EASL 2017: La eliminación del VHC reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares en personas con cirrosis compensada

Según los expertos, este efecto positivo debería tenerse en cuenta como criterio de elegilibilidad en países con un acceso restringido al tratamiento de la hepatitis C

Llorenç Solé
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De acuerdo con los resultados de un estudio francés, cuyos resultados fueron presentados la semana pasada en Ámsterdam (Países Bajos) en el transcurso de la Conferencia Internacional del Hígado (EASL 2017), las personas con cirrosis compensada que consiguen eliminar el VHC a través de una combinación de antivirales de acción directa (DAA, en sus siglas en inglés) reducen el riesgo de desarrollar problemas cardiovasculares.

Aunque la infección por el virus de la hepatitis C (VHC) afecta principalmente al hígado, son bien conocidos sus efectos negativos sobre otros órganos como el corazón, los riñones, los vasos sanguíneos o el cerebro (véase La Noticia del Día 16/01/2017). Además, la hepatitis C también induce cambios en el metabolismo de la glucosa. Por esto, los expertos inciden en que se debe considerar la hepatitis C como una enfermedad sistémica y no solamente hepática.

En el caso de las enfermedades cardiovasculares, la hepatitis C aumenta el riesgo de padecer problemas cardíacos como infartos, apoplejías, enfermedad arterial periférica o fallo cardíaco (véase La Noticia del Día 03-02-2016). Este incremento del riesgo debido a la hepatitis C se cree que podría ser causado por alteraciones metabólicas o por reacciones inflamatorias asociadas al VHC, y se ve más acentuado en personas mayores, con diabetes o hipertensión.

Con el fin de evaluar si alcanzar una respuesta virológica sostenida (carga viral indetectable en sangre 12 semanas después de finalizar el tratamiento) reduce el riesgo de padecer problemas cardiovasculares, un grupo de investigadores franceses diseñaron un estudio en el que incluyeron a personas con hepatitis C y cirrosis compensada (definida como estadio A en la escala Child-Pugh) que formaban parte de la cohorte ANRS CirVIR entre 2006 y 2012 y que habían recibido un seguimiento de, al menos, cinco años. A los participantes se les visitó cada seis meses incluyendo en sus historiales médicos información sobre eventos cardiovasculares.

En el análisis se incluyeron 878 personas que fueron monitorizadas durante una mediana de 57,5 meses. Se excluyó a las personas con el VIH y/o hepatitis B. El estudio evaluó la incidencia de infartos, apoplejías, anginas de pecho, enfermedad arterial periférica, fallo cardíaco y parada cardíaca.

Durante el periodo de seguimiento se produjeron 79 eventos cardiovasculares en 62 participantes y 15 muertes (7 de las cuales debidas a enfermedades del corazón). Las dos enfermedades mayoritarias fueron el fallo cardiaco (23 casos) y la apoplejía (16 casos). Los infartos y las paradas cardíacas fueron menos habituales.

Conseguir una RVS al tratamiento durante el período de seguimiento supuso una reducción del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares del 65%. El efecto de esta disminución empezó a ser observable a partir de los 3 años de seguimiento, y fue muy notable pasados los seis años. En ese momento, un 2,3% de las personas que habían conseguido una RVS habían padecido una enfermedad cardiovascular mientras que esta incidencia fue del 8.7% en las personas que no habían conseguido una RVS.

Los investigadores franceses también concluyeron que el riesgo cardiovascular fue mayor para aquellas personas que presentaron peor función hepática, determinada mediante análisis de sangre por tener la bilirrubina total alta (>17 µmol/L), la albúmina sérica baja (<35 g/L) y/o un recuento de plaquetas muy bajo. Cada uno de estos parámetros incrementó el riesgo cardiovascular de forma independiente.

Otros factores que influyeron positivamente en el riesgo según los análisis multivariables realizados en el estudio, fueron la hipertensión y fumar habitualmente. Sin embargo, el factor que más valor predictivo obtuvo fue la etnia. La probabilidad de padecer una enfermedad cardiovascular fue de hasta 9 veces superior en personas originarias del este de Asia, pero los autores no pudieron determinar las causas de esta observación.

Según la Profesora Cacoub, este estudio refuerza la necesidad de ver la infección por el VHC como una enfermedad sistémica, por lo que, su curación gracias al tratamiento antiviral de acción directa (DAAs, en sus siglas en inglés) no solamente mejoraría la función hepática de las personas tratadas, sino que también se reduciría el riesgo de padecer futuras enfermedades cardiovasculares. También según Cacoub, estos efectos sobre la función cardíaca se deberían de tener en cuenta a la hora de determinar la urgencia para recibir el tratamiento del VHC en aquellos países donde el acceso todavía es restringido.

Aunque en este estudio no se incluyó a personas con el VIH, los resultados de un estudio español publicado recientemente mostraron que la curación de la hepatitis C en estos pacientes reduce el riesgo de desarrollar diabetes, pero no disminuyó el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, cáncer o enfermedades definitorias de sida (Véase La Noticia del Día 06-02-2017).

Fuente: Aidsmap/ Elaboración propia (gTt-VIH).
Referencia: Cacoub P et al. HCV eradication reduces the occurrence of major adverse cardiovascular events in hepatitis C cirrhotic patients: data from the prospective ANRS CO12 CirVir cohort. International Liver Congress, abstract PS 032, Amsterdam, 2017.

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