El uso de los tratamientos antirretrovirales eficaces actuales permite que las personas con VIH puedan disfrutar de una mayor esperanza de vida, similar en muchos casos a la de la población general (véanse La Noticia del Día de 29/12/2012 y de 10/01/2014). Sin embargo, este hecho deseable también trae consigo la aparición de nuevos retos y necesidades en la atención de esta infección -y que al principio habían quedado eclipsadas ante la urgencia de conseguir un tratamiento eficaz- como puede ser el caso de la calidad de vida o el envejecimiento en personas que viven con el virus. En este sentido, un estudio presentado en la XXI edición de la Conferencia sobre Virus y Enfermedades Oportunistas (CROI 2014), celebrada recientemente en Boston (EE UU) decidió examinar el impacto del deterioro de la función física sobre la calidad de vida en personas con VIH que recibían un tratamiento antirretroviral eficaz.
Entre la población sin VIH envejecida, existe una sólida relación entre las medidas objetivas de función física y la calidad de vida. Por otro lado, diversos estudios han revelado un deterioro físico superior al esperado entre la población de personas con VIH de mayor edad, incluso con un tratamiento eficaz. Por este motivo, se decidió comprobar los efectos de este mayor deterioro sobre la calidad de vida de estas personas. El estudio fue realizado por un equipo de investigadores que, anteriormente, ya había descubierto la existencia de una relación entre una mayor tasa de inflamación y una menor salud física (no realizar ejercicio y ser sedentario) en personas con VIH.
Se trata de un estudio transversal en el que participaron 359 personas con VIH, de entre 45 y 65 años de edad (mediana de 51 años), que habían estado tomando terapia antirretroviral durante seis meses o más, con una mediana de 551 células/mm3 y que tenían un nivel de carga viral inferior a 48 copias/mL. El 85% de estas personas eran hombres, el 74% de etnia blanca, el 18% de origen hispano.
Los participantes rellenaron unos cuestionarios sobre actividad física y calidad de vida (denominado SF-36). También se valoró de forma objetiva su función física como el tiempo que tardaban en caminar 400 metros, levantarse de la silla cinco veces y determinación de la fuerza de agarre (en kilogramos).
Al inicio del estudio, las personas con VIH presentaban una puntuación en los cuestionarios sobre debilidad física inferior a los de la población general en cuanto al dolor corporal, salud general, vitalidad y desempeño social.
Se observó que los aumentos en la velocidad en la que se recorrieron andando los 400 metros, en el ritmo en que se realizaban los levantamientos desde posición sentada y en la fuerza de agarre se relacionaron con una mayor puntuación en la escala para determinar la calidad de vida física y mental.
A raíz de los resultados, los autores del estudio sugieren que la realización de programas de ejercicio orientados a aumentar la actividad física es una estrategia que debería evaluarse como una posible intervención para mejorar la calidad de vida durante la terapia antirretroviral.
Además, también hay que señalar que al observar el número de kilocalorías gastadas por semana, se comprobó que, en el estudio, existía una correlación directa entre en el número de calorías gastadas y la mejoría en los parámetros de salud física, un hecho que el autor del estudio califica como muy importante, al revelar que un aumento del ejercicio mejora la salud física, determinada mediante las pruebas SF36, ya mencionadas.
Fuente: NATAP/Elaboración propia (gTt-VIH).
Referencia: Erlandson KM, Allshouse AA, Jankowski CM, et al. Physical Function Impairment on Quality of Life among Persons Aging with HIV Infection CROI 2014. Conference on Retroviruses and Opportunistic Infections. March 3-6, 2014. Boston. Abstract 767.
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