Un estudio español cuyos datos se publican en la edición electrónica de la revista AIDS arroja más luz sobre la incidencia de enfermedades graves no asociadas a sida. Éstas pueden producirse con frecuencia en personas recién diagnosticadas de infección por VIH, siendo las de más edad y las que presentan recuentos de células T CD4 bajos y cargas virales elevadas las que se encuentra en una situación de mayor riesgo. Sin embargo, la investigación también muestra que el inicio del tratamiento antirretroviral disminuye el riesgo de desarrollar tales complicaciones, sobre todo los problemas renales y los desórdenes psiquiátricos.
La introducción de la terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA) a mediados de la década de los años noventa supuso un cambio significativo en el espectro de enfermedades observadas en pacientes con VIH. De hecho, las enfermedades definidoras de sida y los cánceres asociados con inmunodepresión son cada vez menos habituales y, por el contrario, han aumentado las tasas de enfermedades no asociadas a sida, como por ejemplo, las cardiopatías, los trastornos renales y las hepatopatías. Las causas exactas de este aumento de la incidencia no se conocen del todo, pero, entre ellas, podrían incluirse el envejecimiento de la población con VIH, las coinfecciones, los efectos secundarios a largo plazo de algunos fármacos antirretrovirales, los efectos inflamatorios del VIH y los factores relacionados con el estilo de vida, como por ejemplo, el tabaquismo.
Un grupo de investigadores españoles quiso identificar el espectro general de enfermedades no asociadas a sida que causan enfermedad en personas recientemente diagnosticadas de VIH. Para tal fin, diseñaron un estudio que incluyó a un total de 5.185 pacientes, la mayoría de los cuales habían sido diagnosticados de VIH después de 2004 y todos ellos habían dado su consentimiento para que sus datos fuesen incluidos en la Cohorte de la Red de Investigación en Sida (CoRIS). El seguimiento de los pacientes llegó hasta 2010.
Más de tres cuartas partes (79%) de los participantes eran hombres y la mediana de edad era de 36 años. Durante una mediana de 2,09 años de seguimiento, se diagnosticó un total de 423 acontecimientos no relacionados con sida en 367 participantes. La incidencia de eventos no relacionados con sida fue de 29 casos por 1.000 persona-años. Asimismo, se diagnosticaron también 318 enfermedades definidoras de sida, lo que supuso una incidencia de 25 casos por 1.000 persona-años.
La amplia mayoría (88%) de enfermedades definidoras de sida fueron diagnosticadas en el plazo de tres meses tras el diagnóstico de VIH. Los investigadores creen que esto está relacionado con el retraso en el diagnóstico del VIH, que fue un “tema prevalente y preocupante” en esta cohorte de pacientes. El tratamiento antirretroviral fue iniciado en un 68% de los participantes.
Entre las enfermedades no relacionadas con sida, las más frecuentes fueron las psiquiátricas (122 casos); las hepatopatías (57 casos); el cáncer (54 casos); las nefropatías (42 casos); y las cardiopatías (34 casos).
La depresión que requirió tratamiento farmacológico contabilizó un 70% de todas las enfermedades psiquiátricas. Entre las neoplasias más usuales, se documentaron casos de cáncer de pulmón (20%), linfoma no Hodgkiniano (14%); cáncer de cabeza y cuello (12%); cáncer de hígado (9%); y cáncer anal (9%). Dado que la mayoría de estos cánceres están relacionados con la presencia de coinfecciones virales o con factores asociados al estilo de vida, los autores consideran que: “Deberían adoptarse estrategias adicionales durante los cuidados iniciales de la infección por VIH que contribuyan a reducir la mortalidad en pacientes recientemente diagnosticados, entre las que se incluyan intervenciones más exhaustivas sobre el virus de la hepatitis C (VHC), el virus del papiloma humano (VPH) y la deshabituación tabáquica, entre otras”.
La incidencia de enfermedades no asociadas a sida descendió de 35 casos por 1.000 persona-años en el período entre 2004 y 2007 a 25 casos por 1.000 persona-años en el período entre 2007 y 2010 (p= 0,001).
Esta disminución vino acompañada de un incremento en el recuento medio de células T CD4 en el momento en el que se empezó la terapia antirretroviral, pasando de 147 a 278 células/mm3 (p <0,001).
Tras tomar en consideración otros potenciales factores de confusión, los investigadores hallaron que tener una mayor edad, carga viral detectable y un recuento bajo de células CD4 se asoció con un aumento del riesgo de desarrollar una enfermedad no relacionada con sida. Con todo, la terapia antirretroviral se relacionó con un riesgo más bajo de padecer tales complicaciones, sobre todo los desórdenes psiquiátricos y la enfermedad renal. Según los investigadores, “este es uno de los hallazgos más relevantes” de su estudio. Y añaden: “Por lo que nosotros sabemos, hasta la fecha no se había demostrado ningún efecto beneficioso de la terapia antirretroviral combinada sobre las diferentes categorías de enfermedades no asociadas a sida, a excepción del ensayo SMART, en el que las interrupciones estructuradas de la terapia se relacionaron con una incidencia mayor de ciertas enfermedades no asociadas a sida en comparación con el tratamiento continuado”.
Un total de 173 participantes (3%) fallecieron, de los cuales un 29% se atribuyó a enfermedades no relacionadas con sida. En sus conclusiones, los investigadores señalan: “La enfermedades no asociadas a sida son una causa habitual de morbilidad y mortalidad durante el período inicial de atención y cuidados, con un predominio de las enfermedades psiquiátricas, hepáticas y renales. Nuestro estudio sugiere un efecto beneficioso de la terapia antirretroviral frente al desarrollo de enfermedades no asociadas a sida, en especial las de índole psiquiátrica o renal”.
Fuente: Aidsmap.
Referencia: Masià M, Padilla S, Álvarez D, et al. Risk, predictors, and mortality associated with non-AIDS events in newly diagnosed HIV-infected patients: role of antiretroviral therapy.AIDS 26, online edition. DOI: 10.1097/QAD.0b013e32835a1156, 2012.
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