Un estudio estadounidense realizado con integrantes de la Cohorte Multicéntrica del Sida (MACS, por sus siglas en inglés), de la que forman parte hombres gais, bisexuales y otros hombres que practican sexo con hombres (HSH) -con o sin el VIH- ha concluido que el riesgo de padecer síndrome de fragilidad en hombres de mediana edad y mayores se duplicaría por causa del VIH.
El síndrome de fragilidad se caracteriza por un ciclo de declives en múltiples sistemas que resulta en un balance de energía negativo, una disminución de la fuerza, una menor tolerancia al esfuerzo y una pérdida de masa ósea y muscular. Numerosos estudios han relacionado la infección por el VIH con una mayor probabilidad de padecerlo (véase La Noticia del Día 21/06/2017 ).
Muchas personas que envejecen con el VIH tienen múltiples factores de riesgo relacionados con la fragilidad tales como efectos secundarios del tratamiento antirretroviral (como la pérdida de masa ósea) o unos niveles de tabaquismo superiores a los de la población general.
La fragilidad implica una capacidad reducida para las tareas del día a día y el cuidado personal por el descenso de fuerza y energía que conlleva. También dificulta la recuperación tras comorbilidades o caídas.
Para establecer el impacto del VIH sobre la aparición del síndrome de fragilidad y la concurrencia de otros posibles factores de riesgo tales como el perímetro de la cintura, que aumentó en algunas personas que tomaron antirretrovirales de la familia de los inhibidores de la proteasa de primera generación -afortunadamente no prescritos ya hoy en día- porque producían la acumulación de grasa visceral, los autores del estudio contaron con la participación de 399 hombres, de los que 199 tenían el VIH.
Los participantes tenían entre 50 y 69 años (mediana de la edad de 60 años). Todos los participantes con el VIH tomaban terapia antirretroviral (llevaban una mediana de 12,5 años haciéndolo) y la mediana del recuento de CD4 era de 641 células/mm3.
Durante el estudio se midieron diversas características relacionadas con el síndrome de fragilidad tales como la pérdida de peso no intencionada, agotamiento, baja velocidad caminando, bajos niveles de actividad física o poca fuerza de agarre.
Entre las mediciones de composición corporal se incluyeron índice de masa corporal (IMC), perímetro de la cintura, cantidad de grasa visceral, cantidad de grasa subcutánea, densidad mineral ósea (DMO) y sarcopenia (pérdida de masa muscular)
Para establecer la relación entre el VIH y la fragilidad, los investigadores tuvieron en cuenta diversos posibles factores de confusión tales como la presencia de depresión, infección por el virus de la hepatitis C (VHC), diabetes o insuficiencia renal.
Globalmente, el 16% de las personas con el VIH y el 8% de aquellas no infectadas tenían síndrome de fragilidad . Los hombres con el VIH tenían una mayor prevalencia de sarcopenia (prevalencia del 41% frente a una del 36% en aquellos sin el VIH), alta acumulación de tejido adiposo visceral (del 56% frente a una del 41% en hombres sin el VIH) y osteopenia/osteoporosis (prevalencia del 16% frente a una del 9% en hombres sin el VIH).
La infección por el VIH se asoció con una probabilidad de tener síndrome de fragilidad que duplicaba la de los participantes sin el VIH (cociente de probabilidades ajustado [CPa]: 2,43; intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 1,23-4,79).
El síndrome de fragilidad se relacionó con múltiples factores. Así, los hombres con mayor perímetro de la cintura (CPa: 4,18; IC95%: 1,47-11,90) o alta acumulación de tejido adiposo visceral (CPa: 4,45; IC95%: 1,41-14,04) vieron claramente incrementada su probabilidad de padecer síndrome de fragilidad .
En el subgrupo de hombres con el VIH, los hombres con mayor perímetro de la cintura (CPa: 7,28; IC95%: 1,60-33,21) presentaron una probabilidad de tener síndrome de fragilidad que multiplicaba por 7 la de aquellos hombres con el VIH y menor perímetro de la cintura .
El hecho de tener sarcopenia se asoció con padecer fragilidad en todo el grupo de participantes (CPa: 2,68; IC95%:1,11-6,45), aunque su impacto en hombres con el VIH fue superior (CPa: 4,08; IC95%:1,01-16-41)
La osteoporosis también se asoció con padecer fragilidad en todo el grupo de participantes (CPa: 13,60; IC95%:2,51-73,57), aunque en el subgrupos de hombres con el VIH no se alcanzó un impacto estadísticamente significativo por la baja prevalencia de osteoporosis.
Los resultados del presente estudio muestran el elevado impacto que el VIH tiene sobre el desarrollo del síndrome de fragilidad en hombres que envejecen, especialmente en aquellos con un mayor perímetro de la cintura. Ello debería ser tenido en cuenta por los servicios sanitarios y sociales para anticiparse y detectar a tiempo las necesidades presentes y futuras de las personas con el VIH que envejecen .
Fuente: Aidsmap / Elaboración propia ( gTt ).
Referencia: Hawkins KL et al. Abdominal obesity, sarcopenia, and osteoporosis are strongly associated with frailty in MACS. AIDS, online edition, 2018.
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