Según un grupo de médicos ingleses del Hospital Chelsea and Westminster en Londres (Reino Unido), las personas con VIH podrían presentar una tasa más alta de lo esperado de problemas tiroideos. Los resultados de sus hallazgos se publican en una carta al editor en la edición de 1 de enero de 2009 de Journal of Acquired Immune Deficiency Syndromes.
El tiroides es una pequeña glándula localizada en el cuello que secreta las hormonas tiroideas, las cuales controlan la velocidad de las funciones químicas del cuerpo. Estas hormonas estimulan casi todos los tejidos del cuerpo a producir proteínas y aumentan la cantidad de oxígeno que las células utilizan. Cuando las células trabajan más intensamente, los órganos del cuerpo trabajan más rápido. Las personas con hipotiroidismo, en las que la glándula tiroides funciona por debajo de lo normal y produce una cantidad insuficiente de hormonas tiroideas, podrían padecer fatiga y aumento de peso, entre otros síntomas. Por otro lado, las personas con hipertiroidismo, en las que la glándula funciona más de lo debido y produce una cantidad excesiva de hormonas tiroideas, podrían experimentar ansiedad y nerviosismo, pérdida de peso y sofocos.
La investigación que ha evaluado si estos problemas tiroideos tienen más probabilidades de producirse en personas con VIH ha proporcionado, hasta la fecha, datos contradictorios, y como consecuencia, continúa estando poco claro si se debería incluir la exploración de desórdenes tiroideos entre el conjunto de cuidados rutinarios que reciben las personas con el virus de la inmunodeficiencia humana.
Para arrojar un poco más de luz sobre este asunto, el equipo de doctores del Hospital Chelsea and Westminster examinó los archivos médicos de 2.437 pacientes con VIH que tenían, como mínimo, un resultado de un test de la función tiroidea. Los investigadores hallaron que 54 personas (2,2%) presentaban una anomalía en la función tiroidea, de las cuales 26 recibieron un diagnóstico de hipertiroidismo y 28, de hipotiroidismo. En esta cohorte londinense de pacientes con VIH, la prevalencia clínica de hipertiroidismo fue de un 1,01% y la de hipotiroidismo, de un 1,2%.
Tras controlar por factores tales como la edad y el recuento de células CD4 antes de iniciar el tratamiento antirretroviral, los expertos encontraron que el uso de inhibidores de la proteasa se asoció con hipotiroidismo y el de inhibidores de la transcriptasa inversa no análogos de nucleósido se relacionó, con bastante frecuencia, con hipertiroidismo, sobre todo efavirenz (Sustiva®, y coformulado con tenofovir y emtricitabina en Atripla®).
Aunque el número total de personas con VIH diagnosticadas de trastorno tiroideo en esta cohorte fue bajo (2,2%), la tasa fue más elevada de lo que los investigadores esperaban. Por este motivo, el equipo de expertos recomienda incluir la exploración de la función tiroidea entre los cuidados rutinarios que reciben las personas con VIH que están tomando terapia antirretroviral de gran actividad.
Fuente: aidsmeds / Elaboración propia.
Referencia: Nelson M, Powles T, Zeitin A, et al. Thyroid Dysfunction and Relationship to Antiretroviral Therapy in HIV-Positive Individuals in the HAART Era. J Acquir Immune Defic Syndr. January 1, 2009; 50(1): 113-114.
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