La depresión es más común en mujeres con VIH que en hombres seropositivos

El tratamiento antirretroviral no es un factor significativo en la incidencia de esta enfermedad mental en la población femenina

Mònica Puig
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A tenor de los resultados de un estudio presentado en el II Taller Internacional sobre VIH y Mujeres, celebrado el 9 y 10 de enero en Bethesda (Maryland, EE UU), se observan tasas más elevadas de depresión y ansiedad en mujeres con VIH que reciben atención médica rutinaria que en hombres en las misma condiciones, con independencia de si estas mujeres están tomando o no terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA). Este estudio, realizado en Europa Occidental y Canadá, también ha concluido que la población femenina sin experiencia previa en el uso de tratamientos antirretrovirales tuvo una tasa ligeramente más elevada de depresión y ansiedad combinadas que las pacientes con VIH pretratadas.

Es conocido que la incidencia de depresión y ansiedad es más alta en personas con VIH, hecho que a menudo se relaciona con el impacto psicológico de convivir con una enfermedad crónica todavía estigmatizada en el ámbito social. Si bien estudios anteriores apuntaban ya a una mayor prevalencia de depresión en mujeres seropositivas que en hombres seropositivos, de acuerdo con los investigadores del estudio CRANIum, menos del 25% de los ensayos sobre depresión en personas con VIH presentaron sus resultados según el sexo de los participantes y solo el 7% de los estudios de depresión se basaron únicamente en mujeres.

Para avanzar en la comprensión de la depresión y la ansiedad en mujeres con VIH, los investigadores de CRANIum diseñaron este estudio comparativo de mujeres y hombres con VIH con y sin tratamiento antirretroviral. Se plantearon como objetivo inscribir un grupo de personas cuyas dos terceras partes fueran pacientes con experiencia en el uso de terapia anti-VIH y que el 40% fueran mujeres. Todas las personas pretratadas, en el momento de entrada al ensayo llevaban tomando el mismo régimen antirretroviral desde hacía más de nueve meses. Los participantes no presentaban infección activa del sistema nervioso central ni cáncer, y tampoco derrame cerebral ni ataque sistémico transitorio (“miniderrame”). Ninguno de ellos había experimentado un episodio en los tres últimos meses de uso excesivo de drogas o alcohol.

Los participantes completaron la Escala de Depresión y Ansiedad Hospitalaria (HADS, en sus siglas en inglés). Este cuestionario, utilizado para detectar y evaluar estados de depresión y de ansiedad, contiene 7 preguntas relativas a la ansiedad y 7 referentes a la depresión, cada una de las cuales puede ser respondida valorando la respuesta de 0 a 3. Una puntuación total superior a 8 en las preguntas sobre la ansiedad indica que se presenta este síndrome, y una puntuación superior a 8 en las preguntas sobre la depresión significa que se padece esta enfermedad mental.

De los 2.863 participantes de 15 países diferentes, 1.096 (38,3%) eran mujeres, de las cuales 861(78,6%) eran pacientes pretratadas. Entre las personas con experiencia previa en el uso de tratamiento antirretroviral, la mitad estaba tomando un régimen basado en un inhibidor de la proteasa potenciado por ritonavir (IP/r), y la otra mitad, un inhibidor de la transcriptasa inversa no análogo de nucleósido (ITINN). La edad media de hombres y mujeres fue de 43 años. Una menor proporción de mujeres que de hombres eran caucásicos (67,2% frente a 85,9%; p <0,0001), y la duración de la infección por VIH fue mayor en mujeres que en hombres (112,2 meses frente 89,6 meses: p <0,0001).

Había menos mujeres solteras que hombres (44,2% frente a 56,1%; p <0,0001), y también menos mujeres habían completado la enseñanza secundaria (73,7% frente a 87,3%; p <0,0001). Más mujeres que hombres tenían hijos (66,1% frente a 22,7%; p <0,0001), y más mujeres también no tenían empleo (41% frente a 28,3%; p <0,0001). Una mayor proporción de hombres que de mujeres había comunicado episodios de empleo excesivo de drogas o alcohol en el año anterior (15,8% frente a 3.7%; p <0,0001).

