IAS 2025: El uso de células CD8 modificadas genéticamente permite reducir el tamaño del reservorio del VIH

Aunque aún se encuentra en en una fase preliminar, esta estrategia podría ser clave en el camino hacia una cura del VIH para la mayoría de las personas

Francesc Martínez
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Un equipo de investigadores de EE UU ha comprobado que el uso de células T CD8+ modificadas genéticamente puede reducir a la mitad el número de células que contienen ADN del VIH intacto –lo que se conoce como reservorio viral–. Este avance  se presentó en la XIII Conferencia Científica sobre el VIH de la Sociedad Internacional del Sida (IAS 2025) ­–que se está celebrando en la ciudad de Kigali (Ruanda) y también de forma virtual– y ha generado nuevas expectativas respecto a la cura funcional de la infección por el VIH.

Buscando imitar el efecto de una vacuna

El estudio fue llevado a cabo en ratones “humanizados” (cuyo sistema inmunitario fue reemplazado por uno humano) a quienes se expuso al VIH. La presente estrategia con células T CD8 modificadas imita los efectos de una vacuna experimental que, más de una década atrás, consiguió erradicar el virus en monos, sin evitar la infección inicial, pero eliminando paulatinamente el virus del organismo de los primates.

El estudio se basa en la capacidad singular de estas células T CD8, también llamadas linfocitos T citotóxicos, para identificar y destruir células infectadas por el VIH que permanecen latentes en el cuerpo, lo que constituye el mayor obstáculo para una cura definitiva. A diferencia de los anticuerpos, que actúan como barreras iniciales frente al virus, las células CD8 pueden rastrear y eliminar células infectadas que no muestran síntomas externos, gracias a señales moleculares específicas llamadas epítopos que son capaces de detectar tras su modificación genética.

Una estrategia celular que renace

El interés en estas células T se remonta a un ensayo con una vacuna experimental frente al VIH basada en citomegalovirus (CMV) utilizada en el pasado en primates, donde se observó que la mitad de los animales infectados eliminaban completamente el virus en un plazo de tres años. La clave parecía residir en que esta vacuna inducía una respuesta atípica: una proliferación de células CD8 restringidas por la molécula HLA (antígeno leucocitario humano, en sus siglas en inglés)  de tipo E (HLA-E). A diferencia de otras moléculas HLA (como A, B o C), que presentan gran variabilidad genética y limitan la efectividad de las respuestas inmunes frente a un virus tan cambiante como el VIH, HLA-E es genéticamente estable y común a la mayoría de la población, especialmente en personas de origen europeo.

Trasladar los resultados a humanos

Sin embargo, replicar este fenómeno en humanos ha sido complicado, en parte porque los vectores basados en CMV utilizados en ensayos posteriores no lograban inducir la misma respuesta. Consciente de estas limitaciones, el nuevo enfoque ha prescindido del vector viral y se ha centrado en una estrategia celular directa: reproducir en un laboratorio poblaciones de células CD8+ ya sensibilizadas a epítopos del VIH y con capacidad de reconocimiento mediante HLA-E, para luego reintroducirlas en el organismo como terapia.

Los experimentos en ratones humanizados mostraron que, tras una única infusión, estas células T CD8+ se concentraron en ganglios linfáticos y médula ósea —principales reservorios del VIH— y provocaron una caída del 80% en la carga viral detectable en sangre y tejidos. Aunque este efecto fue transitorio y se midió en un plazo de 28 días, representó un descenso significativo. Además, lo más relevante fue que la cantidad de ADN viral intacto, es decir, capaz de producir nuevas copias del virus, se redujo a la mitad, un indicio claro de que estas células están destruyendo las fuentes latentes del virus.

Estos reservorios virales no se ven afectados por el tratamiento antirretroviral y son los responsables de que la infección por el VIH no se pueda curar exclusivamente con antirretrovirales.

¿Un tratamiento celular universal frente al VIH?

Una segunda fase del estudio evaluó el impacto de estas células en ratones que ya estaban bajo tratamiento antirretroviral. Aunque no se detectaron diferencias significativas en la carga viral total, sí se evidenció una reducción notable en la proporción de ADN viral funcional, lo que sugiere un potencial uso complementario al tratamiento actual para limpiar el reservorio viral sin necesidad de suspender la medicación.

Lo que distingue este avance es su carácter potencialmente universal: al depender de una molécula HLA-E poco variable, las células T modificadas podrían actuar eficazmente contra múltiples cepas del VIH y en una amplia población, superando una de las principales limitaciones de terapias inmunológicas anteriores.

Conclusiones

Si bien aún es pronto para hablar de una cura definitiva, y los estudios en humanos requerirán tiempo y una rigurosa evaluación, el hallazgo ofrece una base sólida para el desarrollo de nuevas terapias celulares personalizadas o incluso universalizadas.

En un campo donde cada avance suele ser lento y complejo, este resultado —por su innovación y aplicabilidad teórica— se perfila como uno de los más prometedores de los últimos años. La combinación de ingeniería genética, inmunología y estrategia terapéutica podría, finalmente, acercarnos a un tratamiento que no solo controle el virus, sino que pueda conllevar la cura funcional.

Fuente: Aidsmap / Elaboración propia (gTt).

Referencia: Garcia JV et al. HLA-E restricted HIV-1 TCR transductants efficiently reduce the size of the HIV reservoir. 13th International AIDS Society Conference on HIV Science, Kigali, abstract OAA0102, 2025.

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