 600 células/mm3. El 96% de los participantes tenían carga viral indetectable. No obstante, existían diferencias importantes entre quienes tenían alta capacidad física y quienes la tenían baja.

Así, entre las personas con baja funcionalidad física había más fumadores que entre aquellas con funcionalidad elevada (50 y 12%, respectivamente; p= 0,012). El recuento nadir también era inferior en personas con baja capacidad física (106 y 179 células/mm3, de forma respectiva). Del mismo modo, las personas con baja capacidad física presentaban una mayor incidencia de dolor crónico (68 y 8% de las personas con baja y alta capacidad física, respectivamente; p <0,001)

Un 20% de las personas con baja capacidad física eran obesas, mientras que el porcentaje de aquellas con capacidad elevada era del 13%. La probabilidad de tener bajos niveles de masa muscular fue claramente superior en el grupo con baja funcionalidad física (cociente de probabilidades [CR]: 2,5; intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 1,0-6,1; p= 0,04). Tener un bajo índice de masa corporal, asimismo, se asoció significativamente a una baja capacidad física (CR: 1,7; IC95%: 1,2-2,2; p <0,001).

Las tasas de osteoporosis u osteopenia en la cadera fueron superiores desde el punto de vista significativo entre las personas con baja capacidad física que las observadas entre aquellas con capacidad física elevada (68 y 33%; p= 0,01). Dicha diferencia fue semejante respecto a los casos de osteopenia en la columna vertebral (67 y 38%, respectivamente; p= 0,02).

De igual forma, los resultados en las pruebas de absorciometría dual de rayos X (DXA, en sus siglas en inglés, también conocida como DEXA) mostraron que las menores puntuaciones en dichas pruebas (que indican una menor densidad ósea) se relacionaron con una mayor probabilidad de presentar capacidad funcional baja tanto cuando se realizaron en cadera (CR: 3,8; IC95%: 1,1-12,5) como cuando se llevaron a cabo en la columna vertebral (CR: 2,3; IC95%: 1,1-4,5).

Las concentraciones séricas de IGF-1 y IGFBP-3 también fueron más reducidas entre aquellas personas con baja capacidad física, con niveles similares a los apreciados en personas sin VIH de entre 70 y 80 años.

Los resultados del presente estudio muestran que la capacidad funcional de las personas con VIH se relaciona claramente con su salud ósea, su masa muscular y los niveles de IGF-1 e IGFBP-3. Así, para mejorar la capacidad funcional, será necesario un correcto seguimiento y la realización de intervenciones encaminadas a corregir las alteraciones en dichos parámetros, como, por ejemplo, el uso de medicamentos que prevengan la pérdida de masa ósea (los bifosfonatos) o la realización de programas de entrenamiento físico dirigidos a aumentar de la masa muscular.

Fuente: Aidsmap.
Referencia: Erlandson KM, et al. Functional impairment is associated with low bone and muscle mass among persons aging with HIV-infection. J Acquir Immune Defic Syndr, online edition.

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