Un estudio español presentado en el X Taller Internacional sobre VIH y Envejecimiento, celebrado recientemente en Nueva York (EE UU) ha concluido que casi la mitad de las personas mayores con el VIH en España serían personas que han logrado sobrevivir desde los primeros años de epidemia, conocidas como "supervivientes al sida" o "supervivientes a largo plazo" (del vocablo inglés long-term survivors"). Ello conllevaría una mayor carga de comorbilidades, especialmente una mayor prevalencia de patologías psiquiátricas.
Actualmente, a la luz de los datos de diversos estudios, casi la mitad de las personas con el VIH en Europa son mayores de 50 años. Algunos de ellos son “supervivientes a largo plazo” y otros fueron diagnosticados más tarde, en la era de la terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA). Las posibles diferencias significativas en términos de salud entre estos dos subgrupos de personas mayores con el VIH llevaron a los autores del presente estudio a investigarlas.
Para ello, diseñaron un estudio de cohorte prospectivo que contó con la participación de personas de la cohorte HIV-FUNCFRAIL, originalmente diseñada para estudiar la fragilidad y desempeño físico de personas con el VIH a partir de los 50 años.
Los resultados de los participantes se estratificaron en función del año de diagnóstico: antes de 1996, 1997-2000 y después del año 2000. Los datos registrados en el estudio fueron de tipo sociodemográfico, comorbilidades, parámetros relacionados con la infección por el VIH, fragilidad, desempeño físico funcional y riesgo de muerte por cualquier causa a los 5 años (utilizando el índice VACS).
Un total de 540 personas con el VIH con edades a partir de los 50 años participaron en el estudio. De ellas, el 50,3% eran supervivientes a largo plazo. El 15% del total eran mayores de 65 años. Se observaron diferencias significativas entre el porcentaje de mayores de 65 años en cada uno de los tres grupos analizados: 6,6% en los supervivientes a largo plazo, 18% en el grupo diagnosticado en el periodo 1997-2000 y 22,3% en el grupo diagnosticado después del año 2000 (en todos los casos p= 0,0001).
El porcentaje de mujeres también difirió significativamente entre los tres grupos (p= 0,04): 30% entre los supervivientes a largo plazo, 23,6% entre los diagnosticados en el periodo 1997-2000 y 19,7% entre los diagnosticados después del año 2000.
En el estudio no se hallaron diferencias entre grupos ni en niveles de CD4 actuales, relación CD4/CD8 o porcentaje de participantes con carga viral indetectable.
En comparación con los otros grupos, los supervivientes a largo plazo presentaron una mayor probabilidad de tener EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica; p= 0,001), depresión (p= 0,018), patologías psiquiátricas (p= 0,0001), enfermedades de tipo osteoarticular (p= 0,03) y de haber tenido cáncer en el pasado (p= 0,029) .
No se hallaron diferencias significativas entre los grupos en factores de riesgo cardiovascular ni en casos de infartos de miocardio, enfermedad vascular cerebral o insuficiencia renal.
El número de comorbilidades entre los supervivientes a largo plazo fue superior al observado en los otros grupos. Ello se tradujo en mayores niveles de polifarmacia (25,5% en los supervivientes a largo plazo, 25,0% en el grupo diagnosticado en el periodo 1997-2000 y 15,6% en el grupo diagnosticado después del año 2000 [p=0,03]).
Entrando en familias de fármacos en particular, entre los supervivientes a largo plazo fue significativamente superior el uso de antipsicóticos (p= 0,003), benzodiacepinas (p= 0,007) e hipnóticos (p= 0,009).
En comparación con los otros dos grupos, el índice de masa corporal fue significativamente inferior en los supervivientes a largo plazo . Sin embargo –probablemente debido a que la edad promedio era muy inferior entre los supervivientes a largo plazo– se detectó un menor porcentaje de casos de fragilidad o de baja velocidad de marcha en los supervivientes a largo plazo que en los otros dos grupos .
No se observaron diferencias entre los tres grupos en lo relativo a casos de deterioro cognitivo o al riesgo de mortalidad a 5 años.
Los resultados del presente estudio muestran cómo los supervivientes a largo plazo suponen la mitad de las personas con el VIH que envejecen en España y que sus particulares condicionantes supondrán un reto sociosanitario en los próximos años. Pese a tener una edad promedio inferior a los 60 años, estas personas presentan un alto número de comorbilidades y, en consecuencia, de medicaciones tomadas de forma simultánea (especialmente en el plano psiquiátrico).
Aunque en el presente estudio aún no se observa, a medida que los supervivientes a largo plazo envejezcan, es muy probable que el grado de fragilidad y desempeño funcional empeoren en mayor medida que en la población general, por lo que será importante el trabajo conjunto de profesionales sanitarios, comunitarios y del ámbito social para abordar adecuadamente las necesidades que previsiblemente aparecerán.
Fuente: NATAP / Elaboración propia ( gTt-VIH ).
Referencia: Brañas F, Ramírez M, Galindo MJ, et al. Long-term pre-HAART survivors of HIV: A specific group with specific needs. 10th International Workshop on HIV and Aging, October 10-11, 2019, New York.
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