El pasado mes de julio, a raíz de la XVIII Conferencia Internacional del Sida, celebrada en Viena (Austria), se hicieron públicos los resultados del ensayo CAPRISA 004 (véase La Noticia del Día del 21/07/2010), que fueron acogidos con gran entusiasmo, ya que por primera vez existía una prueba de concepto de la eficacia anti-VIH de un microbicida en humanos.
El estudio se realizó a doble ciego y con distribución aleatoria, y en él se comparó el uso de un gel que contenía un 1% del fármaco antirretroviral tenofovir frente a la aplicación de un gel placebo. Contó con la participación de 889 mujeres sin VIH (pero en situación de riesgo de contraerlo), sexualmente activas, que vivían tanto en zonas rurales como urbanas de la provincia de KwaZulu-Natal (Sudáfrica). Se comprobó que la incidencia del VIH fue un 39% inferior entre las participantes que recibieron el gel con tenofovir, en comparación con las que utilizaron el gel con placebo.
Sin embargo, como cabía esperar, la protección fue proporcional al nivel de adhesión de las participantes al microbicida. Así, en el caso de las mujeres que utilizaron el gel en más del 80% de las ocasiones, la incidencia de VIH fue un 54% menor respecto a las que usaron un placebo.
Al tratarse de un método de prevención que puedan controlar por sí solas las mujeres (sobre todo si carecen de la autoridad para negociar el uso de otros métodos preventivos) una de las incógnitas que se han planteado durante el desarrollo y la investigación de los microbicidas ha sido cuál sería la aceptación de esta herramienta por parte de las parejas masculinas y si el rechazo de los varones a los microbicidas podría aumentar la probabilidad de las mujeres a contraer el VIH o sufrir violencia de género.
En el transcurso del I Taller Internacional sobre VIH y Mujeres, que tuvo lugar en Washington (EE UU) entre el 10 y el 11 de enero, se presentaron datos relativos a un subestudio tipo caso-control que incluyó a 72 mujeres participantes en el estudio CAPRISA que se infectaron a pesar de utilizar el microbicida. Como grupo de comparación no emparejado se contó con 205 usuarias del gel con tenofovir que no adquirieron el virus.
El principal objetivo del subestudio era determinar la relación cuantitativa entre el hecho de explicar a la pareja que se participaba en el estudio y la infección por VIH, aunque la mayor parte de los datos presentados en el taller se refirieron a cuestiones cualitativas. De este modo, las 277 participantes completaron un cuestionario en profundidad que valoró su nivel de adhesión y aceptación del gel.
De las 277 integrantes del subestudio, un total de 165 (60%) debatieron con los investigadores si deberían contar a sus parejas que estaban participando en el ensayo. De ellas, 113 (68,5%) lo hicieron y 52 (31,5%) no. Los porcentajes de mujeres que avisaron al menos a una pareja sexual de su participación en el estudio no variaron entre las participantes con VIH (75%) y las pertenecientes al grupo de control (cociente de probabilidades [CP]: 0,95; intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 0,51 – 1,78).
De las mujeres que comunicaron a sus parejas que participaban en el ensayo, solo 7 (6%) afirmaron haber tenido algún tipo de problema con su compañero por utilizar el gel. De las 113 participantes, 74 (65%) indicaron que sus parejas mantuvieron una actitud de apoyo o neutral al respecto. Algunos hombres ayudaron recordando a las mujeres que utilizaran el gel durante la práctica de sexo. Además, estas 113 mujeres pudieron usar el gel durante relaciones sexuales no previstas con su pareja.
Entre las 52 participantes que no contaron a sus parejas que participaban en el estudio, un total de 17 (33%) declararon haber tenido problemas con su compañero por el empleo del gel, siendo el principal escollo el no desear aplicarse el microbicida en su presencia.
También señalaron el haber tenido dificultades para esconder el gel de la vista de sus parejas y el temor de que notasen que se lo habían aplicado. Como resultado, estas mujeres no utilizaron el gel durante los encuentros sexuales inesperados. Once de estas mujeres (21%) afirmaron que decidieron no contar a sus parejas que empleaban el microbicida porque tenían miedo de que su compañero se fuese a enfadar y abandonarlas o que dejaran de usar preservativos. Sin embargo, solo una mujer dijo que su pareja no estuvo dispuesta a utilizar condón después de haber empleado el gel.
Al respecto, el equipo de investigadores que llevó a cabo el ensayo CAPRISA concluyó: “Como se prevé la realización de más estudios de microbicidas y de continuidad en esta población, es importante considerar la incorporación de un componente que ayude a superar las barreras que puedan existir para que las mujeres expliquen que se participa en el estudio, como puede ser la educación a parejas, el counselling o el desarrollo de habilidades de comunicación interpersonales”. También recomiendan que los esfuerzos para el despliegue eficaz de los microbicidas en la comunidad se dirijan tanto a hombres como a mujeres.
Fuente: Elaboración propia / NATAP.
Referencia: Succop S, MacQueen K, van Loggerenberg F. Microbicide Disclosure to Partners Did Not Affect Results of CAPRISA 004. 1st International Workshop on HIV and Women. January 10-11, 2011. Washington, DC. Abstract O_05.
Suscríbete a los boletines
Utiliza este formulario para suscribirte en los diferentes boletines. Si tienes cualquier problema ponte en contacto con nosotros.
Al continuar, confirmas que has leído el aviso legal y aceptas la política de privacidad.