Un estudio estadounidense ha concluido que la cirrosis hepática descompensada, la enfermedad hepática inducida por el alcohol y el cáncer de hígado serían tres condiciones hepáticas que aumentarían el riesgo de fallecer por COVID-19 (acrónimo en inglés de enfermedad por coronavirus 2019) o de experimentar un cuadro clínico grave. Otras condiciones hepáticas diferentes a esas tres no presentaron dicha vinculación.
Los resultados se dieron a conocer en el Encuentro Anual de la Asociación Americana para el Estudio de las Enfermedades Hepáticas (AASLD, en sus siglas en inglés), realizado este año de forma virtual debido a la pandemia de la COVID-19.
El presente estudio es uno de los más grandes que ha evaluado los resultados clínicos de la COVID-19 en personas con enfermedades hepáticas. Hasta la fecha, la enfermedad hepática crónica había sido clasificada como factor de riesgo, pero no existían datos pormenorizados de las diversas patologías incluidas dentro del concepto “enfermedad hepática crónica”.
Para arrojar más luz sobre este asunto, investigadores de la Universidad de Stanford (California, EE UU) contaron con datos sobre COVID-19 de personas con enfermedades hepáticas crónicas atendidas en 23 centros médicos estadounidenses entre el 1 de marzo y el 30 de mayo del presente año.
Un total de 867 personas con enfermedad hepática crónica y diagnóstico de laboratorio de infección por SARS-CoV-2 (virus causante de la COVID-19) fueron incluidas en el estudio. Los participantes tenían una mediana de la edad de 59 años, el 54% eran hombres y el 60% se hallaban hospitalizados por COVID-19.
Durante el estudio fallecieron 114 de los participantes, la práctica totalidad de ellos por causa de la COVID-19 y no por la enfermedad hepática subyacente. La etnia de los participantes no condicionó su riesgo de muerte, de precisar ventilación mecánica o de ingresar en la unidad de cuidados intensivos (UCI). Sin embargo, tener origen latinoamericano y ser de sexo masculino fueron dos factores significativamente asociados a precisar del ingreso en un hospital.
Las principales enfermedades hepáticas registradas en el estudio fueron esteatosis hepática (hígado graso, también conocida como esteatosis hepática no alcohólica [NAFLD, en sus siglas en inglés]), que afectaba al 60% de los participantes; infección por el virus de la hepatitis C (VHC), que afectaba al 22%; enfermedad hepática inducida por el alcohol, que afectaba al 14% e infección por el virus de la hepatitis B (que afectaba al 7%). Un 26% de los participantes tenía cirrosis hepática, en el 60% de los casos compensada.
El 61% de los participantes fueron ingresados por COVID-19 en el hospital tras el diagnóstico de infección por SARS-CoV-2. El 23% del total de la población del estudio requirió el ingreso en la UCI, el 18% requirió ventilación mecánica y el 12% del total falleció por COVID-19.
Padecer diarrea, náuseas, vómitos o pérdida de olfato fueron efectos secundarios significativamente más frecuentes en personas con COVID-19 grave, pero no se asociaron a un mayor riesgo de fallecer.
Tres factores de tipo hepático -tener cirrosis descompensada (cociente de probabilidades [CP]: 1,80; intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 1,01-3,21), enfermedad hepática inducida por el alcohol CP: 3,24; IC95%: 1,64-6,41) y cáncer hepático (CP: 3,31; IC95% 1,53-7,16)– se asociaron a un mayor riesgo de muerte tras la realización de un análisis multivariable que tuvo en cuenta factores tales como edad, sexo, etnia, estadio de la enfermedad hepática, obesidad, tabaquismo y consumo de alcohol.
Además de incrementar el riesgo de fallecer por COVID-19, la cirrosis hepática descompensada también incrementó el riesgo de hospitalización, ingreso en la UCI y ventilación mecánica. Un efecto similar se observó en el caso de la enfermedad hepática inducida por alcohol, que también aumentó –además del riesgo de fallecer– el de ser ingresado en la UCI y el de precisar ventilación mecánica. En el caso del cáncer hepático, el riesgo de fallecer fue el más alto, pero, en cambio, no se observó un mayor riesgo de hospitalización, ingreso en la UCI o de precisar ventilación mecánica.
Los autores del estudio apuntaron que el uso de la telemedicina en pacientes con hepatopatías crónicas se revela como esencial para reducir el riesgo de infecciones por el SARS-CoV-2. También concluyen que este grupo poblacional debería ser considerado prioritario en el acceso a la vacuna cuando esta esté disponible.
En el marco de la AASLD también se presentó un estudio de la región Asia-Pacífico que analizó los resultados de 260 casos de COVID-19 en personas con cirrosis hepática. Un total de 54 de estas personas fallecieron por COVID-19. Los investigadores desarrollaron un sistema de puntuación basado en parámetros respiratorios, renales, comorbilidades, recuentos de plaquetas y la presencia de encefalopatía hepática que permitía predecir el riesgo de fallecer. Dicho sistema de puntuación podría ser tenido en cuenta a nivel hospitalario para determinar la gravedad de un paciente con hepatopatía y COVID-19 en el momento del ingreso y establecer un plan terapéutico individualizado.
Fuente: Infohep / Elaboración propia (gTt.VIH).
Referencias: Adeniji N et al. Predictors of outcomes of COVID-19 in patients with chronic liver disease: US multi-center study. AASLD Liver Meeting Digital Experience, abstract O9, 2020.
Kim D et al. Predictors of outcomes of COVID-19 in patients with chronic liver disease: US multi-center study. Clinical Gastroenterology and Hepatology, published online 17 September 2020.
Choudhury AK et al. APCOLIS score predicts outcome in patients of cirrhosis with SARS-CoV-2 infection: data from ongoing APASL COVID-19 liver injury spectrum (APCOLIS) study. AASLD Liver Meeting Digital Experience, abstract 103, 2020.
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