Casi todas las mujeres (más del 98%) completaron tanto las preguntas relativas a la ansiedad como las relacionadas con la depresión.

Una proporción significativamente mayor de mujeres que de hombres cumplieron los criterios de depresión (17,9% frente el 14,3%; p= 0,01), y entre las mujeres la proporción no difirió de forma significativa entre las que tenían experiencia previa en tratamientos antirretrovirales y las que no (20,8% frente 17,2%; p= 0,2). Pero una proporción significativamente más alta de mujeres que de hombres, ambos con experiencia previa en tratamientos antirretrovirales, presentaba depresión (20,8% frente 10,6%; p <0,0001).

Una casi significativa mayor proporción de mujeres que de hombres dieron positivo para la ansiedad (35,3% frente 32%; p= 0,07) y, de nuevo, la proporción no difirió significativamente entre mujeres con y sin experiencia previa en tratamientos antirretrovirales (39,1% frente 34,3%; p= 0,07). Una proporción más elevada de mujeres que de hombres, ambos sin experiencia previa en tratamientos antirretrovirales, presentaba ansiedad (39,1% frente 30,6%, p= 0,02).

En otra comparación, cuyos resultados casi alcanzaron la significación estadística, se observó una mayor proporción de mujeres que de hombres con depresión y ansiedad (13,9% frente 11,5%, p= 0,06); y una proporción ligeramente mayor de mujeres naive que de mujeres con experiencia en tratamientos antirretrovirales mostraba tanto depresión como ansiedad (17,5% frente 12,9%; p= 0,07).

Un análisis univariable identificó cuatro factores asociados a la depresión: un diagnóstico psiquiátrico previo, infección previa del sistema nervioso central, haber recibido atención psiquiátrica durante el último año y resistencia antirretroviral documentada. Los factores relacionados con la ansiedad fueron un diagnóstico psiquiátrico previo, resistencia antirretroviral documentada, autoconciencia de resistencia antirretroviral y uso de sustancias en el pasado año.

El estudio, asimismo, reveló que proporciones pequeñas y equivalentes de mujeres y hombres (4% y 4,4%, respectivamente), a pesar de presentar un resultado negativo para la depresión, tenían prescrito un fármaco antidepresivo en el momento de la prueba.

Los investigadores del estudio CRANIum consideran que sus hallazgos “respaldan la necesidad de establecer una estrategia de cribado regular y manejo clínico de la ansiedad y la depresión para todas las pacientes con VIH”.

En el ámbito español, en las recomendaciones sobre la salud emocional del Documento de consenso de la Secretaría Nacional sobre el Sida y GESIDA acerca de la asistencia en el ámbito sanitario a las mujeres con infección por VIH, ya se establece la necesidad de incluir la valoración del estado emocional en el contexto de las visitas clínicas rutinarias.

Según los expertos españoles, un estado emocional disfuncional puede repercutir de forma negativa en la salud de la mujer con VIH y su cuidado, afectando al seguimiento rutinario (visitas médicas) y la adhesión al tratamiento antirretroviral, además de relacionarse con alteraciones como la disfunción sexual, la intolerancia reiterada a los fármacos o la somatización.

A escala más global, el reconocimiento de la eficacia del tratamiento como estrategia de prevención de la transmisión del VIH (véase La Noticia del Día 19/07/2011) remarca aún más la importancia de la valoración, seguimiento y cuidado del estado emocional de las personas seropositivas en general y de las mujeres con VIH en particular.

Fuente: NATAP / Aidsmeds / Elaboración propia.
Referencias: Bayon C, Robertson K, Wolf E, et al. The prevalence of a positive screen for anxiety and/or depression in HIV-1 infected women across Western Europe and Canada: the CRANIum study. 2nd International Workshop on HIV & Women. January 9-10, 2012, Bethesda, Maryland. Abstract O-01.

Documento de consenso de la Secretaría del Plan Nacional sobre el Sida y GESIDA sobre la Asistencia en el ámbito sanitario a las mujeres con infección por el VIH. 2011.

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