Alrededor de un tercio de las personas que viven con VIH han usado recientemente marihuana, y hasta el 75% lo han hecho en algún momento de su vida. El cannabis es hoy en día más fácilmente accesible que nunca, ya que su uso recreativo es legal en cada vez más países y su uso médico está aún más extendido. Es bien conocido que el cannabis y sus componentes mejoran el apetito y alivian el dolor (véase La Noticia del Día 22/02/2007), las náuseas y el insomnio. Además, diversos estudios han apuntado hacia cierta actividad antiinflamatoria (véase La Noticia del Día 15/12/2023).
Las personas con el VIH, incluso aquellas en tratamiento antirretroviral efectivo, pueden tener un revestimiento intestinal dañado (lo que se conoce como “intestino permeable”) e inflamación crónica, hechos que pueden conllevar una amplia gama de comorbilidades. Los efectos del cannabis sobre la función inmunológica en personas con el VIH no se conocen completamente. En los últimos meses varios estudios han arrojado luz sobre esta cuestión.
Así, un pequeño estudio realizado por investigadores estadounidenses halló que, en personas con el VIH en terapia antirretroviral con supresión virológica, el uso de cannabis estaba asociado a un aumento de las células T vírgenes (inactivas), una disminución de las células T efectoras y una menor expresión de varios biomarcadores de activación inmunológica. Además, los usuarios de cannabis tenían menos células T exhaustas o senescentes en comparación con los no usuarios. En el estudio, el uso de cannabis no estuvo vinculado a respuestas de células T CD8 específicas del VIH ni a cambios en el tamaño del reservorio viral en las células T CD4.
En un segundo estudio, realizado por investigadores en Canadá, 10 personas con el VIH en terapia antirretroviral fueron distribuidas aleatoriamente a recibir cápsulas que contenían dosis crecientes de cannabidiol (CBD) con o sin delta9-tetrahidrocannabinol (THC), dos de los componentes activos de la marihuana. Los investigadores observaron una reducción en el deterioro del revestimiento intestinal; un menor agotamiento de células T (evidenciado por la expresión del biomarcador PD-1); un menor porcentaje de monocitos activados y de células CD4 y CD8 senescentes y una reducción en los biomarcadores proinflamatorios. En dicho estudio tampoco hubo cambios en el reservorio de ADN del VIH en las células CD4 periféricas.
Un tercer estudio, realizado en Zambia, apuntó que el uso de cannabis puede alterar los reservorios del VIH en los tejidos. Los investigadores analizaron muestras de cerebro y otros tejidos de autopsias de 20 hombres con el VIH que fallecieron en estado de supresión virológica, la mitad de los cuales dieron positivo en cannabis. Los hombres que usaban cannabis tenían menos probabilidades de tener ADN del VIH detectable en sus tejidos, y aquellos que lo tenían presentaban niveles más bajos. Los niveles de citocinas inflamatorias en el tejido linfoide también eran más bajos entre los usuarios de cannabis.
Tres estudios presentados en la Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI) de este año aclararon más los efectos inmunológicos del cannabis en personas con el VIH.
En el primero de ellos, investigadores de Minnesota (EE UU) compararon la función inmunológica y la salud intestinal de personas con el VIH en terapia antirretroviral que usaban cannabis con las de quienes no eran usuarios de dicha sustancia. Aunque los números generales de células T no difirieron, los usuarios de cannabis tenían menos células T CD4 y T CD8 activadas, lo que apunta a una menor activación inmunológica y menores niveles de inflamación. Los usuarios de cannabis también evidenciaron una mejor inmunidad mucosal en el intestino y diferencias en su microbioma bacteriano.
Investigadores de Alemania y los Países Bajos analizaron el efecto del cannabis en la metilación del ADN y la función inmunológica en más de 1.800 personas con el VIH en supresión virológica, alrededor del 20% de las cuales refirieron el uso de cannabis. Las personas que fumaban cannabis mostraban cambios en la metilación del ADN, un proceso que activa o desactiva genes. Algunos de estos cambios se habían visto previamente en fumadores de tabaco en otros estudios. Estas modificaciones se asociaron con efectos tanto proinflamatorios como antiinflamatorios en las células inmunitarias y se asociaron a la producción de citoquinas.
Finalmente, otro estudio neerlandés tuvo como objetivo distinguir los efectos antiinflamatorios del cannabis de los efectos proinflamatorios del tabaquismo en casi 1.900 personas en terapia antirretroviral. El uso de cannabis se asoció con el aumento de 15 biomarcadores y la disminución de otros 50 biomarcadores relacionados con la inflamación. La función inmunológica generalmente no difería entre los usuarios y no usuarios de cannabis, pero el consumo de tabaco se asoció con un aumento en la producción de citoquinas proinflamatorias y cambios en las células inmunitarias.
Tomados en conjunto, estos resultados sugieren que el uso de cannabis, especialmente por métodos que no impliquen fumar, podría tener efectos beneficiosos en la función inmunológica y de cierta componente antiinflamatoria en personas que viven con el VIH. Sin embargo, todavía faltan evidencias más consistentes al respecto. Esta nueva investigación es consistente con los hallazgos de una revisión de 2021 de estudios en humanos y animales, que encontró que los cannabinoides, especialmente el CBD, son antiinflamatorios en el contexto del VIH, en parte debido a la estabilización del revestimiento intestinal. “El cannabis puede proporcionar una intervención beneficiosa para reducir la morbilidad relacionada con la inflamación en personas con VIH”, concluyeron los autores de la revisión.
En todo caso, es importante tener en cuenta que el cannabis no es una panacea. Un amplio estudio publicado recientemente, que encuestó a más de 430.000 personas -en su mayoría sin el VIH- halló que el uso de cannabis estaba asociado con un mayor riesgo de enfermedad coronaria, ataque cardíaco y accidente cerebrovascular. El uso prolongado de la marihuana y sus derivados a dosis considerables ha evidenciado efectos negativos en el estado de ánimo, la cognición y la memoria. Algunos estudios han hallado incluso que el uso de cannabis puede interferir con la adherencia al tratamiento antirretroviral (véase La Noticia del Día 16/01/2023). Además, cabe destacar que fumar marihuana, al igual que sucede con los cigarrillos de tabaco, daña los pulmones y puede aumentar el riesgo de padecer diversos cánceres, por lo que usar formas comestibles de cannabis o CBD parece una opción más saludable.
Fuente: POZ / Elaboración propia (gTt-VIH).
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